Engaño.

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Estábamos en su casa, Zeus se sienta a un lado mío y me mira.

-¿Estás bien? –asiento.

-Solo tengo una duda.

-Se abrió un portal en la piscina. –lo miro. –El kraken.

-Eso no, vi las marcas en el fondo, es sobre la chica, Cristina. –suspira. –Dijo que si me llevaba recuperaría su alma…

-Hades engaña a las personas y juega con sus sentimientos para obtener sus almas, si tiene almas, es fuerte, al no tener nada es débil.

-O sea que su poder viene de las almas. –asiente. –Qué hijo de… ¿no puedes hacer nada?

-No.

-Los humanos son…codiciosos. –se encoge de hombros y lo miro.

-¿Qué? –dice riendo y niego entre risas.

-No te hagas el desentendido. –nos reímos. –Te amo, ¿te lo he dicho?

-Esta es la segunda vez que lo haces, me lo dices muy poco. –niego riendo y me hala hacia él para abrazarlo.

Su teléfono suena en ese momento y se levanta maldiciendo por lo bajo, me río y atiende, pero se aleja.

-¡Traición! –digo y lo escucho reírse haciendo que sonría.

Comienza a llover y me levanto a ver que le sucedió.

Me detengo al escucharlo hablar acaloradamente con alguien en una de las habitaciones.

-¿Es broma? … No, no…en ningún momento estuve…eso fue hace 6 días, antes de eso no tuvimos sexo… -en ese momento la ira de mil demonios inundaba mi pecho completamente, estaba a punto de abrir la puerta cuando sigue hablando. –Ese bebé no es mío…-esa fue la gota que derramó el vaso, me sentía enojada, dolida y decepcionada, porque tuve fe en que no lo haría, pero aun así lo hizo.

Abro la puerta y me mira estupefacto, tranca la llamada y guarda el teléfono.

-Eres…

-Escúchame primero antes…

-¿¡Qué tengo que escuchar!? ¿¡Qué me engañaste!?

-No te…-le doy una cachetada y me mira con la mano en la mejilla.

-No te atrevas a terminar esa frase. –me estaba conteniendo de no llorar, no dejaría que me viera llorar en ningún momento. –Me prometiste que no me engañarías y te lo dije, si vas a tener sexo dímelo para que terminemos…

-Yo te amo, Daria y no podría dejarte.

-¡Pero si tener sexo con quien se te diera la maldita gana! ¿¡Dónde se supone que quedó yo!? ¡Mis sentimientos! ¿¡Dónde quedan!?

-Lo siento…

-Con un lo siento no solucionarás nada, esta es la última vez que me ves, te puedes quedar con quien se te venga en gana, no me importa. –me volteo y me agarra el brazo.

-Escucha Daria, lo siento de verdad, yo…-me suelto bruscamente y salgo. –Tienes que escucharme…-sentía la necesidad de llorar, de gritar, de golpear la pared hasta que me sangrara las manos.

-¡Solo cállate y déjame en paz! –abro la puerta y me sujeta la mano, lo miro furiosa.

-No te puedo dejar ir, está lloviendo…

-¡Entonces has que pare de llover! ¡No me importa!

-Cálmate, necesito que hablemos…

-¡No tengo nada que hablar contigo! ¡Me traicionaste! ¡Te di mi confianza ciega y me pagaste con esto! –niego. –Sinceramente no te creí capaz. –me suelto.

Dioses Griegos. La llave de PandoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora