VOLVIENDO AL PASADO II

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—¿Estás lista Mari?— Su voz era alegre, mientras se acercaba a mí su cabello ondulado se balanceaba a la par de los tacones que llevaba puestos, «quiero ser igual a ti, cuando crezca», pensaba admirandola, en aquel entonces tenía ocho años, todo parecía normal, hasta ese exacto momento—¿Pero que has hecho, hija, por qué has hecho esto?—Yo no entendía lo que ella estaba hablando, su cara pasaba a ser de parda a pálida como un papel, estaba en shock por la situación.

Aunque yo estaba mucho más en shock por lo que estaba viendo, el vestido con flores que llevaba se encontraba manchado, mientras su cuerpo caía en el suelo de mi habitación, era sangre que estaba saliendo de su boca y un hueco enorme en su pecho, el cual había sido hecho por una cuchilla, una que mis manos sostenían.

«Déjame», a pesar de ser una niña, aquella voz me perturbaba todas las noches antes de dormir, mi cuerpo actuaba, mi mente lloraba.

—¡Asesina!—Las palabras de él volvían. Mi padre había escuchado el grito de mi madre segundos antes, uno que ni siquiera yo estaba consciente de haber escuchado.

«Papá, ayúdame, por favor»

Le imploraba al hombre que estaba siendo sostenido por mi hermano mayor. En ese instante lo único que hice fue cerrar mis ojos, no sin antes haber visto mis pequeñas manos llenas de sangre.

—Himari, despierta—le escuché decir a mi hermano al día siguiente como si nada, vi las marcas en su cara, moretones que ya había visto en algún otro momento, sus ojos se encontraban hinchados y sus brazos no demoraron en rodear mi cuerpo.

¿Había sido una pesadilla, había sido algo real? No pude tener en ese momento una respuesta, solamente una pregunta más:

—Hija, necesito que vistas esto, mamá ya no está.

Mi padre estaba en la puerta de mi cuarto, acostado en el marco mientras fumaba su cigarro, en la otra mano sostenía una botella de vino junto a la prenda que me había llevado, un vestido negro de mi tamaño.

Oriel vestía un traje del mismo color, sus ojos parecidos a los de mi madre me miraban con tristeza, él no sabía qué decir, pero su silencio decía mucho más de lo que yo podría escuchar de su boca.

—Dense prisa—su frieza no me sorprendía, porque así era con nosotros, al contrario de lo que había sido con mi madre desde que yo tenía uso de la razón.

—Ponte esto Mari, tranquila, todo va a estar bien—¿Cómo va a estar bien todo si soy una asesina? Quise preguntarle, podía ser una niña, aún así, mis padres me habían enseñado cosas, que tal vez a los niños normales sus padres nunca se les ocurriría enseñar.

—Mamá...

—Mamá está en el cielo, con Olivia.

Olivia era nuestra gata, aquella que mi padre había matado dos días después de que mamá la adoptara para nosotros, porque según él, era alérgico, una mentira más.

—Oriel...

—Dime.

—¿He sido yo?

La pregunta tenía un peso enorme y podía notarlo por sus facciones, ¿Qué podía decirme él en ese momento? ¿Cómo le explicaría a una niña de ocho años que no había sido ella, pero que su cuerpo sí? ¿Cómo me diría él que yo no era una persona tan normal como la gente se imaginaba?

—Mamá está mejor en el cielo, Mari, tú no te preocupes, ¿está bien?, ¿Recuerdas lo que ella te decía?

«—Las personas tienen miedo de las serpientes, pero no todas ellas son peligrosas.

»En cambio a las mariposas las admiran, aunque algunas sean venenosas. Tú eres una serpiente vestida de mariposa Himari, no dejes que las personas te juzguen sin saber que dentro de ti también hay amor.»

Repetía su frase una y otra vez en mi cabeza, era lo único que me aliviaba, mi madre siempre sabía lo que decir en los momentos más caóticos. Era lo contrario de mi padre, su cariño momentáneo siempre llevaba un algo por detrás, nuestro padre nos odiaba y no lo escondía, pero cuando lo hacía era para dejar claro que lo que más le importaba era mi madre.

—Ahora vamos, pequeña. Todo va a estar bien, te lo prometo, Himari.

Me hubiera gustado decirle que años después todo empeoraría, que nada estaría tan bien como me gustaría y que la nieve siempre caía en el mismo lugar. O por lo menos para mí.

—Himari, Himari, por fin te despiertas—fue lo que escuché al abrir mis ojos después del sueño que me había llevado nuevamente a mi pasado. Su figura continuaba igual, se veía un poco más viejo, aún así, sus ojos no habían cambiado en nada, él estaba frente a mí. —Corre...—Susurró mientras se agachaba para mirarme, si no lo hacía, me iba a matar.

Primero las damas #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora