UN MAR DE LÁGRIMAS ROJAS II

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DOS DÍAS ANTES DEL ASESINATO.

"Él intentaba escapar de la cueva del ángel.

Ella era una loba con alas.

El príncipe se precipitaba, sin embargo

a la bestia adoraba.

Sus garras con oro eran adornadas,

la loba con alas, volaba.

Los ojos azules del príncipe se cerraban y

ella sin dudarlo lo cazaba."

—¿Él murió al final?—Le había preguntado a la señora que me había entregado el poema, Frida escondía varios de ellos en una caja, mientras limpiaba el lugar, me encontraba con las joyas que mi nana escondía.

—Vaya, has encontrado el vejestorio de letras.

—Aunque haya algunos que no los entienda, no me parecen vejestorios, esto es arte, Fer. Deberías publicarlos.

—Querido Gus, príncipe, yo soy demasiado vieja para publicar memorias que se quedaron en el pasado.

—¿Memorias?

—Mis letras son el reflejo de anécdotas que guardaré hasta el día que muera.

—¿Y no seré agraciado para saber alguna?—Aunque su sonrisa fuera sincera, sabía que detrás de ella se escondía aquel sentimiento que a nadie le gustaba sentir, la tristeza.

—Usted es un curioso, príncipe.

—Solo una, nana, por fis.

No importaba si estaba sonando como un niño, sentía que de alguna manera escucharla podría llegar a hacerle bien, entendía que acumular sentimientos así no era algo bueno.

—Está bien, pero después de esto, espero que no le cuentes a nadie mi pequeño secreto, ¿me lo prometes?

—Te lo prometo, nana.

Esa tarde no supe quién era el amante del que ella estaba hablando, pero me daba una idea y mi corazón palpitaba al reconocer que aquella señora podría ser mi pariente, «tal vez, por eso sientes ese amor por ella», amaba a Fernanda, cómo si fuera aquella abuela que en realidad nunca había tenido presente.

Recordaba cada papel que había escrito y mostrado, era increíble como Fernanda podía detallar cada sentimiento con tan pocas letras, que me hacía sentir envidia, «por lo menos tienes eso», pensaba cada vez que leía algo suyo. «Si yo lo hago, la probabilidad de ser expuesto es enorme», nada en mi vida era algo privado que pudiera conservar o disfrutar, me sentía perseguido, las cámaras, las noticias, el internet, nada de lo que tenía era lo que realmente quería.

Sin embargo todo había cambiado desde que me había convertido en Adriano, ese día me dediqué a planear todo para que tuviéramos la mejor cita, un restaurante lujoso, al mismo tiempo caluroso, la mezcla perfecta de la nieve con aquel toque romántico que tanto me gustaba, porque esa era la previsión y yo la amaba, el invierno de hecho se había convertido en mi época favorita.

—Bien Adriano, reservamos la mesa que nos pediste y...

—A las 22h00.

—Y a las 22h00 la sorpresa con la guitarra.

—¿Y sí parezco muy cursi?

—En realidad ya lo eres Adriano, pero no es eso algo malo, creo que se va a enamorar de ti, mira, eres un buen partido, tienes creatividad, eres amoroso, creo que a cualquier mujer le gustarían.

—Hay mujeres que no les gusta...

—Pero hay otras que sí—me interrumpió en ese instante mi compañero— y si a Himari no le gusta lo que has planeado con tanto cariño, seguramente encuentres a otra que sí lo haga, el mundo no se acaba por un no.

Primero las damas #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora