ENTRE SUEÑOS Y PESADILLAS III

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Caminamos por días, aunque nuestros pies no lo sintieran, ni nuestro estómago, era más importante encontrar a Adriano que pensar en algo que ni siquiera existía, porque básicamente estábamos muertos. La bestia nos había dicho en dónde se encontraba él, de la manera más indirecta posible, sin embargo, calculable para quienes ya habían atravesado esa dimensión de alguna manera.

"La montaña de los sueños tiene en su telaraña a su valioso insecto"

Yuki y Byeol conocían el lugar a la perfección, yo los seguía, a pesar de desconfiar de ambos, de vez en cuando pasaba por mi cabeza cómo podría matarlos, pues dentro de ella, tal vez esa fuera mi única opción, dudaba si la sombra, la cúal me seguía perturbando con su voz tuviera o no razón. Aún sabiendo que Harry no estaba, me restaban Adriano, Yuki y Byeol.

—Vamos a salir todos vivos de aquí, Himari—de pronto su voz se encontraba cerca de mí, sus ojos se encontraban diferentes, el color había cambiado a uno casi esmeralda, no entendía cómo lo había hecho, sin embargo no me lo cuestioné tanto cuando de pronto de él salió aquella respuesta: —Tus ojos me ven de la manera que lo deseen—mientras su sonrisa se ensanchaba, su mano derecha se posaba en mi hombro con delicadeza, cómo sí supiera que eso podría darme algún conformo, aunque ni yo misma supiera que ese gesto podría provocar esa sensación en mí.— Te prometo que vamos a salir todos vivos de aquí, pero cuando lo hagamos, quiero que me prometas una cosa...

«Ni siquiera pude mantener la promesa que le hice a Melisa...» Pensé en ese momento, él sabía lo que estaba pensando, de alguna manera no me importaba que lo supiera, no obstante, me hacía dudar y ese era un sentimiento que no me gustaba, la duda, porque ella podía generar esperanzas o hasta desesperanzas.

—Di que lo prometes—concluyó en ese momento mirando atentamente mis ojos, «¿cómo lo ha hecho?» Me pregunté cuando su voz se posó en mi cabeza dejándome en un abismo indeterminado.

Prometeme que le vas a dar el amor que quieres darle hace mucho tiempo a tu hija, que no vas a dejar que se sienta rara, que vas a analizar sus parejas y que la vas a abrazar mucho y que le vas a recordar lo cuanto la amas, prometemelo, Himari.

Mientras me decía eso algo dentro de mí se removía, aquello me había dejado un hueco enorme, Yuki me había tirado una pedrada de las que te rompen la cara y te dejan en el suelo inconsciente.

—No puedo prometerte algo que no es posible, Melisa está muerta.

—¿Y si no lo estuviera, si continuara viva?

Quise decirle «porque yo vi su cuerpo, porque yo tuve que enterrarla, porque yo vi lo que le hicieron», aunque eso no me salió, porque entendía que de tan solo pensarlo era algo que me había roto, me debilitaba el tan solo recordar la sensación que había experimentado al ver a la persona que más amaba muerta.

Es así que él te quiere ver, pero sigues confiando Himari, ¿sabes lo que va a suceder? Vas a ser la que se va a quedar para siempre aquí, conmigo.

La voz de la sombra lanzaba todas sus armas para envenenar cada parte de mi cuerpo, Yuki por otro lado se había adelantado mientras me dejaba con las palabras en la boca, él sabía cosas que ni siquiera Adriano parecía saber o mismo Byeol.

—Estamos cerca—Byeol parecía ser el capitán, o por lo menos así creía que lo era—ya qué, primero las damas—su sarcasmo se notaba a leguas, esa frase por otro lado me molestaba, me recordaba a algo que no sabía lo que era en su totalidad, era como si alguien en ese instante se hubiera encargado de borrarme la memoria, porque ni siquiera podía recordar el primer día que mi yo se había quedado en mi mente.

Primero las damas #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora