UN MAR DE LÁGRIMAS ROJAS I

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ADRIANO

TRES DÍAS ANTES DEL ASESINATO

—Una belleza de cómo estás, amigo mío...

—Ella no tiene solamente "belleza", deja de sexualizarla.

—Por Dios Adriano, está más claro que el agua, te apuesto a que es un perfil falso, no puede ser alguien real.

—Bueno, técnicamente si fuera un perfil falso, igualmente serían fotos reales, solo que clonadas, la cosa es que sea quién sea, me gusta hablar con ella, es interesante y ya le he escuchado la voz, me ha encantado su voz, es dulce...

—No puedes haberte enamorado de una voz, Adriano, eso es algo incoherente...

—Para ti—completé sin darle más paso a una conversación que no me llevaría a nada, sabía que podía estar arriesgando mi tiempo, no obstante hablar con Himari había sido una de las mejores cosas que me habían pasado.

—¿Y qué van a decir tus padres, sabes que puedes meterte en problemas por esto, no?

A casi mis treinta años podía decir que era independiente, tomaba mis decisiones y tenía lo que tenía por mi esfuerzo, mucho más sabiendo que debería vivir una vida normal para poder adaptarme a la sociedad, escondía mi verdadera identidad de todos los que me rodeaban, excepto mi primo, que en ese momento había decidido hacerme una pequeña visita, claro, por orden de mis padres.

—No pienso asumir el trono, eso de las monarquías no es para mí, ya lo dejé claro.

—Es que no tienes opción, "Adriano".

—¿Puedes parar de hacer énfasis en mi nombre, por favor?

—Bueno, pues Augus...

—Basta, no te debo explicaciones y tampoco a mis padres, soy mayor, hago lo que quiero.

—Adriano, no puedes hacer lo que quieras sabiendo que tienes que asumir el trono, o si no qué, ¿se lo vas a dejar a Nicolau? ¿Sabes cómo puede quedar tú país si tu hermano asume el trono? En ruinas, ¿Realmente vas a abandonar tu pueblo solo por querer vivir una maldita vida tranquila? Eso es...

—Egoísta sería sentarme en un trono que no quiero, casarme con alguien que no quiero, asumir un compromiso que no quiero, meterme en políticas que no quiero, eso sería totalmente egoísta, pero conmigo mismo y no lo haré primito, tampoco sacrificaría la vida de la persona que amase caso decidiese realmente casarme, ¿sabes el trastorno que sería? No, no lo sabes, porque eres solamente el duque. Ahora, si me das permiso, tengo que salir a trabajar, como una persona normal.

—Vas a lamentar haber escogido esto, Augusto, sabes de lo que son capaces tus padres.

—Que lo intenten para que vean la sorpresa que se van a llevar cuando me vean nuevamente y por cierto, es mejor que no te metas con Himari, a ella la quitas de esto, espero que mis padres no se enteren de su existencia, porque entonces, quién va a lamentarlo primo, vas a ser tú.

Sabía que si volvía, podría tenerlo todo, cómo siempre, pero no quería, para ese entonces me había teñido el pelo, puesto lentes de contacto, cambiado de país, el nombre de manera no tan legal y por fin mi estilo de vida.

No tenía ganas de envolverme con ese mundo el cúal muchos deseaban, no, necesitaba paz, había conocido mayoría de los países en el mundo por mi título, frecuentado las mejores instituciones, aprendido seis idiomas, además de tocar unos cuantos instrumentos que me llamaban la atención, aún así, por más que mi vida de príncipe fuera increíble, me sentía vacío, cómo si todo lo que en realidad estuviera viviendo fuera totalmente falso.

Himari 17h00: ¿Sigues en el restaurante?

Su nombre me hacía sonreír, aquel nombre no tan común, pero hermoso le quedaba bien.

Tal vez mi primo tenía razón y era estupido el haberme enamorado de su voz, sin embargo, no me importaba, porque de todas las chicas, Himari, era la única que parecía ser sincera o por lo menos así lo creía.

Adriano 17h02: De hecho, tengo que volver, ha surgido un imprevisto, ya sabes, cosas de jefes.

Himari 17h04: No me digas, de nuevo se ha desmayado el pobre chico...Creo que deberías darle algunos días libres y que se tome su tiempo para ir al médico.

«Ya se lo propuse, pero no quiso y no puedo obligarlo», me dije mentalmente mientras continuaba escribiendo mi siguiente respuesta, diálogos cortos, sin embargo importantes para mí, con Himari había encontrado más que una mujer, una amiga, ella me contaba cómo iban sus días, yo los míos, era un alivio.

Faltaban tan solo tres días para que nos viéramos, todavía no me lo podía creer, honestamente, sentía cómo si en realidad estuviera volviendo a mis veinte años, una de las mejores épocas de mi vida, —Conocer el amor, es algo que pocos pueden hacer Augusto, así qué mientras lo estés viviendo, no desaproveches ni un solo segundo.

Eso me lo había dicho mi nana, para mis padres una plebeya, para mí la mujer que me había criado, sentía que Fer, era mucho más madre que mi propia madre y eso a esta última le molestaba, «por ese motivo no quiero continuar» me había dicho en ese momento antes de tomar mis maletas, nadie podría detenerme, ni siquiera cuando la noticia de que el príncipe August había sido "secuestrado", sí, mis padres se habían precipitado, porque sabían que podría arruinar la vida de Fernanda.

Por algunos días me había hospedado en su casa, pasando eso, sin decir más nada, pude huir del país, no quería que mi nana tuviera más problemas y aunque le hubiera ofrecido embarcar conmigo, pudiendo ofrecerle una nueva identidad además del dinero que había escondido, la señora de setenta y seis años no quería hacerlo.

—Es hora de seguir tu camino, August—me había dicho minutos antes de partir—no te olvides de esta vieja.

—Nunca me voy a olvidar de ti nana, gracias por apoyarme, te quiero mucho.

No pensaba que una despedida sería tan dramática, mis ojos automáticamente estaban nublados, por las lágrimas que caían en las mejillas frías, por el invierno. No sabía que en ese momento aquél acto se volvería a repetir dos semanas antes, a costo de mi libertad, el puñal yacía lleno de sangre roja, «es mí culpa», mientras me mandaban las fotos, caía desplomado, mis padres me habían encontrado y habían cumplido su amenaza.

La muerte de Fernanda no fue impedimento para continuar con mi decisión, en mi cabeza, a ella no le gustaría que fuera infeliz, entonces para honrar la memoria solamente había continuado con mi vida, no sin antes amenazarlos a ellos también, porque a los reyes no les hubiera gustado saber que su hijo menor, el elegido para el trono, podría ser que el mayor y exilado de él.

Mis padres tenían miedo de reivindicar la sentencia, yo, no les había dado más alternativas, ellos podían saber en dónde me encontraba, sin embargo tampoco se les olvidaba de lo que llegaría a ser capaz, mucho más después del asesinato, uno de los muchos que les guardaba como secreto.

Primero las damas #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora