ENTRE SUEÑOS Y PESADILLAS IV

8 2 0
                                    

«No», me dije sin querer, por primera vez vi los ojos de aquel ser que me estaba sosteniendo, unos ojos negros profundos se encontraban frente a mí, su aspecto era aterrador, vi como sus garras de pronto tocaron mi cara.

—¡Suéltala!—Le oí decir al hombre de ojos azules, quiso entrometerse sobreponiendo su cuerpo, sustituyéndolo con el mío, pero no duró mucho, pues aquel ser lo había tirado al suelo como si de una pluma se tratase.

—Al parecer las personas que te acompañan no te pueden proteger, Himari, ¿Qué vas a hacer? —«No lo sé», me dije mirando nuevamente sus ojos, «piensa en algo bueno», recordé que estaba en el mundo de los sueños y pesadillas, «esto es una pesadilla, vuelve», me repetí, cuando pensé que todo se acabaría allí, pues la bestia había comenzado a corta mi cuerpo, una mano me sostuvo, no podía creerlo, había salido de la cueva oscura, dejando para atrás el frío.

—Deberías ver por dónde caminas, no voy a estar siempre para sostenerte—su cara no había cambiado, seguía con ese semblante de enfado y dureza, Byeol estaba sosteniendo para de mí, había vuelto al pasado.

«Antes de la desaparición de Adriano», vi como los otros nos miraban, me percaté del movimiento que el hombre de ojos azules estaba efectuando y me levanté lo más rápido posible.

—¡Espera! —Le grité en ese momento, todos se sorprendieron, «¿cómo conseguí volver?» Me cuestioné, pero aparté esa pregunta de mí cuando aquel azul cielo me miró atentamente—no puedes irte así Adriano, acabamos de llegar—fue lo único que me salió.

—Pero...Iba a buscar leña para la cabaña.

—No necesitas hacerlo tú, Byeol y Yuki se van a encargar de eso, además, ¿no es que estamos en el mundo de los sueños? Entonces es solo pensar que tienes calor, o, no sé, pero no te vayas.

—Ustedes no me creyeron, ahí la tienen, le falta una tuerca en lo mínimo.

—Tal vez tenga razón—Yuki siempre aprovechaba alguna que otra ocasión para defenderme, en ese momento lo agradecí, porque sabía lo que pasaría si Adriano se fuera—vamos nosotros—determinó con firmeza, una que ni siquiera Byeol podía evitar.

—La verdad, no quiero hacerlo, ¿por qué tendría?

—Porque me tienes que proteger—fue Adriano el que le respondió, me sorprendí con su afirmación, «¿será que él lo sabe?» Me cuestioné mirando sus ojos, había algo más, Adriano estaba mintiendo, ni él sabía quién era mi asesino, se encontraba confuso con ello, lo podía sentir.

Mi actitud había cambiado de manera repentina, ellos lo notaban y yo no podía esconderla aunque quisiera hacerlo, aquella bestia me había mostrado a mi asesino, su aspecto de una persona normal se esfumaba se transformaba en un ser oscuro, con una marca enorme en la cara, un corte en equis como si lo hubieran quemado, aquellos ojos marrones claros, el pelo corto negro que se encontraba a la mitad pues del lado derecho la cicatriz continuaba por su cuero cabelludo. Todo en él era algo terriblemente aterrador, hasta su cuerpo parecía que había surgido de las cenizas.

No era Adriano y sí un desconocido que quería matarme a todo costo. Tampoco era Harry, ni Yuki, tampoco Byeol, lo desconocía totalmente. No entendía que le había hecho, sin embargo, el odio recorría sus ojos.

Recordaba sus palabras al tenerlo frente a frente antes de volver al momento en el que estaba:

"Aunque no te percates, estoy tan cerca de ti, te estoy esperando en la séptima puerta, Himari. Voy a matarte, a ti y a todos ellos."

—Que excusa barata—Byeol no quería moverse de allí, sin embargo, Yuki no dudó en llevarlo, estaba viendo una de las escenas más graciosas de esa situación, probablemente la única realmente con un sabor a risas.

Primero las damas #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora