FLORES MUERTAS; TUMBAS VIVAS III

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Nadie puede predecir lo que pasará, la vida es como una planta, siembran su semilla y dependiendo de como la cuides va a crecer o morir a la mitad de su proceso. En todo ese espacio, yo me encontraba siendo un tallo, aquel que sostenía todo, desde el entrenudo hasta el meristemo, no importaba cuantas heridas sostuviera en mi piel, porque aunque me siguieran cortando, continuaba creciendo, era mi deber no desistir de lo que amaba, ni siquiera de mí.

No podía evitar mirar hacía la escena que tenía en frente, la puerta se había abierto, pero no era aquella por la que tenía que pasar y sí, una de color azul, los demonios ya fueron ángeles y los ángeles ya fueron pajaros perdidos.

Las frase escrita en la puerta tenía letras diferentes a las anteriores, estaban diseñadas como si alguien las hubiera escrito con pretensión de ser una carta, después de todo la sombra ya no estaba en ese mundo, me restaba continuar y aunque mi cuerpo ya no estuviera en llamas, parte de mí quemaba por dentro.

«De nuevo», allí estaba en el mismo lugar, el parque sin embargo ya no era tan lindo como en la primera dimensión, las flores estaban muertas, el césped seco, no había gente, no había nadie, ni siquiera mi otra yo. Aunque sí el sonido de su risa, Melisa estaba en algún lugar y sí ella estaba, los otros también.

—Tengo que encontrarlos antes de que me encuentre—susurraba para mí, mientras más caminaba, parecía que más lejos quedaba o mejor dicho, sentía que en realidad estaba dando vueltas en el mismo lugar.

—¿Máma?—«Es la otra», pensé al mirarla, sus ojos eran totalmente negros a diferencia de mi pequeña hija, su sonrisa puntiaguda, la piel, escamosa y no tenía pelo, se parecía a un demonio , de aquellos que había leído en algún que otro libro.

—Lisa—le susurré a la niña sonriéndole—¿En dónde se encuentra tu papi?—le pregunté.

«Tal vez en esta dimensión él no sea su padre» y al pensarlo me arrepentí, porque su cara no decía nada, ella también se encontraba confusa.

—Pero mami, tus has matado a papi, ¿no te acuerdas?—«En esta dimensión ya está muerto» me dije, aunque no me sorprendí tanto por ello y sí por la firmeza, además de la frieza de la niña.

—¿Ah sí y cómo lo he hecho? Mami no tiene buena memoria— . La estaba probando, aún no gustándome el sentimiento necesitaba saberlo de ella misma.

—¡Mamá!—Esa voz...—¡Mamá, sal de ahí!—Había cambiado, sin embargo, su aspecto era el de una humana, Melisa estaba más grande, en aquella dimensión parecía de unos dieciocho o veinte años, mi sueño de verla mayor estaba cumpliendose en ese momento.

—¿Me vas a abandonar, mamá?—Me preguntaba por otro lado la pequeña que tenía forma de demonio, eran lo opuesto, eran un ángel y un demonio en el mismo territorio.

—¿Qué haces aquí, mamá? Te hemos dicho para que no salgas sola—«Te hemos dicho» resonaba en mi cabeza, quién era la pregunta que le seguía.—Papá te estaba buscando desesperadamente y su amigo también.— «Pero si Harry nunca tuvo amigos», esa dimensión parecía ser un laberinto, no sabía por dónde ir, ni que hacer, sin embargo, la versión más grande de mi hija no dudó en actuar, llevaba un traje que parecía protegerla, además de una espada y dos cuchillas con su nombre por separado, MEL e ISA, una dibujada con corales rojas, la otra llevaba cuarzos rosas alrededor. Fue con la última que cortó la garganta del pequeño ser, no sin que antes aquella versión más pequeña dijera sus últimas palabras:

— El camino de agua, mamá.

—¿Por qué has hecho eso?—Le pregunté a la chica frente a mí.

—Mamá, ¿estás bien? ¿es que acaso no sabes quién es?

Primero las damas #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora