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Un puchero sobresalía de sus labios, sus cejas fruncidas y sus ojos cabizbajos delataban que no estaba de buen humor. Desde hace dos días que Rosé se mantenía alejada de ella y no comprendía el porqué. Cada vez que se acercaba, la australiana se iba con la excusa de que tenía algo pendiente. A la castaña le recordaba a los primeros días cuando Rosé regresó a Corea; cuando todo era incómodo y distante, pero esta vez sentía que el motivo era diferente.

Jennie repasaba mentalmente cada conversación, cada gesto, buscando alguna pista que le ayudara a entender el repentino distanciamiento de la joven rubia. ¿Había dicho algo inapropiado? ¿Había hecho algo que la molestara? Por más que lo pensaba, no encontraba ninguna respuesta.

Sooyoung permanecía impasible en su asiento, recostada ligeramente hacia atrás, con una mano jugueteando con la pajilla dentro de su batido. Escuchaba atentamente los lamentos de su amiga sobre la actitud de la chica rubia. De vez en cuando, daba pequeños sorbos a su bebida.

─ ¿No te has puesto a pensar que tal vez sea porque se dio cuenta que aún le gustas? ─dijo con tono despreocupado.

Jennie la miró confundida. ─ Eso no tiene sentido. Si fuera así, actuaría de manera contraria.

─ ¿Cómo estás tan segura de eso?

─ Fui su novia durante cinco años. Claramente sé cómo es Rosé cuando alguien le gusta.

─ Bueno, ahí está el punto.

─ ¿Cuál?

─ Fueron novias y no terminaron bien.

─ No entiendo a dónde quieres llegar.

Sooyoung se acomodó mejor en su asiento, inclinándose un poco hacia adelante. ─ ¿Alguna vez te has llevado sin querer una descarga al conectar un aparato? ─Jennie asintió─. Bueno, tú no sabías que eso iba a suceder y por eso lo conectaste sin problema, pero igual te duele, ¿no es así? Bien, ¿después de eso qué haces?

─ No vuelvo a conectarlo... ─murmuró Jennie, empezando a entender la analogía de su amiga.

─ Eso, o vuelves a intentarlo, pero esta vez con indecisión, con miedo de que te vuelva a pasar lo mismo. ─Sooyoung puso su mano sobre la de la pequeña castaña─. Sé que no fue tu intención y tuviste tus motivos para hacerlo, pero no podemos negar que la lastimaste, Nini. No esperes que no tenga miedo de volver a confiar en ti.

─ ¿Qué hago entonces? ─preguntó, su voz teñida de preocupación y culpa.

─ Reconquistala. Demuestrale que has cambiado y que harás todo lo posible por no lastimarla de nuevo.

Jennie suspiró. ─ No quiero perder lo poco que tenemos. ¿Y si hago las cosas incómodas? Ni siquiera me ha dado una señal de que aún le interese.

─ Y tal vez nunca te la dé.

─ Gracias, aprecio la honestidad.

─ Mira Nini, no puedes esperar que sea ella quien dé el primer paso. Si realmente quieres a Rosé de vuelta contigo, tienes que ser tú quien demuestre que las cosas pueden ser diferentes esta vez. ─Tomó un sorbo de su batido─. Además, por lo que me has contado, me parece que es tu turno de arriesgarte por la relación. ─La miró con una mezcla de compasión─. No dejes que el miedo te paralice otra vez.

Las últimas palabras hicieron eco en la mente de Jennie. Lo admitía, tenía miedo. Miedo de perder a Rosé de nuevo. Pero temía más no saber cómo conquistarla, porque el término "re" sobraba; había sido Rosé quien la había conquistado, y gracias a sus esfuerzos, disfrutaron de cinco años de relación.

Pero ahora tenía la oportunidad de enmendar las heridas que causó y demostrarle a su rubia favorita que había aprendido de los errores del pasado y que estaba lista para construir un futuro juntas, si ella lo permitía.

Última OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora