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En la sala no se escuchaba más que los pasos inquietos de Jisoo y Rosé. Estaban a la espera de que Lisa volviera con noticias sobre el paradero de la integrante faltante.

La tailandesa entró a la casa agitada, su expresión reflejando cansancio y preocupación.

─ ¿La encontraste? ─Jisoo se acercó rápidamente.

Lisa negó. ─ Busque alrededor y no aparece. Tampoco está en el estudio; nadie la ha visto.

Rosé se mordió el labio inferior angustiada. ─ Tal vez este con Sooyoung. Siempre suele estar con ella. ─No lo decía como reclamo, está vez en serio ansiaba que la castaña estuviera con ella.

─ Ya la llamé y no sabe nada...

─ Pero estuvo todo el día con ella ayer, debe tener alguna pista. Tuvo que haberle dicho algo. ─Lisa negó nuevamente, Sooyoung no sería capaz de ocultarles algo tan serio.

Una idea cruzó la mente de la tailandesa y sacó rápidamente su celular del bolsillo. ─ No llamé a su mamá.

Jisoo la detuvo de marcar, tomándola de la mano. ─ Si estuviera con ella, ya nos hubiera avisado.

La sala quedó en silencio, cada una envuelta en sus propios miedos en relación a la ausencia de Jennie. Chaeyoung se sentía particularmente más culpable; si tan solo hubiera hablado con ella...

─ Quizás esta vez no sea como las otras veces y solo salió a comprar algo. ─dijo Jisoo, intentando convencerse y calmar a sus menores.

─ Claro Jisoo, es muy normal salir a comprar sin contestar ni avisar de tu paradero desde hace horas. ─musitó Lisa sarcásticamente. El ambiente le estaba poniendo de mal humor.

Rosé miró desconcertada a sus amigas, preguntándose a qué se referían con "otras veces". ¿No era esta la primera vez?

─ ¿Cuáles otras veces? ─interrumpió. La pareja intercambio miradas entre sí asustadas─. ¿Ya había desaparecido antes?

Ni la tailandesa ni la azabache parecían tener la intención de responder. Chaeyoung se cuestionó cuán grave era el asunto para que no le quisieran contar.

Se acercó a su mayor, mirándola con desesperación, pero más con súplica. ─ ¿Cuáles otras veces, Jisoo? Por favor, dime.

Jisoo se mordió el labio inferior, dudando sobre si era apropiado traer los recuerdos de vuelta al presente. Quería respetar la petición de Jennie de mantenerlos en secreto. Pero siempre había creído que la australiana merecía conocer esa parte de la historia.

Miró a Lisa y nuevamente a la rubia. ─ Está bien... ─suspiró, sentándose─. Cuando la trajimos a vivir con nosotras, Jennie huía de la casa, desaparecía sin más.

─ ¿Pero cómo? ─exclamó Rosé, visiblemente confundida─. Se supone que recién le habían dado de alta.

─ Fueron semanas después. ─intervino Lisa─. Ya estaba bien... físicamente por lo menos. Aún debía permanecer en reposo, así que no iba conmigo al estudio. Se escapaba mientras nosotras estábamos trabajando o de madrugada, como lo acaba de hacer ahora.

Después de la hospitalización, Jennie se había recuperado en gran medida de las secuelas físicas, pero aún luchaba contra las emocionales. La necesidad abrumadora de aislarse persistía, al igual que un vacío inexplicable que la consumía. Antes, su departamento le servía como refugio para apartarse del mundo, pero al vivir con Jisoo y Lisa, eso ya no era posible.

Había aceptado la propuesta de la pareja de vivir con ellas por su bienestar, aunque con el tiempo empezó a sentirse atrapada. Sin darse cuenta, las preocupaciones constantes de las dos pelinegras por su seguridad hacían que Jennie se sintiera vigilada y agobiada en todo momento. Cada movimiento que realizaba era observado, cada decisión era cuestionada bajo el pretexto de protegerla. Lo que al principio era una muestra de preocupación y amor, con el tiempo se convirtió en una sensación de vigilancia opresiva que desesperaba a la castaña.

Última OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora