Era un viernes en la tarde, Jennie y Rosé se encontraban en la sala, observando una película sentadas una al lado de la otra, sin invadir su espacio personal. El ambiente era tranquilo, solo interrumpido por los diálogos de la película y el ocasional crujido de las palomitas de maíz que compartían. Sus compañeras no estaban, pues habían salido a una cita, seguras de que al regresar no las encontrarían llorando o discutiendo.
Para sorpresa de Jennie, Rosé no parecía incómoda por la implícita confesión que había dejado caer en el estacionamiento unos días antes. Aunque sentía una punzada de desilusión, también se sentía aliviada de que la australiana no se alejara. Sin embargo, la intriga de cómo se sentía con respecto a su confesión seguía rondando su mente. La duda la consumía, y no podía evitar analizar cada gesto y palabra de Rosé en busca de alguna señal.
Como ahora, que aunque intentaba concentrarse en la película, no podía evitar mirar de reojo a su compañera de vez en cuando. Notó cómo Rosé parecía estar al borde de las lágrimas ante una escena emotiva, algo común en la australiana ya que solía emocionarse fácilmente con las películas, especialmente si un personaje al que había tomado cariño moría. Sus ojos se llenaban de lágrimas y su labio inferior temblaba ligeramente, una señal inconfundible de su inminente llanto.
─ Te dije que ibas a llorar. ─bromeó, levantándose en busca de pañuelos. Regresó rápidamente, sosteniendo una caja de pañuelos y se sentó ofreciéndole uno.
─ Lo sé, pero pensé que podía llevarlo. ─respondió Rosé, tomando uno de los pañuelos y ahogando una risita entre las lágrimas.
─ ¿Lo apago?
─ No, está bien.
No muy convencida, Jennie retomó su atención a la pantalla. Estaba a punto de levantarse otra vez en busca de un snack, pero sin previo aviso, Rosé recostó la cabeza en sus piernas. Ambas sorprendiendose por la acción, quedando momentáneamente inmóviles.
La pequeña castaña se congeló por un momento, debatiéndose si aquello estaba pasando o era producto de su imaginación. El contacto físico más cercano que había tenido con la rubia desde su regreso fue tomarla de la muñeca, y solo como forma de detenerla. Ahora, de la nada, eso estaba ocurriendo. Era demasiado para su corazón, que latía frenéticamente.
Por su parte, Rosé se reprendía internamente; lo había hecho como un acto reflejo, ya que cuando estuvieron juntas cada vez que se sentía vulnerable, buscaba consuelo en la pequeña coreana de esa manera.
A punto de retirarse para disculparse, se detuvo al sentir el suave roce de los dedos de Jennie acariciando su cabello. Una sensación eléctrica recorrió su cuerpo, aunque no lo suficiente como para acelerar su corazón.
Permanecieron en silencio, conscientes de que hablar sobre lo que estaba sucediendo sería incómodo.
Jennie acariciaba el cabello de Rosé con un ritmo pausado, jugando con los delicados mechones rubios. Se olvidó por completo de la película, su atención completamente enfocada en la chica que reposaba en su regazo.
La joven rubia se acomodó un poco más, cerrando los ojos y permitiéndose disfrutar de la sensación. Sin embargo, una pequeña ilusión de cómo sería compartir momentos así nuevamente si volvieran apareció en su mente y fue suficiente para hacerla incorporarse, mirando asustada a su contraria.
─ ¿Pasó algo? ─preguntó Jennie confundida, con un deje de decepción al ver el momento culminado.
Rosé negó efusivamente, aún aturdida. ─ No, nada. ─Se levantó─. Solo recordé que tengo que llamar a Alice, me pidió que le ayude en algo. ─respondió, evitando el contacto visual con su contraria.
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Última Oportunidad
FanfictionUna relación secreta algún día ve la luz del sol, Jennie lo sabía, pero no estaba preparada para aceptar públicamente que mantenía más que una amistad con la vocalista de Blackpink. El miedo fue su peor aliado al cometer un grave error que llevaría...