Pastillas.

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Narra Niall:

Zack y Caleb intentaron de detenerme, pero nada podría quitarme esta idea de la cabeza, ni esta sensación de mi piel. Pensé en todo lo que _____, eso sobre esa terrible sensasión que te dan ganas de arrancarte la piel; la he tenido. Pero ¿Por qué solo el agua helada debe quitarmela? Más facil que recordar lo dolorso que es sentir como el agua paraliza mis musculos, mejor es ir por una ruta, con la chica que deseo, escuchando música, sintiendo el viento de la ventanilla.

-¿Estás seguro de esto?- preguntó y sonreí.

-Claro que si- aclaré metiendo la mano en una bolsa de papel, tomando de allí una rosquilla y comiendo.

-Hay un clima terrible- dijo mirando por la ventana. Así es, afuera parece que el cielo se caera de la oscuridad.

-Si...- me reí.

-Deberíamos estar en una cama, comiendo helado y viendo películas- dijo apoyando su cabeza en la ventana.

-Mmm...-lo pensé- No, eso es lo que alguien normal haría...

-Somos normales- aclaró y la miré fugazmente.

-Pretendamos que no- pedí y sentí su tonta risa. Subí el volumen de la música y ella abrió su boca de par en par.

-Esta canción- dijo feliz y me miró comenzando a cantar el comienzo de The Nights, de The avicii. La primera vez que escuchó esta canción fue conmigo y no podría no reírme de la forma en la que movía su cabeza.

Ambos apagamos nuestros teléfonos, los cuales no paraban de sonar sobre todo el mío de llamadas de Caleb y un mensaje de Zack diciendo "diviertete".
Los lanzamos en el asiento de atrás y fue en ese momento en el que sentí que me estaba yendo sin dejar nada atrás. No me importa cuánta ropa traje, ni cuánto dinero. Sé que si se me acaba la nafta podré caminar, sé que si me falta algo, podré volver. 

Pasamos unas horas más en el auto, charlando como nunca antes: de cosas sin sentido. No problemas, no dolor, no insultos hacia otra gente, nada más que tonterías. Sin importar cuánta niebla habría afuera, para nosotros todo estaba más claro que nunca mientras de fondo sonaba algo de James Hunt.

-Tengo hambre- dijo frotando su abdomen. Afuera ya estaba casi que por anochecer y suspiré.

-Estamos a unos kilómetros del próximo pueblo- dije mirando la vacía carretera oscura y ella apoyó su mano en mi rodilla.

-dije que tengo hambre- aclaró.

-Te escuché- contesté un poco firme- ¿te repito mi respuesta?- pregunté enfadado y ella suspiró.

-No...

Y no dijimos nada más en los siguientes 15 minutos cuando llegamos a un pequeño pueblo de unas diez cuadras. Nos detuvimos en una cafetería donde bajamos para comprar algo de comida. El aroma era así como a madera mezclado con humedad y agua, pero dentro, no había nadie más que una mesera y un hombre sentado en la barra. Hicimos nuestro pedido, y sentados uno frente al otro nos miramos.

-No peleemos- pedí y asintió.

-Tienes razón- aclaró y me sonrió, tomando mis manos sobre la mesa- ¿Dónde dormiremos?- preguntó algo preocupada. Estaba cansada, lo puedo ver en sus ojos y en sus ojeras.

-¿En el auto?- pregunté- no pensé en eso...- aclaré y ella se encogió de hombros.

-Da lo mismo- sonreí.

-Esto no es un viaje por el mediterraneo, ni las islas canarias pero...- levanté mis brazos señalándo el sucio y vacío lugar- al menos estamos juntos...- se rió. Su sonrisa, dios. Cada vez que se ríe, dentro de mi aparece un estadio entero gritando y festejando un gol, haciendome cosquillas y queriendo reír también yo.

Who's the winner? N.H #wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora