Capítulo 38: Quédate

23 5 3
                                    

Unos días habían pasado después de los últimos acontecimientos. La lluvia había acaparado el panorama de nuevo, tácita, sin hacer mucho bullicio. Era viernes por la noche y Fan Bing-bing estaba en su despacho, atiborrándolo de nubes de nicotina. Jimin no había venido... otra vez, por lo que en un arrebato que rozó lo vesánico, lo llamó por teléfono:

De verdad, Fan-noona. Me siento bien, no tienes que preocup...

―No puedo evitar inquietarme, soy responsable por ti...

No lo es.

Ya no la tuteaba.

Estaré bien, no hay de qué preocuparse. Puede ahora dedicarse más a sus ocupaciones, y yo veré qué resultados me trae este cambio.

―Jimin, debes venir...

Basta. ―soltó sin elevar la voz, aunque con notable enfado―. ¡Ya déjame en paz! ―gritó con cólera y finiquitó la llamada sin más.

La mujer se quedó todavía con el aparato contra la oreja, sus ojos tiesos y la respiración acelerándosele poco a poco. Pasó saliva con una amargura sin igual y tensó la mandíbula en tanto bajaba su brazo, apretando el celular, y con una última exhalación lo arrojó al suelo, sin importarle en lo más mínimo el daño que pudiera recibir. ¿Qué había sido eso? ¿Recordaba algo acaso? ¿Por qué de repente le habló así? Ni el mismo Jimin podía comprenderlo, tan solo se quedó ensimismado y estrujaba su teléfono en mano, con el pecho que le subía y bajaba de manera acelerada. Esa última acción también la llevaba a cabo Bing-bing. Lo estaba perdiendo, y no podía evitarlo. Su semblante adjetivaba enojo y frustración. Aquella última jugada que había hecho no solo fue arriesgada sino innecesaria. Apretó el puño y chasqueó con asco la lengua ante su falta de presteza. No pudo evitarlo. Jimin, su Jimin se descarrilaba y eso no le gustaba para nada, en efecto el disparo que había dado se desvió en su contra. Ahora sería aún más difícil hacer que viniera a la casa, y debería tener más cuidado todavía con Taehyung: ya percibía que algo no estaba del todo bien, por lo que un nuevo accionar en falso y todo se iría al demonio.

«Soy su responsable a cargo, y como tal me ocuparé». Las palabras del chico todavía bullían en su mente. Incluso después de haber viajado hasta Seúl la mañana anterior, más específicamente al hospital por ese asunto. Demandó ver el historial médico de Jimin, y poco grata fue su sorpresa al enterarse no solo de que no tenía acceso a él, sino que su nuevo responsable a cargo no era otro que Kim Taehyung.

―Maldito mocoso precioso... ―murmuró con una exhalación, a la vez que se llevaba las manos a su cabello negro y lo echaba hacia atrás.

Había sido puesto a su cuidado ahora, anulando su posibilidad de poderío para con Jimin. Sabía que era él quien estaba detrás de esto, probablemente en algún momento de repentina lucidez o incluso antes de que tuviera su mente domada por ella, habría firmado los papeles. Suspiró con pesadez y se sirvió una cantidad generosa de whisky. Sí. Sabía que Jimin era capaz de ello, escurridizo y osado como siempre lo había sido, por supuesto. Desde que era un chiquillo con solo doce años encima, su primer encuentro íntimo, cómo ella lo disfrutó mientras que él lo execró. No obstante, con su afilada y tosigosa saliva de serpiente conseguía cohibirlo de huir. Casi podía saborear la sal de esas lágrimas y cómo abría su boca en llanto. Con sus ojos cerrados y sus dedos acariciando sus belfos, Bing-bing sonrió y pronto se llevó el trago a sus labios carmín, lo bebió todo de una sola vez, ante la súbita evocación de sed.

De repente tocaron a la puerta. Cedió el paso, y encontró a Jason, quien sin demora presentó sus respetos.

―Más vale que sea algo bueno ―dijo la mujer, llenando su vaso de nuevo.

Bittersweet [Park Jimin] (+21) #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora