Capítulo 64: Roto

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Este capítulo describe escenas de abuso explícito, algunas descripciones pueden ser perturbadoras para algunos lectores, se ruega prudencia y discreción.


Lo siento, lo siento, lo siento... no importa qué haga, el daño ya está hecho. Lo intento, lo intento, pero la sangre no se va. Escurre y me alcanza. Ya no tengo dónde huir, estoy acorralado. El espeso escarlata me tiñe la piel, el agua la quita pero el dolor sigue ahí, sigo viendo rojo allí, nunca se irá de mí.

* * *

Las rodillas tocando el suelo, manos amarradas detrás de la espalda curvada y la cabeza hacia delante, a gachas, con el filo de las oz pertenecientes a los ejecutores situados a cada lado, acariciando su garganta. El condenado dejaba oír su llanto lastimero, cubierto por sus cabellos marrones sobre la cara. Las lágrimas recorrían la circunferencia de su fisionomía y hallaban fin en forma de gotas que mojaban la superficie.

―Kim Taehyung, ¿cómo se declara? ―Una voz gutural y rasposa resonó por toda la extensión de aquel estrado circular.

―Cu-culpable... ―suspiró entre sollozos, rendido a su destino.

―No... ―La voz de Park Bo-gum lo hizo alzar la cabeza. Su rostro se veía pálido y ojeroso, sus labios no tenían pigmento alguno y de sus ojos enrojecidos caían lágrimas―. ¿Por qué, Tae? ―lloraba.

―Bo-gum-ssi... ―susurró, mirándolo con sufrimiento.

―Kim Taehyung... ―habló el juez a lo alto del estrado, captando de inmediato la atención del aparente convicto.

Su cabello y traje al rojo vivo eran lo que más resaltaba en aquel lúgubre, apagado y descolorido lugar. A través del agua salada acumulada en sus cuencas, Taehyung lo miró intimidado. Era su rostro, era su voz, pero ese no era él.

―El veredicto es culpable... Kim Taehyung ―dijo, con una sonrisa maliciosa.

El reo apretó los puños y gruñó de impotencia. El martillo hizo eco por todo el lugar en conjunto con la risa diabólica del juez vestido de rojo. Los gritos de súplica de su amigo muerto al unísono con los propios implorando clemencia calaron profundo en su psiquis, hasta que de repente... todo se apagó. Taehyung despertó otra vez en medio de la oscuridad, empapado en sudor y se levantó de un sobresalto del colchón. Noche tras noche, las pesadillas con Bo-gum como protagonista lo mortificaban. No hallaba paz. Y lloraba, hasta sentir que se quedaba seco.

―Ya, Tae... intenta dormir de nuevo, ¿sí? Debes descansar ―le decía Nayeon, tratando de reconfortarlo.

Frotaba con suavidad su espalda y abrazaba su cintura; él sujetaba su mano con fuerza, con miedo y, aún con las lágrimas plagando sus ojos, juntaba los párpados para intentar llevar a cabo la tarea.

* * *

El día del asesinato, Dong-min había entrado al motel donde se estaba alojando. Tomó su bolso y empezó a empacar las pocas pertenencias que cargaba consigo. Tenía que moverse y rápido.

Se dirigió a paso acelerado al baño y se echó agua helada encima, limpiando cuidadosamente la sangre de su rostro y manos, luego apoyó con arrebato las manos sobre la cerámica, hiperventilando.

―¡Maldición, Bo-gum-hyung! ―exclamó con rabia, apretando los dientes y dando un golpe al lavamanos.

Con esa misma ira y desacato que lo corroía, se quitó la ropa manchada de sangre de quien alguna vez llamó amigo y abrió la ducha para limpiar su cuerpo, más sus pecados no serían expiados.

Bittersweet [Park Jimin] (+21) #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora