Capítulo 6: Terapia

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El presidente Park salió del elevador, saludando en el camino a algún que otro empleado, e ingresó a la sala principal con una relajación y una alegría que muy pocas veces se lograba apreciar en él, por no decir nunca.

―¡Jackie! ―canturreó, estirando el brazo y señalándola con su dedo.

Su ahora secretaria principal fue tomada por sorpresa de tal manera que se sobresaltó en su asiento detrás de su escritorio.

―¡Se-señor! ―Se apresuró a ponerse de pie y hacer una reverencia―. Bu-buenos días. Aquí está el café que me había encargado ―dijo, corriendo hacia atrás un mechón de cabello color caramelo y entregándole el vaso descartable.

―Gracias ―le dijo, prolongando la primera vocal de la palabra y tomando con algo de gracia el recipiente para darle un sorbo después.

Jacqueline se encogió de hombros un segundo, juntó los labios y los apretó para evitar reír. Le resultaba hilarante ver a su jefe con esos ánimos; no era para nada usual.

―¿Cómo van esas páginas? ―preguntó a su empleada, señalando su computadora con la cabeza y el vaso en su mano.

Ese tono severo otra vez.

―E-Estoy trabajando en ellas. ―Tomó asiento rápido―. Creo que voy mejorando.

Jimin se aproximó y echó un vistazo a la pantalla para contemplar y evaluar su trabajo, dando otro sorbo a su café.

―Está horrible. Sigue practicando ―dijo, desviando la mirada y caminando en dirección a su oficina.

La muchacha se quedó boquiabierta. Su honestidad había sido hostil; él lo sabía y no le importaba. Imitó la expresión de su rostro para romper el hielo.

―¡Me esforzaré!

―Sé que así será. Gracias por su trabajo, señorita Brown ―le respondió, cruzando la puerta.

Ingresó a la habitación sonriendo y meneando la cabeza. Dejó sus cosas sobre el sofá como de costumbre y se llevó una mano al cuello, masajeándose un poco.

En cuanto sus ojos se dirigieron a su escritorio su tranquilidad se vio interrumpida y el regocijo que lo acompañaba se desvaneció. Sobre el mueble había un pequeño papel de color rosa plegado, como la última vez. Curioso, por supuesto, se acercó, lo desplegó entre sus dedos y lo leyó: El jefe Park tiene un lindo trasero. Chasqueó la lengua y bufó después.

―¡Jackie! ―gruñó, apretando el papel en su mano―. ¡Jackie! ―bramó con más ímpetu.

La muchacha se apresuró para acudir al llamado, abriendo la puerta de golpe.

―¿S-sí, señor? ―exclamó desentonada y con un poco de susto.

―Jacqueline, tú estás aquí desde muy temprano, ¿no es así?

―Se-señor, está tuteándome otra vez...

―Contesta la pregunta.

―Fui una de las primeras personas en llegar, sí.

―¿Viste a alguien entrar en mi oficina?

―No, señor. Nadie entró aquí. O bueno, ahora alguien entró aquí, usted y luego yo, por ende...

Pretendía seguir hablando, pero al ver el rostro serio e inerte de su jefe acalló al instante.

―¿Me va a despedir?

―¿Te molesta que te trate de tú? ―preguntó con algo de picardía, llevando el vaso de café a sus labios.

―La verdad me da igual, señor. Pero usted ya sabe, si la gente nos escucha podrían pensar que me acuesto con usted o algo parecido.

Bittersweet [Park Jimin] (+21) #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora