Capítulo 31: Liberación y condena

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La mano adversa detuvo su avance justo antes de llegar al pliegue inguinal. De pronto, la llevó a los cabellos rubios del muchacho, agarró unas pocas hebras entre sus dedos y las dejó caer sobre la frente. Jimin temblaba; podía sentir esa mano impertinente proyectando una sombra sobre su rostro, incluso con los párpados juntos. Asimismo, pudo percibir el aire agitarse en el momento en que se levantó del banquillo, al igual que sus pasos, rodeándolo como una fiera silente a su presa. La goma de los guantes tocó su nuca y lo próximo que aconteció fue la nariz del individuo rozando la piel de su cuello e inhalando su perfume, cosa que lo llevó a gritar con los labios sellados como los tenía. Se había corrido la mascarilla un instante solo para eso. «Aléjate, aléjate...». Era todo lo que moraba en su mente.

De súbito, su miedo se volvió pavor: su secuestrador llevó sus manos a su rostro de repente.

―Eres tan hermoso... No puedo creer que te tenga aquí, tan cerca y tan a mi disposición. Soñé muchas veces con este momento. De verdad.

Estaba situado frente a él de nueva cuenta, con la mascarilla bien puesta y la voz completamente distorsionada. Con un gruñido lastimero el apresado meneó la cabeza de un lado a otro, pero no fue capaz de librarse de su agarre, pues su tacto se volvió rudo y también lo tomó por los cabellos, tirando un poco y obligándolo a mantener sus ojos en él.

―Usé cinta adhesiva para no tener que marcar tu bello rostro con una fea y apretada mordaza. ¿Entiendes?

Jimin apretó la cubierta de sus ojos y dio un asentimiento.

―¿De verdad entiendes lo que trato de decirte? ―preguntó, dejando que se notara el asombro en su voz.

El aludido repitió la acción y se contuvo para preservar la calma, acompasar su respiración y no entregarse al llanto ni al desespero absoluto. Su captor suavizó de manera considerable su tacto, mientras contemplaba su pecho, que se movía frenéticamente; esos ojos libidinosos se humectaban en la lujuria más sórdida. Desprendió el botón de su saco, lo que desencadenó una respuesta más abrupta en su respiración. Se sacudió, esperando que la mano del sujeto se apartara, pero lejos de eso, el maldito atrapó el nudo de su corbata y tiró de él, aflojándolo. Cuando desprendió la primera cuenta de la camisa y abrió el cuello, Jimin liberó un gruñido suplicante; su cuerpo estaba frío y húmedo por una capa de sudor, reflejo de su desespero acallado a la fuerza y su ineptitud maniatada por cadenas.

―No creas que nos quedaremos en este pequeño y triste recoveco, no ―dijo, paseando su dedo lentamente alrededor de su nuez de Adán―. Mereces un lugar más grande, más bonito y glamuroso, tal y como lo eres tú. Pero por favor, mírame siquiera, ¿sí?

El chico respiró profundo, haciendo un esfuerzo monumental por no sucumbir ahí mismo. Con el sudor que se empezaba a dejar ver en su rostro, le quitó tensión a sus párpados, los separó y estacionó sus pupilas contra las opuestas, entonces el malhechor arrimó su cara a la de él, invadiendo, desde luego, su espacio personal.

―Aunque lo malo es que tendré que dormirte de nuevo. Ahora, sé un buen chico y...

Poco antes de que pudiera terminar con sus delirios enfermizos, Jimin impulsó su cuerpo hacia delante y le propinó un duro cabezazo. Acto seguido, ágil como un rayo, reveló sus manos libres, habiéndose zafado de una de las esposas al deslizarla por el agujero, perdiendo más de un anillo en el proceso. Llevó sus puños hacia delante y los descargó contra la boca del estómago del abusivo, encestando dos golpes adyacentes que lo desestabilizaron. Aprovechó ese pequeño lapso para desamarrar sus pies. Ya con uno libre, observó al atacante acercándose y con agilidad, levantó la silla, separando la pata del amarre de su pie y lo golpeó con ella, derribándolo.

Bittersweet [Park Jimin] (+21) #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora