XXV

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-Bienvenido majestad- le saluda Ginebra con una reverencia, cuando la escolta real entra en el castillo.

-Gracias Lady Ginebra- dice en respuesta.

Los soldados se retiran y ambos dejan de fingir el tono formal, con el que siempre se trataban en público.

-¿Dónde están tus perros guardianes?- dice Lancelot al no ver a Merlín o Nanashi.

-Tu nuevo título de Lord no te ayuda a tener clase ¿Verdad?- lo regaña el rey- Está vez no me acompañan, tenían asuntos que atender ya que pronto será verano y época de cosechas, además no creo que esté viaje tan largo, hubiera sido buena idea para la salud de Merlín.

-¿Qué tiene?- dice curiosa Ginebra y el rey le da una sonrisa de oreja a oreja- ¿No me digas que…?

-Fue tu idea- dice Arthur levantando sus manos.

-¡Era una broma! No escuchas las opciones razonables de tus consejeros, pero luego vas y me haces caso en eso.

-Bueno, debiste aclarar que no hablabas en serio, ahora ya es muy tarde, hasta te hemos elegido como madrina.

-¿De qué están hablando?- dice el rubio sin terminar de gustarle la complicidad de su ahora esposa con el pelinaranja.

-Que este tonto y calenturiento, metió la pata, por no decir otra cosa… y va a ser padre- explica Ginebra.

-¿Que la hechicera no tiene como 15 años?

-Tiene 18- aclara Arthur- Y no hables que tú también eres mayor que tu esposa.

-Bueno, pero yo al menos me espere, no andaba conquistando a una niña de 13.

-Mira, no hables cosas que no sabes- se molesta Arthur- O me harás llevarme de vuelta el regalo de bodas que les traje- señala por la ventana un carruaje con varias maletas, que era cuidado por Pellgarde.

-Que amable y considerado- le dice la de cabello color vino.

Los padres de Ginebra entran al salón y saludan al rey.

-Majestad, no era necesario que viniera personalmente- dice adulador como siempre aquel hombre, mientras Lancelot y Ginebra bajan a ver sus obsequios.

Arthur lo ve con desagrado al darse cuenta que parece estar buscando a Merlín entre los caballeros de su escolta que están en el patio.

-Siempre es bueno pasar a saludar, me reuno frecuentemente con los señores de cada región para escuchar sus peticiones y asegurarme que todo marche en orden en el reino- explica- Además supe la noticia de que vuestra hija había contraído matrimonio.

-Me alegra que lo tome de buena manera majestad- le dice serio- Después del desplante que le ha hecho está chiquilla.

-No me molesta en absoluto, y con la fama que Lancelot ha logrado en sus batallas, lo hace un excelente esposo y yo los apoyo completamente.

-¿Y quién será entonces la afortunada?- le pregunta mientras la madre de Ginebra hace un gesto de desaprobación- Vamos, se un par de cosas.

-¿En serio?- Arthur levanta una ceja.

-Sus hermanas, principalmente Morgana, fueron las que insistían en seguir con el compromiso, yo hubiera obligado a mi hija a casarse con usted, pero parece que al final ella logró convencerlo y ponerlo de su lado, eso solo puede significar que al igual que Ginebra, usted tiene a alguien más en mente.

-Veo que no es tan despistado- responde- Se enterará pronto, pero debe saber de que no tiene nada de qué preocuparse, todos los reinos que me den su apoyo cuentan con la protección de mi ejército, además de provisiones para el invierno en caso de que sus cosechas no den abasto.

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