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Rodrigo levantó su mano, y en un rápido movimiento la estampó con agresividad contra el rostro de Iván

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Rodrigo levantó su mano, y en un rápido movimiento la estampó con agresividad contra el rostro de Iván.

El alto tocó su mejilla, incrédulo, sintiendo como corrían lágrimas de sus ojos.

— ¿COMO CARAJO PUEDES DECIR ESO?

— ¡NO HAS HECHO NADA MÁS QUE DAÑARME Y COMPLICAR MIS COSAS! — el azabache levantó la voz, empujando al ajeno bruscamente.

— ¡TE ENTREGUÉ TODO!, ¡DI HASTA LO QUE NO TENÍA POR VOS! — lo empujó de regreso, haciendolo chocar contra la pared.

— ¡DIJISTE QUE SOLUCIONARIAMOS ESTO JUNTOS, QUE ME ENTENDIAS!

— ME CANSÉ DE ENTENDERTE, Y QUE TU NO LO HAGAS CONMIGO — se limpió las lágrimas gruesas que corrían por su mejilla.

— ENTONCES ME VOY, ASI ALGUIEN PUEDE ENTENDERTE MEJOR — agarró su teléfono y caminó hacia la puerta de la habitación.

sujetó el pestillo entre su mano izquierda, temblando ante el doloroso dolor de los sollozos de su alma gemela, la cual negaba por completo.

— Adiós, Rodrigo. No vengas a despedirte de mi el viernes.

Con esas palabras, salió de la pieza y posteriormente de la casa, dejando toda su ropa y pertenencias en la casa del castaño.

Rodrigo se tiró a la cama, con la respiración agitada y la vista borrosa.

Posicionó su mano temblorosa en su pecho, sintiendo como bombeaba su corazón, enviando señales de dolor.

¿cómo habían llegado a esto?

Iván no sabia hacia donde estaba yendo, simplemente caminaba sin algún rumbo de por medio

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Iván no sabia hacia donde estaba yendo, simplemente caminaba sin algún rumbo de por medio.

Su único pensamiento era ir a casa de Juan, ya que era su único amigo de confianza. O eso creía.

Un escalofrío lo recorrió cuando sintió la brisa fría chocar contra su cuerpo, temblando ante ello. su ser se sentía débil, al igual que su alma.

Arrastraba pasos cortos por las calles, secándose él mismo sus lágrimas.

tocó la puerta repetidas veces con sus nudillos, esperando a que le abrieran hasta que finalmente lo hicieron.

— ¿Iván? ¿Qué te pasó mi vida? — la rubia lo sostuvo en sus brazos, como un niño pequeño.

— ¿Dónde está Juan? — dijo entre sollozos.

— salió con una vieja amiga de la facultad, ¿podrías decirme que te sucede? — lo sentó en el sillón y fue a cerrar la puerta.

— Rodrigo y yo terminamos.

Abril casi se cae de espalda al piso.
Volteó la cara hacia él, con una expresión asustada, preocupada y sorprendida.

— ¿es una broma, verdad? — se sentó a su lado.

— me encantaría que fuera así, pero en realidad no lo es — se hizo bolita en el sofá.

— Ay, mi vida. Son cosas que pasan, no podes darte a morir por esto.

— Él era mi vida — sollozo.

— Apenas llevaban un mesesito, no debería doler tanto — le acarició la espalda.

— Me enseñó a amar y ser amado, a ver siempre lo bueno de lo malo. Es un ser de luz, pero apagó la mía.

quedaron en silencio.

— Ivi, ¿por qué terminaron?

— es algo muy largo, no te importaría.

— vos me importas, quiero ayudarte — le hizo sentarse en el sofá y mirarla a los ojos.

Iván la miró por unos instantes, antes de que más lágrimas corrieran por sus mejillas. Debía contarle.

Se soltó de a poco, contando desde lo más reciente hasta el día que lo detonó todo.

Rodrigo iba a dolerle por muchísimo tiempo, y todo el mundo lo sabía.

Eran la combinación perfecta de café y crema, con esa pizca de canela que endulza tu día.

Estar juntos se sentía como quitarte los zapatos de trabajo después de un largo día, transmitían esa tranquilidad y comodidad.

Perfectos como una media luna y una estrella, las cuales bailan al ritmo nocturno iluminando el cielo.

¿Todo terminaría ahí?

¿Ese amor tan hermoso se quebraria como el impacto de un vaso de vidrio contra el suelo?

Cuando dos personas se aman de verdad, siempre van a buscar la manera de estar juntos, por más de que no quieran.

Al final del día, la media luna necesita a su estrella para brillar.

Al final del día, la media luna necesita a su estrella para brillar

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𝐌𝐄𝐃𝐈𝐀 𝐋𝐔𝐍𝐀 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora