Capitulo 12: El hijo de la Triarquia.

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Los choques de espadas y gritos eran todo lo que se escuchaba.

Peleaba con todas mis fuerzas, pero parecia en vano hacerlo, las perdidas de nuestro lado eran cada vez más.

Me reuni con el Capitán y con Elia formando un círculo para cuidar nuestras espaldas.

En medio del alboroto, busqué con la mirada a Addam, pero no lo encontré por ningún lado.

Elia se separó de nosotros y atacó a uno de ellos.

-¡ELIA! ¡NO! - grito Edward.

El hombre hizo una maniobra con su espada y logró desarmarla, iba directo a clavar su espada en el abdomen de Elia, pero el capitán reaccionó rápido y la empujo al suelo.

-¡NOOO!- un grito desgarrador salió de Elia.

Su grito me hizo girar la cabeza hacia ellos, encontrándome con la triste escena de Edward tendido en el piso y Elia sujetado desesperada su pecho intentando parar el sangrado.

Por unos segundos quede atónita viendo la escena.

Pronto comenzaron a rodearnos en un círculo. Retrocedí colocándome al lado de Elia cuidando de que no intentarán atacarla cuando estaba distraída.

- E-Elia.-dijo Edward con dificultad mientras la sangre brotaba de su boca.- E-el collar.
- Lo tengo. -Elia lloraba desconsolada.
- Recuerda. - señalo el corazón de la dorniense.

Elia asintió y le sonrió por una última vez mientras sostenía su mano.

El pecho de Edwards dejó de subir, sus manos ya no respondían y esa luz que siempre traía en los ojos, se desvaneció cuando cerro sus ojos partiendo de este mundo como un digno Capitán.

Intenté mantenerme fuerte, pero un nudo se hacia presente en mi garganta de la impotencia de haber tomado la decisión de desviarnos de nuestra ruta.

Una lágrima se asomó para caer por mi mejilla, la limpie rápidamente y me mantuve atenta a cualquier movimiento de los enemigos que nos rodeaban haciendo el circulo cada vez más pequeño.

-Elia párate. - choque mi pierna con su cuerpo. - Elia por favor.
- No puedo. - sollozaba aferrada al cuerpo del capitán.
- Solo quedamos las dos ¡Párate!

Elia hizo caso omiso a lo que le dije, y los hombres ya estaban sobre nosotras.

-iParen!

Un hombre gritó haciendo que todos frenarán su paso y se quedarán en sus lugares. Mire hacia todos lados buscando de dónde provenía la voz.

-Déjenme pasar.

Los hombres que nos rodeaban se separaron formando una U dándole paso a un grupo de hombres. Al frente de ellos iba dirigiéndolos aquel hombre de ojos azules que vi hace unos instantes regañar al joven del arco.

-¡Hola Princesa! Déjeme presentarme ante usted. - se inclinó haciendo una reverencia en forma de burla.- Soy Racallio Ryndoon, hijo de la Triarquia.

Un escalofrio se extendió por toda mi espalda y mis ojos se abrieron tan grande mostrándome sorprendida.

-¡Bajen sus espadas imbeciles! Que no ven que asustan a la princesa.

Camino hacia mi con una sonrisa burlona plasmada en su rostro.

Estiré la mano donde tenía la espada, chocando la punta contra su pecho.

-No, no, no.- movió su dedo índice en negación. -No te conviene hacer eso.
-Me conviene matarte. De todas formas, igual nos matarás, así que mejor te llevo conmigo.
-Me sirves más viva. Al igual que ellos. -dio medio vuelta.- ¡Tráiganlos aquí!-comando a sus corsarios.

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