Capítulo 11: Pactos, Pasados y Peleas

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El momento de partir había llegado y los príncipes de Dorne nos acompañaron al puerto para despedirnos.

Elia finalmente había decidido aceptar mi oferta y nos acompañaría a Driftmark.

- Gracias por obsequiarnos los barriles de vino de su reserva.
- Mi padre vio lo mucho que les gusto. Antes de que se fuera me dejó la instrucción de darte suficientes barriles para que lleves a Driftmark.
- Agradécele de mi parte por este gesto.
- Lo haré. - Aliandra asintió.
- Espero que regresen pronto. Los días serán aburridos sin ustedes, especialmente sin ti. - Trystane me guiño un ojo.
- Estoy segura que encontrarán la forma de no aburrirse.-le devolví el guiño.

Aliandra le ordenó a uno de sus guardias que llamara a su hermana, la cual se encontraba plácidamente hablando con Elia y con el Capitán Edward.

- Es hora de despedirnos, Coryanne. - acaricio la mejilla de su hermana.-Tenemos que regresar al Palacio.
- Esta bien.-asintió.-Les deseo un buen viaje, y que la madre Rhoyne los proteja durante todo el camino. - Coryanne nos dio un abrazo a cada uno y se detuvo a agarrar las manos de Elia.- Tienes que venir a visitarme, si no yo tomaré un barco que me lleve a Driftmark.-sonrió con los ojos llorosos.
- Volvere, lo prometo.

Ambas amigas se fundieron en una emotivo abrazo.

Coryanne y Elia tenían un vínculo muy especial, como si se conocieran de toda la vida. Parecía que la princesa veía en su amiga una clase de hermana mayor, ya que con Aliandra era más una relación de madre-hija por la forma en que la velaba por ella




(...)




-Ustedes dos son inseparables ¿Verdad?-Subí las escaleras hacia donde se encontraba el timón.
-Princesa. -Edward asintió.- Estoy enseñándole a la joven Elia cómo se maneja el timón
-¿Necesita que haga algo por usted, princesa?
-No, gracias Elia.

Caminé hacia el borde de la popa para ver cómo el sol comenzaba a esconderse.

-No se acerqué mucho al borde princesa, la marea está un poco fuerte. - advirtió el capitán.
-No se preocupe, se cuidarme. Además, los Velaryon venimos del mar y un día también regresaremos a el.

Apoye mi pecho en el borde y balanceé una mano intentando que el agua que salpicaba la tocara.

-¡Daenerys!- grito Addam poniendo sus manos en mi cintura intentando asustarme.
-No me moviste ni un cabello.
-¿Segura? - revolvió mi cabello.

Le di un fuerte golpe con puño cerrado en su pecho.

-¡Ahh!-se quejó mientras sobaba su pecho.- Capitán usted vio eso ¿Verdad? O al menos escucho el golpe.
-Yo no ví nada, Sir.- Edward y Elia se carcajearon dándonos la espalda.

Apoyé mis codos en el borde riendo por lo bajo.

-Los dos últimos días en el palacio me ignoraste por completo.
-Estaba ocupada ordenando todo para nuestro regreso.
-¿Eso incluía a Trystane y Aliandra?
-Ellos me ayudaban con el estrés.
-¿Así se le llama hora?
-Ahora, no hora - corregí su valyrio.- Que idiota.-susurre robándole una pequeña sonrisa por el insulto.

Addam se giró apoyando su espalda baja en el borde.

-Ahora sin los Martell ¿Quien te ayudará con el "estrés"?
-Tengo un par de nombres rondando por la cabeza.
-¿Soy uno de esos nombres?
-Tal vez.- lo mire de reojo coqueteándole.-Pero con una condición.
-¿Cuál?
-Tienes que prometer que no te enamorarás de mí.

Ambrosía de Dragones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora