20| Me gusta un prohibido

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—Y entonces mi corazón hace: pum y pum

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—Y entonces mi corazón hace: pum y pum. Y yo digo: calla, calla.— les expliqué.

Franco asintió. Briana tenía una cara de confusión como si no estuviera entendiendo nada de lo que estaba pasando justo ahora, ¡Llevamos casi treinta minutos parados en medio de los casilleros esperando a que puedan comprenderme! O yo no lo estoy haciendo bien, o ellos de verdad que no entienden lo que les trato de decir.

—Paro cardiaco.— sugiere Briana.

Franco rodó los ojos mientras suspiraba.

—Nos está tratando de decir que se ha enamorado.

Briana me miró sorprendida.

—¡No es eso lo que quise decir!— expliqué.

—¿No?— Franco ahora sí que estaba confundido.— pero si tienes todos los síntomas.

—Es que ese es el problema, yo realmente no lo sé, ¿bien? He intentado fingir que no es cierto pero este último mes mi corazón no ha parado por más que lo intento y entonces pienso en él y ahora mi corazón vuelve a estar acelerado, pero es tan malo que me niego a sentirlo, porque lo que siento no debería de sentirlo, pero lo siento y estoy en problemas, estoy en muchos problemas.

—¿Estás en problemas por estar enamorado? Estás siendo un poco dramático, la gente se enamora y se desenamora, es parte de la vida y en algún momento tendría que pasarte.

—Porque está prohibido, para mi estar enamorado de él está prohibido, esto puede generar muchos problemas y no quiero ser el causante de estos problemas sólo porque mi corazón no puede mantenerse en silencio por unos minutos, por eso quiero saber si en verdad lo estoy, porque de ser así, quiero que los dos nieguen total posibilidad y que maten mis ilusiones de una vez por todas.

—Enamorado de alguien prohibido.— Briana se dignó a pensar.— eso suena romántico, cariño, pero necesito que me digas un nombre... pensar me estresa y el estrés hace que me vea vieja.

—Ahora todo tiene sentido.— le respondió Franco.

—Cállate, nerd.

Mordí las uñas de mis dedos sin saber muy bien como decirles el nombre sin que se mueran en el intento de asimilar el nombre que estaría a punto de decirles.

—Levi, dinos quien es, no debe ser tan malo.— Briana tocó mi hombro en forma de apoyo.

—Tal vez si sea un poco malo.

—Te apoyaremos y te ayudaremos con esto, pero el nombre de quien es también es importante para saber por dónde iniciar.— Franco también estaba del lado de Briana.

—Si les digo el nombre, prometan que lo tomarán con calma, ¿bien?

Los dos asintieron.

—Calma es lo que necesito para mi vida.— dijo Briana.

En sinfonías distintasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora