13| Dibujando palabras

7K 727 523
                                    

—A veces pienso que podría hacer más de lo que estoy haciendo, ¿sabes?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—A veces pienso que podría hacer más de lo que estoy haciendo, ¿sabes?

—¿Cómo qué?

—No lo sé, pienso que no hago lo suficiente.

—Me has mantenido vivo hasta ahora.— miré a mi abuelo.— Eso es algo grande.

—Pero no puedo sacarte de aquí.— susurré, recostando mi mentón en su estómago mientras lo miraba.

—¿Y qué pasa con eso? Lo que haces ahora es suficiente, sabes que estoy demasiado viejo, y esto no debería de ser algo que tú tengas que hacer, muchacho.

Suspiré.

—Odio este tipo de cosas, la vida no debió de haber sido de esta manera, seguramente con mi papá aquí podría tenerte en un lugar mejor que este.

Mi abuelo me miró, por unos pocos segundos se había quedado callado, hasta que decidió dejar ese silencio atrás.

—Mi hijo no hizo cosas buenas.

—Lo sé, pero al menos estaba ahí y a veces nos ayudaba bastante, quiero decir, al menos no desapareció como cierta cobarde.

—¿Por qué defiendes tanto a tu padre? Él no fue bueno, Demian, jamás debió haberse metido en eso, y jamás debió dejar que tú fueras parte.

—Hay humanos que hacen cosas peores, abuelo, y hasta ahora no lo acusaron por matar a nadie, porque hasta donde nosotros sabemos, sus manos no tienen sangre de otras personas.

—No lo odias.— miró hacia el frente, sin ver mis ojos. Eso había sonado más a afirmación que a pregunta.

—No lo odio.— le confirmé, aunque lo pensé mejor.— tal vez sí un poco, pero no mucho.

Mi abuelo suspiró.

—Debo aceptar que no puedo pedirte que lo odies, supongo que el poco tiempo y afecto que mostró hacia su familia te convenció.

—Me conformo con muy poco.

—No debería de ser así.

—Ya... pero, ya sabes, no es como que podamos cambiar algo ahora que ya no está y que probablemente cuando salga yo ya esté muerto.

—Los dos, probablemente.

Reímos. Me acomodé en la silla estirando mis brazos hacia arriba, agotado después de trabajar. Ya era bastante tarde y sabía que me tenía que ir, pero no quería, prefiero dormir en una silla o parado a tener que regresar a la universidad. Los dos suenan agotadores, pero aquí está mi abuelo y eso lo mejora.

—¿Lo odias?— me atreví a preguntar, aunque ya sabía la respuesta.

—Es mi hijo, se me es difícil, pero me hubiera gustado ver una vida diferente a la que tiene ahora.

En sinfonías distintasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora