CHAPTER 17; Forbidden child

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Beatrix respiro profundo cuando vió a Clarisse enfrente suyo, relajó sus hombros y empezó a caminar hacia ella

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Beatrix respiro profundo cuando vió a Clarisse enfrente suyo, relajó sus hombros y empezó a caminar hacia ella. Clarisse por su parte no se percató de su prescencia, estaba bastante ocupada entrenando con su lanza.

—Entonces. . . —carraspeó la pelirroja al lado suyo— ¿Cuál es el plan?

La castaña la miró de reojo, no dijo nada y continuó con su trabajo, eso indignó a Beatrix.

—¿Es en serio? —rió— ¿No vas a decir nada?

No recibió respuesta alguna.

Cansada de su actitud, Beatrix resopló y de repente, en un abrir y cerrar de ojos la pelirroja le arrebató el arma a la hija de ares.

- Mi lanza, ahora - ordenó la castaña extendiendo una mano.

—¿Qué demonios te pasa, Clarisse? —Beatrix arrugó el ceño— ¿Todo esto porque defendí al niño?

Clarisse bufó cruzándose de brazos.

—Sé de gente como él. Gente presumida, gente a la que le gusta llamar la atención. Tú no lo conoces, y el hecho de que lo hayas defendido como si tu vida dependiera de ello me hizo darme cuenta de lo ingenua que eres.

Beatrix negó incrédula.

—Perdió a su madre cuando llegó aquí —escupió entre dientes.

—Que mal por él.

Y aunque Beatrix no se molestaba tan fácilmente, estalló.

—¡Es un niño, Clarisse. Un niño! —gritó.

—¡Todos fuimos niños aquí, todos perdimos algo también! —contraatacó Clarisse al instante.

A pesar de que no fue lo primero que se le vino a la mente, Beatrix se dió cuenta de que quizás Clarisse la había pasado muy mal en su niñez.

Sin tener ganas de discutir más, soltó un suspiro y dejó caer la lanza a los pies de la hija de ares.

—Fuiste muy ruda con él, como si de por sí el primer día aquí no fuera una tortura. Alguien tenía que hacer algo —explicó.

Clarisse resopló con una sonrisa agridulce y rodó los ojos. Observó atenta y algo sorprendida como la pelirroja le extendió la mano en su dirección.

—Es mejor que hagamos las pases —la hija de apolo intento sonreír, sin embargo parecía más una mueca.

—No voy a pedirte perdón si eso es lo que quieres —Clarisse levantó una ceja.

—No quiero que me pidas perdón, solo quiero arreglar las cosas entre nosotras, por el bien de ambas y del campamento. A nadie le conviene tener dos líderes peleándose entre sí.

Cuando Clarisse pensó en las palabras de la pelirroja se dió cuenta de que tenía razón, por lo tanto decidió juntar sus manos haciendo las pases.

—No vuelvas a llamarme la atención frente a nadie —habló la castaña mirando con seriedad a la chica enfrente suyo.

𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓𝐋𝐄𝐒𝐒, Luke Castellan | EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora