CHAPTER 18; Reflections

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—Tal vez todo esto tenga algo que ver con el rayo maestro —sugirió Leah encogiéndose de hombros

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—Tal vez todo esto tenga algo que ver con el rayo maestro —sugirió Leah encogiéndose de hombros.

En la cabaña número 7 los hijos de apolo se encontraban conversando sobre lo que había pasado en las últimas horas, dando sus ideas y opiniones.

—Por supuesto que sí. Roban lo más preciado para zeus y un niño prohibido aparece días después. Es demasiada coincidencia —murmuró Jasper de brazos cruzados.

- ¿Incinuas que Percy robo el rayo? - preguntó Beatrix.

—Puede que sí y puede no, aún así no hay que descartarlo de nuestra lista de sospechosos.

—Ni siquiera deberíamos tener una lista de sospechosos y mucho menos deberíamos estar hablando de esto. No hay que involucrarnos en esta situación —Isaac hizo una mueca.

—¿Qué? ¿Le tienes miedo a zeus? — Jasper elevó una ceja.

Antes de que Isaac pudiese contestar, el rubio volvió a hablar.

—Estamos involucrados con todo lo que pasa en el olimpo desde que nacemos. Somos semidioses, no humanos — habló con el semblante serio.

Isaac soltó un suspiro.

—Necesito ir a tomar aire —informó Bea.

Antes de salir dió mediavuelta y señaló a su hermano mayor.

—Tú y yo tenemos una charla pendiente —recordó. Jasper asintió sabiendo a lo que se refería.

Wood no era tan bueno para ocultar secretos, no tardó mucho para que Beatrix se de cuenta de que el chico sabía del plan de Clarisse para molestar a Percy.

Al salir de la cabaña Beatrix se sorprendió al ver a la mayoría de semidioses alborotados, se preguntaban que era lo que estaba pasando. Beatrix decidió ignorar todo el escándalo y camino hacía el otro lado del campamento, se detuvo cuando vió a Percy sentado en una banca. Se veía preocupado, muy ansioso.

Decidió acercarse a él.

—Hola —saludó llamando su atención.

—Hola —Percy sonrió.

A pesar de que la sonrisa de Percy fue muy natural, Beatrix notó que algo andaba mal.

—¿Qué ocurre? —pregunto sentandose a su lado.

- ¿Qué? No, nada - Percy negó nervioso. Eso hizo reír a Bea.

—Jackson eres pésimo mintiendo.

El rubio suspiro bajando la mirada, Bea dejó de reír cuando vio que Percy no tenia ganas de bromear. Ambos se quedaron en silencio, Bea esperando una respuesta y Percy pensando en que decir.

—Bueno, al parecer zeus piensa que yo robe su rayo. —Percy hizo una mueca.

—Eres un niño prohibido, para él eres lo más cercano al ladrón —Bea apretó los labios.

—Tiene sentido, pero eso no es todo — el niño ladeo la cabeza— Resulta que ahora debo encontrar al ladrón del rayo y devolverle esa cosa a zeus, si no lo hago habrá una guerra entre los dioses.

Escuchar eso hizo que Beatrix se sintiera mal por el niño, era demasiado peso para él, para cualquiera que estuviese en su situación.

La pelirroja no deseaba que Percy siguiera de la forma en la que estaba, cansado y sin ánimos, tenía que distraerlo de alguna forma, así que la mayor carraspeó la garganta y sonrió levemente.

—¿Por qué no hablamos de otra cosa? —preguntó aún con una sonrisa.

—¿Cómo qué? —Percy frunció el ceño mirandola.

—No lo sé. Pregúntame algo, lo que sea —Bea se encogió de hombros.

Percy se acomodó en su lugar, pensando en que podría preguntarle a la mayor.

—¿Cómo es tu papá? —se animó a preguntar.

La pregunta no tomo desprevenida a Beatrix, pues supuso que el niño preguntaría por el dios en algún momento.

—Bueno, es rubio, sus ojos azules y. . . — Percy la interrumpió negando.

— No, me refería a su personalidad, ¿cómo es? — volvió a preguntar.

Beatrix hizo una mueca pensativa, pues no sabía cómo responder a eso.

— No lo sé, solo hable con él dos veces, no le preste tanta atención a su personalidad — se encogió de hombros — Pero si enserió quieres saberlo puedes preguntárselo a Isaac, él es su favorito.

— ¿Los dioses tienen favoritos? — esa pregunta hizo reír a la pelirroja.

- Por supuesto, todos los dioses tienen uno - se quedó en silencio, pensativa, como si recordará algo con nostalgia.

— Mis hermanos solían decir que yo era la favorita de mi padre, pero todo eso duró poco — arrugó la nariz.

— ¿Por qué? ¿Qué pasó? — pregunto Percy curioso.

— Los dioses suelen cambiar de opinión, son indecisos, pero no lo sé, la verdad no me importa — se encogió de hombros.

Dicho eso ambos volvieron a quedar en silencio, pero no tardó mucho para que Percy volviera a hablar.

— ¿Y tú madre? — preguntó el niño — ¿Cómo era?

La pregunta golpeó a Beatrix de forma brusca, y los recuerdos sobre su madre no tardaron en llegar.

Apesar de que Beatrix era una chica bastante capaz de solucionar sus problemas, nunca fue buena lidiando con el dolor. Prefería ignorarlo antes que hacer algo al respecto.
Luego de la muerte de sus padres la pelirroja evitaba a toda costa hablar de ellos, los llevaba en su memoria y corazón claro, pero nunca hablaba de ellos, ni siquiera con sus hermanos.

La única excepción era Luke, ya que solía hablar de ellos con él cuando se sentía débil, cuando sentía que ya no podía más, y el castaño como siempre apoyándola, dándole todo el ánimo que necesitaba, sin necesidad de aturdirla demasiado.

— Ella era fantástica — respondió con la vista al suelo, en sus labios una gran sonrisa — Hacíamos de todo juntas, veíamos películas, cocinabamos galletas e incluso solíamos jugar videojuegos. Siempre se esforzó para que yo pueda tener todo lo que yo quería, me cuidó, me protegió y no importaba lo irritante que podía llegar a ser a veces, ella nunca se dio por vencida conmigo, incluso aún sabiendo que era una mestiza.

— Suena genial — Percy sonrió.

— Sí, lo era — murmuró Beatrix con una mueca.

Percy notó la tristeza en sus ojos, notó el dolor en su voz y la forma en la que apretaba sus labios, comprendió al instante que algo le había pasado a la mujer.

— Mi madre también lo era — informó el rubio llamando la atención de Bea — Ella era increíble.

Las diferencias entre Percy y Beatrix eran muchas, agua y aceite, ambos tenían diferentes personalidades y diferentes actitudes, pero había algo que compartían, y eso era el dolor ante la pérdida de su madre, a quien ambos tanto amaban.

Al ver el dolor y la tristeza de la mayor, Percy comprendió que incluso la persona a quien él consideraba tan fuerte podía sufrir tanto como él. Después de todo el dolor y sufrimiento no tiene consideración por nadie.

Luego de seguir hablando durante unos minutos Percy le informó a la pelirroja que debía ir a la casa grande, pues Quirón le había dicho que tenía que ir a hablar con él oráculo. Beatrix comprendió esto, al ser Percy un niño prohibido supuso que tendría una charla con el famoso oráculo. Se despidió del menor sacudiendo la mano y con una sonrisa en el rostro.

𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓𝐋𝐄𝐒𝐒, Luke Castellan | EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora