Capítulo 9

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Maratón 1/3

Maya

Han pasado días desde el beso y aún no sé como sentirme. 

Ellie lleva días sin responder a mis llamadas ni a mis mensajes, y estoy empezando a preocuparme, por no hablar de que no soy capaz de estar en la misma habitación que mi hermano durante más de cinco minutos sin querer echarme a llorar. 

Dios, he besado a su novia. 

He. Besado. A. Su. Novia.

¿Qué clase de hermana hace eso? más aún, ¿qué clase de persona? 

Adoro a mi hermano, nunca querría hacerle algo así, no sé que me pasó.

Evidentemente, nada de esto es una escusa, lo hecho, hecho está y ya no hay vuelta atrás, pero eso no hace que me sienta menos culpable en absoluto. 

Estoy mirando fijamente a mi plato mientras comemos, tratando de mantener el menor contacto posible con Sergio, aunque el insiste en hablar conmigo. Me siento fatal por actuar así de seca, solo respondiendo con monosílabos y sin mirarlo a los ojos al hablar, pero si lo hiciera empezaría a llorar y tendría que contárselo todo. Siendo sincera, contarle a mi hermano que su novia le ha puesto los cuernos conmigo no es mi ideal para hoy. 

Tras el almuerzo, Val me agarra del brazo y me arrastra fuera de la cocina. 

—¿Se puede saber...?—intento decir. 

—No te hagas la tonta, Maya—espeta—. Te he dado tiempo, pero esta noche vuelvo a Londres y me niego a marcharme sin averiguar que demonios está pasando y por qué estás evitando a Sergio. 

Suspiro. Mierda, se me había olvidado que hoy era su ultimo día aquí. He estado tan metida en lo del Ellie que ni siquiera he podido sacarla de mi cabeza para pasar un tiempo con Val en condiciones, y eso me fastidia a más no poder. 

Adoro a mi hermana, y siempre me aseguro de estar con ella el máximo tiempo posible cuando viene a visitarnos, o las pocas veces que lo hago yo. Pero esta, simplemente, se me está haciendo imposible concentrarme. 

—No es nada—miento, mirando hacia otro lado. 

—Maya—advierte. 

—No es nada, ¿vale?—miento de nuevo—. No tiene importancia. 

—Claro que la tiene, May—suspira—. Sergio y tú siempre habéis sido inseparables aún cuando os lleváis tantos años de diferencia, no es normal que no puedas siquiera mantener una conversación normal con él. 

—Sí puedo, solo estoy cansada. 

—Estás pasando mucho tiempo en el taller últimamente. 

—Tengo un vestido muy difícil entre manos ahora mismo. 

—Eso no excusa la manera en la que te estás sobrepasando a ti misma—espeta—, sales de casa por la mañana y no vuelves hasta por la noche si no es para comer, cosa que tampoco haces a menudo. Te estás agotando, y eso va a pasarte factura antes o después. 

—Estoy bien.

—No, no lo estás, Maya. ¿Cuándo fue la última vez que dormiste una cantidad decente de horas?

Miro hacia otro lado. Vale, quizá esté durmiendo menos de lo normal, pero las pesadillas no me permiten conciliar el sueño de manera muy pacífica, de todas formas. Pero estoy bien. Al fin y al cabo, estoy luchando por mi futuro, ganándome un sitio en la industria de la moda. Ella sabe mejor que nadie lo difícil que es abrirse camino en el mundo del arte, debería entenderme. 

A solasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora