Capítulo 19

8 1 18
                                    

Maya

(La traducción está como siempre en los comentarios :))

Por la tarde, decido ir al taller para despejarme, pero me  lo encuentro cerrado. Es extraño, ya que solo cierra los domingos, pero resulta que hay alguien de una importante marca buscando a un nuevo diseñador y está ojeando todas y cada una de las habitaciones del taller. 

—Ha visto tu vestido—me cuenta Connie, con una enorme sonrisa en el rostro—, le ha encantado. No ha reaccionado así con ningún otro diseño. 

—¿El azul?—frunzo el ceño. No es nada espectacular—. ¿Estás segura? Es un diseño muy básico.

—Quizá no sea la pieza más innovadora de todas, pero está perfectamente confeccionada. Las punzadas del escote hechas a mano lo han fascinado, al igual de lo delicadamente que está compuesto el corsé—describe—. Lo he visto en sus ojos, Maya. Estaba fascinado. 

—Pero, ¿quién es?—pregunto, curiosa. En todo este tiempo no ha mencionado ni un solo nombre. 

—Prefiere mantenerse anónimo, por si a alguien le da por hacer alguna locura por no ser elegido—me explica—. Pero te aseguro que, si te escoge, no te defraudará.

—Seguro que no—sonrío—. ¿Hasta cuando está aquí, por cierto?

—Hoy y mañana—responde—. Quiere ver los diseños de absolutamente todos y cada uno de vosotros y, teniendo en cuenta cuántos sois y cuánta atención pone en su tarea, te aseguro que no va rápido. 

Río suavemente, aunque estoy algo decepcionada. Esperaba poder trabajar un poco para distraerme, pero se ve que eso no va a ser posible. Aunque esta noticia me alegra muchísimo, no me malinterpretéis. 

—Volveré el lunes, si te parece bien—sugiero. Necesito estar aquí durante un rato, siento que estoy dejando esto de lado—. Hace bastante que no vengo por aquí...

—Maya, te pasabas demasiado tiempo en tu habitación encerrada—rueda los ojos—. Menos mal que te has tomado un descanso, el día que te quedaste dormida aquí incluso me empecé a preocupar. No hace ni una semana de la última vez que viniste, ¿por qué te preocupa?

Me planteo decirle que me aterra no alcanzar mis metas, no hacer lo posible por cumplir mis sueños y estar estancada en una oficina en diez años preguntándome si hubiera podido conseguirlo si solo me hubiera esforzado un poco más. En cambio, solo digo: 

—No es que me preocupe, es solo que no quiero dejarlo de lado—me encojo de hombros, despreocupadamente. 

Me marcho a casa algo decaída, con todos estos pensamientos en la cabeza. Intento auto convencerme de que no es culpa mía, pero tengo una mini espinita clavada igualmente. 

Llamo a Ellie para hablar con ella un rato y olvidarme de esto, pero me sorprende escuchar lo ilusionada que está.

—¡Maya! No sabes lo que ha ocurrido—exclama. No la he escuchado tan feliz en mucho tiempo. Ni siquiera me deja responder—. ¿Recuerdas a Miles? ¿Mi amigo de la infancia?

Trato de abrir la boca para responder que no, que nunca me ha hablado de él, pero me interrumpe:

—¡Pues vuelve a la ciudad!—anuncia, emocionada—. Y acaba de terminar la carrera de psicología, ha conseguido trabajo, ¡y va a tratarme!

—¿Vas... a recurrir a un psicólogo?—frunzo el ceño. Siempre que saco un poco el tema, desvía la conversación o simplemente me ignora.

—¡Sí!—responde—. Mi padre me lo propuso ayer y me pareció buena idea, ¿no es genial?

A solasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora