Capítulo 21

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Mini Maratón 2/2

Penúltimo capítulo (escucháis eso? es mi corazón rompiéndose)

Maya

No sé cuanto tiempo ha pasado desde que recibí los mensajes de Ellie. Tampoco me preocupa. Probablemente habrán sido algunas semanas. Chiara y Dante han venido a verme unas cuantas veces, pero no les he hecho mucho caso. Sergio ha intentado hacerme comer con regularidad, pero lo máximo que he conseguido ha sido tomar algún bocado una o dos veces al día, cómo mucho. 

Tampoco duermo demasiado y, cuando lo hago, no dejo de tener pesadillas. En ellas, Ellie está besando a Miles—quien ni siquiera tiene una apariencia definida ya que no lo conozco—, y cuando se da cuenta de que estoy ahí empieza a repetir una y otra vez lo que me dijo en los mensajes. 

"Tu hermana es mil veces mejor que tú. Ella consiguió hacer sentir orgullosos a ambos de sus padres, y tú no puedes ni a la que tienes viva"

"Deberías ser más cómo Valen" 

"¿En serio crees que vas a llegar a algo con la costura? Vas a terminar muerta de hambre"

"Tu padre tenía razón cuando te decía que eras estúpida. Siempre tuvo la razón sobre ti"

"¿No podrías despegarte ni un segundo? Eres jodídamente pesada"

"De paso también podrías ir al gimnasio de vez en cuando, o controlar un poco lo que comes... Tiene algunos kilos de más y lo sabes"

Creo que esto es lo que más me duele del asunto. Le conté mis peores inseguridades, mis miedos, mis sueños..., y ha usado toda esa confianza que deposité en ella para hacerme daño y la ha tirado al suelo para después pisotearla, sin siquiera preocuparse cómo eso me haría sentir a mí. 

Decía que estaba enamorada de mí, pero si de verdad me quisiera al menos una mínima parte de lo que decía no hubiera hecho nada de esto. 

Solo salgo de la cama una vez al día, para ducharme, y es una verdadera tortura. Tengo los músculos tan débiles que las piernas me tiemblan al sostenerme sobre ellas y el agua cayendo sobre mi cuerpo hace que me estremezca y, tras la primera semana, terminé tapando el espejo del baño con una toalla para no ver mi reflejo. Cuando no está, puedo tirarme horas tirada en el suelo, llorando, hasta que alguien viene y la vuelve a poner en su sitio. 

Sergio es el que más tiempo pasa conmigo. De hecho, es el único al que dejo que se quede en la habitación durante mucho rato y al que le he dirigido la palabra durante estos días. Ni a Chiara, ni a Dante, ni a mamá..., ni siquiera a Valen, que es a la que más me duele escuchar cuando trata de hablar conmigo por teléfono. Solo a él.

Escucho unos pasos por el pasillo antes de que se abra la puerta de mi habitación y Sergio entre con el móvil en la mano. No se sorprende cuando me ve cara a la pared, con la colcha hasta la barbilla y hecha un ovillo. Esa ha sido mi posición permanente durante todo este tiempo. Se sienta en la silla que hay junto a mi cama y susurra: 

—Maya, Valen está al teléfono. 

No respondo, así que pone la llamada en altavoz. 

—Hola...—escucho a través de altavoz.

—Hola—susurro de vuelta.

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