Capítulo 6

14 1 0
                                    

Iba a subir doble capítulo por no haber sacado la semana pasada, pero no me da la vida :(. Lo siento, espero que disfrutéis este <3

Ellie

Cuando veo a Maya marcharse por la puerta, siento como mi mundo se me desmorona una vez más. ¿Cómo no podía aún darse cuenta? ¿Cómo podía aún pensar que le mentí sobre justo lo que no lo hice?

Claro que estaba enamorada de ella, nunca he dejado de estarlo, pero no podíamos ser nada, o la destrozaría cuando llegara la hora. Y por mucho que dijeran que no me permitirán hacerlo, tanto ella como Riley saben que lo intentaré hasta conseguirlo. 

Aún recuerdo el día que Maya me lo dijo, el "te quiero" de sus labios es y será lo más bonito que he escuchado y  escucharé jamás. Esos mismos labios que después me besaron durante horas aquella noche. Era perfecto... hasta que descubrí lo de Ashley. 

Cuando mamá me contó lo ocurrido, fue como si me arrancaran el corazón y me arrebataran la vida, aunque, por alguna razón, yo seguía respirando. Pero ella no. 

Ni siquiera encontraron su cuerpo. Ni siquiera pudimos darle un entierro digno. 

Muy poca gente sabe que, en realidad, los ataúdes que hay bajo las tumbas del tercer pasillo a la derecha, al fondo del jardín de flores amarillas, esos con los nombre de Ashley Wilson y el de Anthony Bellrose están vacíos. Ni siquiera Riley lo sabe. 

Suspiro y me desplomo hacia atrás, con los ojos cerrados. Ahogo un quejido de dolor cuando las vías me hacen daño por el tirón. 

Recuerdo la expresión de mamá, cómo se le rompía la voz y las noches que pasó sin dormir. El imbécil de John seguía tan tranquilo mientras ella y yo luchábamos para seguir adelante, algo que nos parecía cada vez más difícil a ambas. Al final, John le comió la cabeza a mamá y la convenció de que que Ashley hubiera muerto era lo mejor pero, ¿cómo iba la muerte de su hija a "ser lo mejor"? De un día para otro, mamá dejó de llorar y empezó a despreciar a Ashley, igual que él. 

Y por eso tomé mi decisión. Una decisión a la que aún soy fiel.

Las vías vuelven a hacerme daño cuando me incorporo de golpe para coger mi teléfono, que ha empezado a sonar. Lo agarro esperanzada, pensando que es Maya, diciendo que vuelve para hacerme compañía, pero frunzo el ceño cuando veo el nombre que aparece en la pantalla.

—Hola—dice una voz masculina cuando descuelgo y me pongo el móvil en la oreja. 

—Hola, supongo.

—¿Supongo?—suelta una risa ronca—, sé que nunca hemos hablado mucho, pero no hay necesidad de ser fría, Elisabeth. 

—Sabes que odio que me llamen Elisabeth. 

—¿Por qué piensas que lo hago?

—Idiota—sonrío—, ¿Qué querías?

—Pues... necesito un favor—anuncia—, y no creo que te disguste. 

—No sé si creerte...

—Primero escúchame, decide cuando te lo haya explicado todo. 

—Está bien—suspiro—, te escucho.

A solasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora