Heechul sintió el miedo recorrer su espalda, su mirada se posó en aquellos orbes obscuros.
– ¿Qué quieres de mí? ¡Aléjate! –chillo asustado al ver cómo era arrinconado en el rincón de un callejón. – ¿Que pretendes? –comenzaba a exaltarse al ver que no tenía salida alguna.
El rubio sonrió ladinamente al ver como el niñito rico estaba temblando del miedo –A ti –su voz profunda y grave retumbo en todo el pequeño lugar. –Siempre te he querido a ti... Kim Heechul –el contrario lo miro con ojos de sorpresa.
Hankyung era el chico malo, el chico al que a todos asustaba y odiaban, todo por su aspecto.
Su cabello era rubio casi blanco algo largo que topaba sus hombros siempre desordenado y lacio, en su rostro siempre tenía una expresión de ceño fruncido sin mencionar esos piercings que decoraban su oreja, labio y ceja, esos tatuajes que cubrían varias partes de su morena piel, uno que abarcaba todo su brazo derecho mientras otros que se encontraban por diferentes partes de su cuerpo.
Muchos le temían, y tenía una mala reputación en la universidad, no tenía muchos amigos y no le interesaba tenerlos, él y su soledad eran un complemento perfecto.
Aun así no pudo evitar quedar flechado por la persona más creída, fastidiosa, ególatra y con aires de superioridad que existía en el campus.
Kim Heechul, el proclamado príncipe de la universidad SM, su egocentrismo era demasiado que más de una vez quiso partirle esa bonita cara que tenía, pero cuando tenía la oportunidad perfecta no lo hacía, y la razón era que ese chico lo traía loco.
Oh si, el chico malo estaba babeando literalmente por el piel lechosa.
Siempre vigilando sus pasos, observando lo que hacía. Se había convertido en su obsesión.
– ¿Qué demonios estas diciendo?, solo déjame ir –el pelinegro cerro los ojos esperando lo peor. Se sobresaltó al sentir el dedo del contrario deslizarse por su mejilla, una caricia demasiado tierna para venir de una persona como él.
– ¿Cómo puedes ser tan hermoso? –escucho el susurro del chico.
Hankyung era el nombre del chico que lo tenía en ese horrible lugar, sabia de su existencia ya que no pasaba desapercibido, era tan extraño y aterrador pero aun a así no pudo evitar crear una cierta atracción por él.
Todo se dio cuando por un error lo encontró semidesnudo en los vestidores, el rubio se encontraba cambiándose sin percatarse de la atenta mirada de Heechul.
Él piel lechosa intento irse y dejarlo solo pero no pudo, sus pies se quedaron clavados, su mirada no pudo despegarse del contrario.
Su piel estaba cubierta de tatuajes, eso lo sabía pero nunca se había percatado de lo hermosos que eran, no eran garabatos sin sentido si no bellas imágenes. La terrible perspectiva que tenia del chico malo desapareció, comenzó a mirarlo de manera diferente.
–Sé que no te soy indiferente –susurro suavemente en su oído, dejando que las palabras sedujeran a Kim.
–No, no lo eres –esa dulce mirada que le regalo el mayor lo hizo sonreír –Solo que no pensé que te me declararías de esta manera y en este horrible lugar –declaro algo sonrojado.
Con timidez se irguió para mirarlo fijamente, el chico era muy apuesto a pesar de tener tantas perforaciones en la cara. Mirándolo bien era sumamente guapo.
–Me gustan mucho –con suavidad tomo su rostro pasando los dedos por los piercings del hombre, Hangeng solo se limitó a cerrar los ojos dejándose llevar por las caricias que le regalaban. – ¿Como... como sabias que me llamabas la atención? –