Capítulo 1

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Mamá recorre de arriba a abajo la escalera nerviosa, ha pasado por mi habitación unas siete veces metiéndome prisa. Mi padre sin embargo está en el salón sentado en el sofá con las llaves en la mano, mientras intenta convencer a mi hermano Jules sobre cortarse el pelo. La verdad es que le hace falta, lo lleva desaliñado y si fuera por nosotros lo tendría mucho más corto.

-¡Ameeeeeliaaaaaa!_ grita mi madre desde el piso de arriba, presa del nerviosismo, mientras corre escaleras abajo con mis maletas_ ¿Estás preparada cielo?

-Sí mamá, ya nos podemos ir_ le contesto, dejando la taza de café encima de la encimera, a continuación me paso un poco de gloss por los labios y lista.

-¿No estás nerviosa señorita Amelia?_ pregunta Jules entre risas mientras se encamina a la puerta.

-Jules te he dicho mil veces que no me llames señorita Amelia,_ le recuerdo al pequeño cavernícola_ y no estoy nerviosa, recuerda que es mi segundo año, no hay nada que me pueda sorprender en esa residencia.

-Ups es verdad, la señorita Amelia es la sabionda de la residencia_ dice poniendo los ojos en blanco, en ese momento empiezo a correr detrás de él para atizarle una colleja.

-¡Chicos vale ya!_ grita mi padre, haciendo ver lo nervioso que está aunque intente ocultarlo_ subid al coche.

En ese momento Jules y yo decidimos que es mejor parar y entre insultos en voz baja salimos por la puerta de esa casa y subimos al coche rumbo a la Universidad.

...

Justo delante del coche se erige el campus de la Universidad en la que desde pequeña he soñado estar. Jules, con sus quince años lo mira con admiración. Sé perfectamente que él no tiene previsto ir a ese centro, ni siquiera estoy segura de que quiera hacer estudios superiores. Pero de eso aún hay tiempo, seguro que conseguimos que vaya. Tenemos que conseguirlo, no podemos dejar que el pequeño cavernícola se salga con la suya. Después de bajar las maletas del coche, mi padre y mi hermano se van al parking a aparcar el coche, mientras mi madre y yo vamos al tablón en el que se sitúan las nuevas habitaciones y los compañeros.

-¡Oh, no!_ digo, ahogando un grito mientras veo la espantosa cara de mi madre_ Las habitaciones este año son mixtas

No me puedo creer que este año hayan cambiado la dinámica. El año anterior tuve una habitación para mí sola, claro que no era muy grande, pero era para mí sola. Ventajas de que el amigo de la familia sea el rector de la Universidad y de que tus padres tengan dinero. Pero este año... ¡Dios este año! Están locos, completamente locos. Miro a mi madre con cara de espanto y me hace una seña para que vaya al otro tablón para ver con quien me ha tocado. Asiento con la cabeza y decido ir. Está repleto de chicos y chicas que he visto alguna vez que otra y con los que he hablado amistosamente, aunque con ninguno de ellos ni de ellas he llegado a tener la más mínima amistad. Arremeto con cuidado entre dos chicas que suspiran de alivio cuando ven con el chico que les ha tocado. Nerviosa busco mi nombre en la lista de alumnos de segundo curso, no estoy en la primera. Empiezo a inspeccionar la tercera y veo mi nombre. Amelia Johnson, habitación 134, compañero Alexandro Watson.

-No, por favor_ noto que el color desaparece de mi cara y veo la figura de mi madre aparecer a mi lado, recorriendo la lista con el dedo buscando mi nombre.

-Alexandro Watson..._ dice mientras parece estar pensando, dando vueltas entre los nombres de sus amigos ricos para comprobar que no tiene ninguna relación con ellos._ ¿Lo conoces Amelia?

-...No mamá._ miento, apartándome de la multitud_ Bueno sí, es un chico un poco problemático según dicen pero nunca he hablado con él.

-¡Oh dios mío!_ dice mi madre tapándose la boca con un gesto más bien teatral_ Si quieres ahora mismo vamos a hablar con el rector para que vuelva a darte la habitación del año pasado.

-No mamá, da igual._ suspiro mientras cojo la maleta y busco con la mirada a mi padre y a Jules_ Bastantes problemas tuve el año pasado con eso, no quiero tener los mismos este año... ¡Papá, Jules!

Hombre y chaval se acercan por el campus en nuestra dirección y voy a darles un abrazo de despedida. Ya son casi las una y pronto será la hora de comer. Sé que la mayoría de las familias se quedarán hoy, pero ellos no lo harán. En cuanto salgan de aquí irán a casa del señor Bennet a pasar la tarde y yo me quedaré en mi habitación mirándome el nuevo horario.

...

Hay poca gente en el pasillo, sólo algunos alumnos que van a dejar sus maletas en la nueva habitación. Mi padre se ha ofrecido a acompañarme pero he denegado la petición, cuanto más tiempo se queden, más me costará despedirme. Habitación 130,... 131,... 132,... y por fin. Habitación 134.

-Bueno, vamos allá_ susurro en voz baja abriendo la puerta de la estancia, que resulta estar vacía._ Mejor para mí, cuanto menos tiempo esté ese chico aquí, mucho mejor.

Me siento en la cama agotada, pero decido que no es tiempo de descansar. Abro la maleta y comienzo a meter ropa en el armario y en la cómoda. Cuando acabo, resultan ser las dos y media y me rugen las tripas por el hambre. Cojo el bolso y salgo de la habitación en dirección a la cafetería que a esta hora debe estar repleta de gente. Cuando llego, me doy cuenta de lo equivocada que estaba, la estancia está vacía y voy directamente a la barra.

-Hola, ¿hay pasta?_ pregunto sacando dinero del bolso

-Sí, claro._ dice cogiendo un plato y llenándolo de espaguetis_ Pero hoy por ser el primer día es gratis

-Ah, guay_ digo cogiendo el plato que me tiende la mujer y después cojo una lata de cola._ Gracias

-A ti_ contesta con una alegre sonrisa

Me cae bien esa mujer, a partir de ahora voy a venir más a comer aquí. Por el camino me encuentro a Natalie, una chica que estaba conmigo en clase de Literatura el año pasado, nos intercambiamos un rápido "Hola" y me siento en una mesa de la esquina, al lado de la ventana. Desde aquí se ven los estudiantes con sus familias que salen del campus para hacer una visita a la ciudad. Ojalá estuviera aquí Jules, seguro que hacía algún comentario sarcástico de por qué se me están cayendo los espaguetis del tenedor, o de cómo miro por la ventana, o incluso de cómo respiro. ¡Maldito Jules! Pero es mi hermano pequeño y lo quiero, con estos pensamientos veo entrar a una chica por la puerta de la cafetería. Tiene el pelo rojo y viste un poco llamativa, mira en mi dirección y escupe al suelo. Yo me quedo mirándola con cara de sorprendida, mejor me levanto y me voy de aquí cuanto antes.

-¡Eeeeeeey!_ me llama la chica

-¿Qué?_ gruño tirando las sobras a la basura

-¿Tú eres la enchufada?

-Supongo_ digo ladeando la cabeza hacia un lado y salgo por la puerta.



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