Baile de tensiones

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El club nocturno estaba lleno de energía y bullicio, con luces parpadeantes y música vibrante que seguía inundando el ambiente. Las chicas de Alquimia y Ecos del Abismo se mezclaban entre la multitud, riendo y bailando juntas como si fueran amigas de toda la vida. El resto de los asistentes también parecían estar disfrutando, algunos charlando animadamente en grupos, y otros moviéndose al ritmo de la música en la pista de baile.

Sin embargo, en la barra, Juanjo y Martin seguían esperando en silencio, con un clima tenso entre ellos. Mientras el resto del lugar estaba inmerso en la diversión, ellos parecían estar en su propio mundo, desconectados del ambiente festivo que los rodeaba. A pesar de los esfuerzos de Martin por romper el hielo, la conversación entre ellos seguía siendo escasa, y la espera del camarero se alargaba, añadiendo más incomodidad a la situación.

— Joder, esto es increíble. ¿Se lo ha tragado la tierra o qué?—Juanjo parecía desesperarse cada vez más ante la espera, causando cierta inquietud en su acompañante.— ¡¿Hola?! —dijo, levantando la voz más de lo normal, dando golpes bruscos en la barra.

Aquella acción repentina tomó por sorpresa a Martin, quien perdió la paciencia ante su insistencia.

— ¿¡Quieres parar y relajarte!? —dijo, con la voz elevada.

Juanjo se dio por aludido, girando su rostro hacia el chico, con cierta sorpresa ante su reacción.

— Macho, es que ni que hubiera ido al Polo Norte a por los hielos. Alucino —dijo, con una mirada de odio que no pasó desapercibida.

— Pues tienes que aprender a tener paciencia, y a controlar tus impulsos.

— Gracias por el consejo, sobre todo después de que acabes de gritarme en toda la cara hace nada —contestó ácido.— Desde luego, tiene tela el complejo de héroe este... Consejos doy pero para mí no tengo.

La discusión se intensificó rápidamente, con Martin expresando su frustración.

— ¡Es imposible hablar contigo, Juanjo! Siempre estás a la defensiva y lanzas comentarios dañinos sin importarte cómo pueda sentirse el resto. Eres cruel, y disfrutas lastimando a los demás — exclamó con un tono de voz cargado de indignación.

Juanjo lo miró con una mezcla de incredulidad y molestia, preparado para contraatacar.

— Tú no tienes ni idea de quién soy yo, Martin.
Antes de que pudiera seguir, lo interrumpió.
— Aunque te sorprenda, sé mucho más de lo que crees. Puedo ver muchas cosas a través de tu mirada y tu comportamiento.

— Ya está otra vez el friqui con el psicoanálisis —dijo Juanjo a la vez que rodaba los ojos— que me dejes en paz, pringado.

Martin soltó una risa sarcástica.

— ¿No ves? Ya estás ahí otra vez. Desde que nos conocimos, todo lo que hemos hecho es discutir. Y en vez de actuar como una persona normal prefieres enmascararte con esa pose de chulo para no parecer vulnerable a los demás.

— Gracias por la sesión, ¿cuánto te debo?— respondió con una sonrisa falsa, burlándose de él.

— Sabes que tengo la razón y no lo soportas.

— Lo que no soporto eres tú.

Mientras Juanjo y Martin se enfrentaban con sus miradas, envueltos en su burbuja de odio, el tiempo parecía detenerse a su alrededor, como si estuvieran atrapados en un combate silencioso donde las palabras eran armas invisibles. Cada mirada era un desafío, cada respiración un recordatorio de la calma que mantenía la superficie.

A medida que el enfrentamiento se intensificaba, el aire se volvía más denso entre ellos, como si una tormenta se estuviera creando en aquel rincón del club. Las respiraciones se ralentizaban, como si ambos estuvieran conteniendo el aliento, atrapados en una especie de trance hipnótico.

Choque de acordes ★ JUANTINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora