Magia en el bosque

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La imagen de Martin abandonando la terraza y el piso con rapidez, envuelto en una mezcla de impotencia y furia, era palpable para todos los presentes. Sus pasos resonaban con fuerza en las escaleras del edificio mientras descendía a toda prisa, sin detenerse ni un segundo a mirar atrás. La puerta principal se abrió de golpe, dejando entrever su figura desapareciendo por el umbral hacia la calle.

Una vez fuera, Martin caminaba con determinación por la acera, con la mirada fija en el suelo y los puños apretados con rabia. Su mente bullía con pensamientos turbulentos, mientras su corazón latía con fuerza en su pecho, bombeando una mezcla de emociones que lo impulsaban hacia adelante.

Cada paso era una huida desesperada de la cruel realidad que acababa de enfrentar. No tenía un destino definido en mente, simplemente caminaba, dejando que sus pies lo llevaran donde quisieran, lejos de aquellos comentarios hirientes que habían perforado su alma.

El bullicio de la calle se desvanecía a su alrededor, eclipsado por el torbellino de emociones que lo consumía. Se sentía como si estuviera en una especie de trance, atrapado en un laberinto de pensamientos oscuros y emociones tumultuosas, incapaz de encontrar una salida.

Sin rumbo fijo, continuó caminando, dejando que la brisa fresca de la tarde acariciara su rostro, mientras la ira y la frustración lo impulsaban hacia adelante, llevándolo por calles desconocidas, en busca de alguna clase de alivio que parecía esquivarlo a cada paso.

Enseguida se adentró en un sendero, dejando atrás el bullicio de la ciudad y sumergiéndose en la serenidad del bosque. La vegetación espesa rodeaba el camino, filtrando la luz del sol y creando un juego de sombras y luces en el suelo cubierto de hojas secas.

A medida que avanzaba, el sonido de sus propios pasos se mezclaba con el susurro del viento entre las ramas y el canto de los pájaros en lo alto de los árboles. El aire fresco y húmedo le llenaba los pulmones, proporcionándole una sensación de calma y tranquilidad que tanto necesitaba en ese momento.

Finalmente, encontró una roca grande y plana junto al camino y decidió detenerse allí. Se sentó con pesadez, dejando que el peso de sus pensamientos se asentara sobre sus hombros. Cerró los ojos y respiró profundamente, tratando de encontrar algún consuelo en la quietud del lugar.

El silencio del bosque era casi ensordecedor, pero en medio de esa quietud, Martin encontró un espacio para reflexionar sobre todo lo que acababa de suceder. Se sentía abrumado por la avalancha de emociones que lo había golpeado, pero al mismo tiempo, se aferraba a la esperanza de que este momento de soledad le brindara la claridad que tanto anhelaba.

Con cada respiración, se esforzaba por calmar su mente y encontrar algún tipo de respuesta a las preguntas que lo atormentaban. ¿Qué hacer ahora? ¿Cómo lidiar con el dolor y la humillación que había experimentado? ¿Dónde encontrar la fuerza para seguir adelante?

A medida que el tiempo pasaba, comenzó a sentir una sensación de paz y tranquilidad que lo envolvía, como si el bosque mismo estuviera susurrándole palabras de consuelo y esperanza.

No sabía cuánto tiempo había pasado desde que se sentó en esa roca cuando vislumbró una figura acercarse a lo lejos.

Juanjo emergió entre los árboles con una sonrisa traviesa en el rostro, como si estuviera disfrutando de alguna travesura secreta. Sus pasos resonaron suavemente en el suelo cubierto de hojas secas mientras se acercaba a Martin, quien estaba absorto en sus pensamientos.

— ¿Qué haces aquí? —preguntó Martin con sorpresa, levantando la mirada para encontrarse con la figura del chico entre la penumbra del bosque.

— Te estaba buscando —respondió Juanjo con una nota de complicidad en su voz. —He seguido el rastro de mala hostia hasta encontrarte, fue fácil —agregó, intentando aligerar el ambiente con un toque de humor.

Choque de acordes ★ JUANTINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora