Mini-maratón 2/2.
Luke.
Te quiero mucho.
Fruncí el ceño. Todo se veía oscuro, y perdí la cuenta de las veces que esas tres palabras se repitieron en mi mente a través de una voz lejana.
Poco a poco empecé a escuchar sonidos y empecé a sentir algo de frío. Con pesadez empecé a abrir los ojos lentamente. Primero, observé todo de manera borrosa y con una punzada de dolor taladrándome el cerebro, ya luego pude ver con claridad donde estaba y la punzada aumentó.
Una habitación médica.
Intenté hablar, pero solo me salió un gruñido. Tenía una máscara respiratoria cubriendo mi boca y mi nariz. Me removí un poco y noté que algo estaba sobre mi pecho. Bajé la mirada lentamente hasta este y la punzada fue directo a mi corazón esta vez.
Carter.
Carter estaba ahí, con la cabeza recostada en mi pecho y el cabello desordenado. No podía verle la cara porque esta no apuntaba en mi dirección, pero siempre podría reconocer ese cabello.
Con mi mano libre logré quitarme la máscara y respiré hondo.
Carter pareció sentirme porque se removió y luego se levantó muy rápido, mareándose en el acto. Apretó los ojos y así se quedó por un momento, cuando los abrió me dió un repaso que hizo que esta vez yo me removiera, incómodo.
Tenía los ojos ligeramente hinchados. Había estado... ¿llorando? Otra punzada a mi corazón.
Volví a ser consciente de donde estaba, y el recordar el porqué, se alojó una presión de incomodidad en mi pecho. No quería saber quiénes estaban al otro lado de la puerta, no quería ver sus caras, sentía vergüenza de mí mismo, probablemente ellos también. No quería ver sus expresiones decepcionadas.
—Lo saben ¿no es así?
La expresión de Carter cambió levemente a una de tristeza y bajó un poco la mirada para luego asentir mínimamente con la cabeza.
—No sabía que hacer... —murmuró.
El pecho se me contrajo al notar esa fragilidad que nunca me había permitido ver. No podía enojarme con el, lo había hecho por mi bien, le había dado un susto que posiblemente no podía describir.
—Está bien... —tragué saliva.
Levantó la mirada de nuevo hacia mi. Le sonreí como pude, pero la verdad era que, era falsa. No me sentía bien allí, ni con lo que posiblemente ya estaba decidido.
—Diles que pasen, por favor. Quiero acabar con esto de una vez. —le pedí.
—Yo... —tragó saliva —. Tenemos que hablar primero.
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Una Última Oportunidad.
RomanceEl tiempo lo cura todo, o al menos eso dicen, solo qué hay heridas que duran en sanar mas qué otras; sobre todo cuando no es la primera vez que estas son abiertas. Luke Anderson, un corredor que ha salido herido muchas veces en su vida y siempre su...