Luke.
Salimos del restaurante y nos paramos junto a la puerta.
El corazón me iba a mil por segundo, y ver su cara de leve confusión no me ayudaba en nada.
—¿Qué es tan malo como para que tengas esa cara? —me preguntó, frunciendo el ceño inconscientemente.
—Suelo ser muy sincero contigo, y últimamente no lo he sido. No, para nada.
Ni siquiera podía verlo a la cara. Dios, que terrible era esto.
—¿Que ha pasado, Sky Blue?
Me recosté de la pared y suspiré.
—Tengo... Tengo un nuevo diagnóstico. —musité, lo suficientemente alto para que escuchara.
Carter me incorporó, poniendo sus manos en mis mejillas, obligándome a mirarlo.
—No importa que sea, lo afrontaremos. Cuéntame de eso. ¿Que diagnostico?
En serio deseaba que todo fuese mentira. Que la dependencia no existiera, que solo se tratase de irme a rehabilitación, superar las drogas y volver a tener una vida tranquila.
Pero no, mi vida tenía que ser así de miserable siempre. Habían cosas que nunca cambiaban.
—No puedes afrontarlo conmigo. —negué con la cabeza. Mis ojos se humedecieron.
El desconcierto en su cara me dió una bofetada.
—¿Por qué dices eso? —la voz le tembló.
Cerré los ojos, intentando respirar con calma.
—Sky Blue...
Y lo hice de la peor forma. Cruda y sin empatía.
—Desarrollé una dependencia emocional hacia ti.
Ya no podía contenerlo más. Llevaba días fingiendo que no pasaba nada importante. Llevaba días callando, como lo había hecho siempre. No podía seguir así.
Los segundos transcurrieron como horas. Carter parpadeó, como si no comprendiera del todo las palabras que habían salido de mi boca. No habló, no dijo nada, como si esperaba a que le dijera que todo era una mala broma de mi parte.
Supe que lo comprendió cuando la esperanza se fue de sus ojos y estos reflejaron un triste entendimiento.
En el momento en que sus manos se despegaron de mis mejillas por inercia y sus ojos se humedecieron, sentí un golpe doloroso en mi pecho.
—Escucha... No..., no tiene porqué cambiar algo.
Carter negó frenéticamente con la cabeza.
—Cambia todo.
—No, Carter, yo te quiero ¿si? Por favor, no...
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Una Última Oportunidad.
RomansEl tiempo lo cura todo, o al menos eso dicen, solo qué hay heridas que duran en sanar mas qué otras; sobre todo cuando no es la primera vez que estas son abiertas. Luke Anderson, un corredor que ha salido herido muchas veces en su vida y siempre su...