Luke.
Me quité el casco al detenerme frente a los chicos, estaba tanteando la arena antes de qué empezaran a colocar los obstáculos.
—¿Qué tal? — Preguntó Rhett, Recostado de su moto mirándome a través de sus lentes de sol.
—Dos curvas gemelas y una curva bastante angosta seguida de esas dos. —respondí.
—Ya veo porqué se habla tanto de las arenas al otro lado de la ciudad. — Dijo Brooke con una mueca.
Esta carrera era al otro lado de nuestra ciudad, tuvimos que pedir reservación en un hotel y conducir unas seis horas. Lo bueno fue que Susan se ofreció a llevarnos en su camioneta y que Jacob tenía un auto donde llevó a Brooke y a Carter. Ellos se quedarían para darnos ánimos, lo que me parecía un detalle precioso.
—¿Eso que escucho es miedo, Brooki?
—¿Eso que escucho es una petición para patearte las pelotas, Rhett?
Sacudí la cabeza y sonreí. Siempre con lo mismo.
—Mejor vámonos al hotel. — sugirió Mason —. Quiero descansar un poco antes de la carrera.
—Si. —asentí.
Así lo hicimos. Fuimos al hotel para descansar un rato.
Dejé que los chicos fueran a sus habitaciones mientras yo me compraba algo de beber en el bar. La cerveza me tentaba, pero ellos habían sido claros respecto al alcohol, así que opté por un refresco de manzana verde y compré uno de uva para cierto señorito que me esperaba en mi habitación.
Subí por el ascensor y todo el rato estuve chocando la punta de mi zapato contra el piso. Estaba aliviado de qué nadie más se había subido porque podía llegar a ser molesto. Últimamente no podía mantenerme quieto por más de 30 segundos, y la mayoría del tiempo mi cuerpo se encontraba en un estado de ansiedad que podía llegar a ser preocupante.
Salí del ascensor y poco después llegué a mi habitación correspondiente, abrí con mi llave y entré. Mientras me quitaba mi chaqueta observé a un Carter recién levantado. Podía notarlo por sus ojos somnolientos y su cabello más desordenado que de costumbre.
—Hola. —saludó.
—Hola.
Llegué hasta la cama y le extendí el refresco, el cual tomó con pereza pero a la vez a gusto.
Me tiré en la cama y observé que había una rosa hecha de tela color azul celeste sobre una de las almohadas.
—¿Y eso? —no pude evitar preguntar.
—Oh, lamento lo poco romántico —Carter la tomó y se tumbó de espaldas a mi lado —. La compré para ti.
El corazón me dió un vuelco cuando me la extendió. Estoy seguro de qué mis ojos brillaron, reflejando lo bien que se sentía recibir ese detalle de su parte, y no solo eso. También era el hecho de que se había tomado la molestia de tenerlo conmigo.
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Una Última Oportunidad.
RomanceEl tiempo lo cura todo, o al menos eso dicen, solo qué hay heridas que duran en sanar mas qué otras; sobre todo cuando no es la primera vez que estas son abiertas. Luke Anderson, un corredor que ha salido herido muchas veces en su vida y siempre su...