Capítulo Uno

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Desperté de mi sueño profundo con el corazón latiendo fuertemente. La tarde del 2 de julio brillaba a través de la ventana, anunciando un verano caluroso y radiante.

En ese sueño aún podía sentir la sensación del invierno en mi piel, recordando aquel 2 de febrero, mi cumpleaños

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En ese sueño aún podía sentir la sensación del invierno en mi piel, recordando aquel 2 de febrero, mi cumpleaños.
Mis amigos estaban todos reunidos en casa, celebrándolo todo como si fuera una ocasión especial. Y entonces él llegó, conduciendo su Mercedes Benz de color negro y deslumbrante. Eric era rubio, elegante y millonario, pero había algo más en él que me atrajo desde el primer momento.
Sin mediar palabra ante mis amigos sorprendidos, se acercó a mí y me plantó un beso apasionado frente a todos. Fue un gesto valiente por parte de ambos; sentí la tensión entre nosotros mezclada con una sinceridad abrumadora.
Luego nos escapamos juntos hacia nuestro lugar secreto donde solíamos encontrarnos para estar solos. No recuerdo bien cómo llegamos allí o qué hicimos exactamente esa tarde, solo sé que cada segundo junto a Eric era mágico e inolvidable.
Eso fue todo. Ahí terminó mi sueño cuando mi mamá me despertó tocando en la puerta.
-Archie, la cena ya está. Levántate para que me ayudes a poner la mesa -dijo ella con la puerta entreabierta.
Me lavé el rostro después de la siestecita. Aún con las imágenes del sueño en mi cabeza. Creo que dije algo así como: "pero no es mi cumpleaños" entre dientes. Seguramente eran daños colaterales de la siesta de tres horas.
Desde que estoy en casa, eso es lo único que sé hacer, dormir.

Mientras colocaba los platos en la mesa, escuché a mis padres murmurar entre ellos. No pude evitar pensar que estaban tramando algo, especialmente mi padre Archibald, quien a veces no es muy normal y mi madre que siempre le sigue la corriente. ¡Vaya par de locos! ¿Y ahora resulta que yo tengo que ser el cuerdo de la familia?
Mi madre, Odette, es una mujer de treinta y cinco años con el pelo negro risado que le cae de forma natural hasta los hombros. Su cabello es abundante y lleno de vida, añadiendo un toque de misterio a su apariencia. Tiene un gran parecido conmigo. Su rostro es suave y delicado, con ojos expresivos que transmiten emociones intensas. Su nariz es pequeña y bien definida, en armonía con sus labios suaves y rosados, a diferencia de mi, tengo la nariz recta. Odette tiene una figura esbelta, resultado de su dedicación a la moda y su trabajo como diseñadora. Suele vestir con estilo y elegancia, mostrando su creatividad y buen gusto en la elección de sus prendas. En cambio mi padre, Archibald, es un hombre alto de treinta y cinco años también. Su altura le confiere una presencia imponente y segura de sí mismo. Tiene una barba bien cuidada que le da un aspecto maduro y sofisticado. Su cabello oscuro enmarca su rostro, aportando un contraste interesante con su piel clara. Sus ojos son penetrantes y reflejan su inteligencia y determinación. Archibald tiene una mandíbula cuadrada y una sonrisa encantadora que ilumina su rostro. Su figura es atlética, resultado de su estilo de vida activo y energético. Como director creativo de una agencia de publicidad, su vestimenta es moderna y sofisticada, reflejando su pasión por la moda y el diseño y también por la dedicación de mi madre.
-Mamá, papá... ¿qué están planeando esta vez? -pregunté con una sonrisa divertida.
Mi madre me miró con complicidad y respondió:
-Oh querido, solo estamos pensando en tener unas vacaciones diferentes este verano.
-¡Sí! Y qué mejor manera de hacerlo que haciéndote cortesía del peluquero para arreglar ese cabello rizado tuyo -añadió mi padre riendo.
Me quedé boquiabierto por un momento antes de soltar una carcajada.
-¡No way! ¡No se atrevan a tocarme ni un solo rizo!
-En serio Archie, córtate el pelo, pareces a Tarzán con piojos.
-Mi pelo está bien así -respondí, ni en serio, ni en broma... respondí.
Me gustaba mi pelo así, a Eric le gustaba, así que ese pelo no se toca.
-He visto escobas con mejores pintas.
-Eso no fue gracioso, papá.
-A ver, solo... -rascó su frente, al mismo tiempo sonó el timbre de la puerta.
-Yo abro, yo abro -dije, intentando escapar.
-¿Entonces te lo cortas? -vociferó.
Pero lo ignoré totalmente.
Abrí la puerta. Era Emma. Emma Watson, mi mejor amiga de la infancia, no la actriz.
Emma, la que se reinventa, una y otra vez. Es una chica alta y delgada, de cabello rubio oxigenado. Tiene una apariencia alocada y despreocupada, con una personalidad enérgica y llena de vida.
Emma se plantó en la puerta justo a la hora de la cena, con su música a todo volumen y luciendo como si hubiera salido directamente de un video de los años 80. ¡Solo le faltaba patinar sobre ruedas por el pasillo!
-¡Chicos, chicas, divirtámonos! -canturreó Emma mientras bailaba al ritmo de Cyndi Lauper.
Todos en la casa parecían estar contagiados por su energía veraniega, todos menos yo. Yo seguía allí parado sin poder evitar soltar una risa ante el espectáculo que tenía delante.
-¿Qué te parece mi look retro? ¡Me encanta esta época! -exclamó Emma mientras daba vueltas por la sala.
-No puedo creer lo bien que te queda ese vestido. Deberías usarlo más seguido -bromeé tratando de no reírme demasiado.
-Gracias, siempre tan atento -dijo antes de lanzarse a abrazarme y hacerme dar unas cuantas vueltas al compás de la canción. -Es rojo, sé que no lo puedes ver, pero, mola.

Archibald Connor. Los secretos de la luz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora