Capítulo Cuarenta y Cinco

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Era sábado por la tarde y Félix me invitó a una fiesta que se celebraba en su barrio. A pesar de que no me gustaban las fiestas y sabía que mis padres no me dejarían ir, Félix me insistió tanto que finalmente accedí a acompañarlo.
A las seis de la tarde, el pelirrojo llegó a mi casa y mi mamá lo recibió con una mirada de desaprobación. Me sentí un poco incómodo por la situación, sabía que ella no estaba muy contenta con la idea de que fuera a la fiesta y menos con Félix, pero el chico le prometió que me traería de vuelta a las diez, como ella exigía.
—Gracias por invitar a Archie, Félix, pero recuerda que tienes que traerlo de vuelta a una hora prudente —dijo mi mamá con un tono de voz que denotaba su preocupación.
—No se preocupe, señora Connor, yo me encargaré de cuidar de él y traerlo de vuelta a salvo —respondió Félix con una sonrisa.
Fui a vestirme a mi habitación para la fiesta macarra de Félix. Me puse unos jeans rotos, una playera ceñida y mis Converse azules favoritos. Me peiné dejando mi pelo alborotado, siempre me gusta lucir un estilo desenfadado.
Cuando entré a la sala, Félix se quedó impresionado al verme.
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—¡Wow, Archie, te ves genial! —me dijo mientras me daba una palmada en la espalda

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—¡Wow, Archie, te ves genial! —me dijo mientras me daba una palmada en la espalda.
—Tu te ves... Te ves bien, —iba a decir guapo, pero no.
Félix llegó luciendo un conjunto de pantalones ajustados de cuero negro, una camiseta sin mangas de estampado de calaveras y cadenas plateadas colgando de su cinturón. Completó su look con unas zapatillas Vans y una gorra con la visera hacia atrás. Su estilo llamativo y rebelde resaltaba a la legua.

 Su estilo llamativo y rebelde resaltaba a la legua

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Salimos de casa y nos dirigimos a la fiesta. Durante el camino, Félix me contó lo emocionante que iba a ser la noche y cómo nos divertiríamos con todos sus amigos. A pesar de mis dudas, me dejé llevar por su entusiasmo y comencé a sentirme un poco más animado.
Estacionó la moto en un descampado y me encontré rodeado de automóviles y motocicletas. La música reguetón retumbaba a todo volumen y la gente con pintas estrafalarias me causaba cierta intimidación. Me di cuenta de que me había metido en una situación complicada.
—¿Por qué estamos aquí? —le pregunté a Félix, tratando de ocultar mi nerviosismo.
Él me miró con una sonrisa de complicidad
—Es la fiesta de los dulces Dieciséis de mi prima Jasmine.
No pude evitar sentirme aún más fuera de lugar. Las risas y los gritos de los invitados resonaban a mi alrededor, y no podía evitar preguntarme cómo había terminado en ese lugar.

Archibald Connor. Los secretos de la luz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora