Félix me propuso salir a correr por el parque. Otra vez. Acepté con entusiasmo. Estaba descubriendo facetas de él que no sabía. El odio que sentí por su persona se desapareció, y este descubrimiento me entusiasmaba, era como su conociera a un amigo nuevo.
Sin embargo, lo que no esperábamos era que el cielo se nublara rápidamente y empezara a llover con fuerza.Corrimos bajo la lluvia durante un rato, riendo y disfrutando del momento, pero pronto estábamos completamente empapados. Decidimos detenernos y refugiarnos en el primer lugar que encontráramos, que resultó ser la casa de Félix.
Nunca había estado en el barrio donde vivía Félix. Era un lugar problemático de Londres, con edificios deteriorados y calles sucias. Su casa era pequeña y de pocos recursos, pero estaba llena de calidez y personalidad.
Nunca había estado en casa de Félix. Jamás nadie había venido a su casa alguna vez. Supongo que él sentía vergüenza, aún la pude notar en sus ojos claros cuando entré por la puerta.
Félix me recibió con una sonrisa y me invitó a pasar a su humilde morada. Me sentí un poco incómodo al principio, no estaba acostumbrado a estar en un lugar así. Sin embargo, me hizo sentir bienvenido y me mostró sus recuerdos.
Tenía fotos de su infancia en la pared, junto con recuerdos de viajes y momentos especiales.
-Mejor nos cambiamos de ropa, Archie.
Me guió hasta su habitación, estaba al lado de la cocina. Todo el espacio era muy reducido.
-Este es mi cuarto, bueno era cuando vivía aquí.
-¡Tienes una guitarra! -Dije señalando con el dedo.
-Le faltan cuerdas, era de mi viejo.
-Nunca me dijiste que sabías tocar.
-Es que no sé tocar, bueno. No tan bien como tú.
-Te hubiera enseñado, -resoplé.
-Me hubieras enseñado.
Su habitación estaba llena de cachivaches, las paredes parecían azules, pero estaba deslavado por la humedad. También los pósters estaban rasgados y solo quedaban las marcas del pegamento. Su cama era personal. Las sábanas parecían púrpuras con líneas que formaban cuadros. No sé si en realidad sea del color que aparentan a mis ojos daltónicos.
Observaba todo con desconfianza.
-Nada es robado, Archie. Por si ibas a preguntar.
-No, no lo iba a preguntar.
-Pero lo pensaste.
-Coleccionas cosas, -dije mirando un estante con cachivaches viejos.
-Mi viejo recolectaba cosas en cada uno de sus viajes, cuando era mercader. Probablemente si sean robados, pero no sabría decirte.
Resoplé.
-Cuando yo era niño, me preguntaba que quería que me trajera, yo le decía que lo primero que le recordara a mí y esto fue todo.
Me quedé viendo un retrato de ellos dos juntos.
-¿Es mercader aún? -pregunté.
-No, no. Vende pescado en el puerto.
-Interesante.
Félix abrió su armario y escogió con cuidado algunas prendas de vestir.
-Toma, -dijo.
-¿Para que es esto?
-Para que te cambies de ropa, menso. Son mis mejores galas, seguro te quedan grandes.
-¿Enserio? No quisiera estropearlas.
-Póntelas, no te preocupes por eso. Espera.
Buscó algo más. Una toalla.
-Oh, gracias. -Dije.
-¿Dónde están tus zapatos, Archie?
Miró mis pies.
-Afuera de la casa.
-¿Qué, por qué?
-Yo no entro a las casas con zapatos, pues traigo la mala energía de la calle. Es costumbre japonesa.
-Msh, hazme el favor. Aquí nadie cree eso. Probablemente te los roben allá afuera.
-Oh, los buscaré entonces.
-Deja eso, yo los traigo. Solo cámbiate sí. No sea que te resfries.
-Vale. ¿Dónde me ...
Antes de que pudiera terminar la frase ya Félix se había ido.
Saqué el teléfono del bolsillo del pantalón deportivo y lo puse sobre la cama. Con un poco de vergüenza me quité el pantalón, estaba empapado, por suerte mi calzoncillo estaba seco. Quité mi camiseta blanca, estaba ensopado de la lluvia y me sequé con la toalla. Primero el pelo y luego todo el cuerpo.Félix entró con mis zapatos en la mano a su habitación. Se quedó viéndome. Me preguntó:
-¿Por qué eres tan flaco?
-Siempre fui así.
-Hmmm. Entiendo.
Él colocó los zapatos en el suelo y se acercó a mí. Se quitó la camiseta, su abdomen estaba bien marcado, supongo que eso estaba bien, a él le gustaba el deporte. Yo continué secándome, estudié su cuerpo. Le dije:
-Tienes pecas por doquier.
Se rió y dijo:
-Así somos los pelirrojos de esta familia, no quieras ver a mi hermano.
-No, no lo quiero ver.
Seguidamente se quitó el short y el bóxer. ¡Todo delante de mí!Aparté la mirada. Sé que él está acostumbrado a quitarse la ropa delante de los otros chicos en el colegio luego del deporte, pero siento que conmigo fue diferente. Rápidamente me senté en la cama y me puse una sudadera gris de él que me quedaba enorme. Eso ocultó mis reacciones. Luego me puse el short, que también me quedaba holagado. Parecía un payaso.
Félix se secó con otra toalla y se puso ropa seca. Me miró y me sonrió.
-Volvieron tus risos, -dijo.
-Cuando se moja mi pelo se cae el alisado.
-El pelo rizo te queda bien.
-Gracias.
Sonreí
No sé cómo explicarlo. Cómo explicar todo aquello que sentí. Algo me decía que no era correcto, sin embargo era inevitable. Supongo que la ley de la conexión, del Karma, tiene que ver con que el pasado, el presente y el futuro están conectados. Y estoy volviendo a sentir las cosas que sentía por Félix antes de todo lo que pasó.
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Archibald Connor. Los secretos de la luz.
SpiritualEn este cautivador libro espiritual, "Archibald Connor. Los secretos de la luz", nos sumergimos en la vida de Archibald Connor (Archie) durante sus vacaciones de verano. Con el deseo ardiente de encontrar la verdadera felicidad, Archie decide embarc...