Capítulo Cincuenta

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Estaba completamente destrozado por la situación en la que nos encontrábamos. Mi padre, preocupado por nuestra seguridad, había tomado medidas extremas para evitar que los vándalos Verónica, Jan Wenner y Michael siguieran acosándonos a mi familia y a mí.
No podía creer que las cosas hubieran llegado a este punto. Habíamos sido víctimas de constantes persecuciones y amenazas por parte de estos individuos, y mi padre finalmente decidió actuar. Puso una queja en la delegación y solicitó una orden de alejamiento en contra de ellos.
Los agentes de seguridad asignados al caso de los vándalos se comprometieron a mantenerlos bajo vigilancia, garantizando así nuestra protección. A pesar de todo, la noticia de que Félix, no podía venir más a mi casa ni yo a la suya me partía el corazón. Se había convertido en mi confidente y en mi apoyo en estos momentos difíciles.
Saber que no podríamos vernos más debido a las circunstancias me llenaba de tristeza. No poder salir de mi casa también suponía un golpe duro para mí. Pero sabía que mi padre solo estaba tratando de protegerme, y por ello le estaría eternamente agradecido.
A pesar de las restricciones impuestas, seguiría siendo fiel a mi familia y mantendría la esperanza de que todo esto acabaría pronto. Estaba dispuesto a hacer lo que fuese necesario para mantenernos a salvo, aunque eso significara renunciar a ciertas cosas que valoraba. La seguridad de los míos era lo más importante para mí, y haría lo que estuviera en mis manos para protegerlos.
Después de tantos días de silencio y distancia, Ari apareció de repente en mi casa. Me quedé sorprendido al verla en mi puerta, sin saber qué decir o cómo reaccionar. Habíamos dejado de hablarnos desde lo de Félix, y la tensión entre nosotros era evidente.
-Ari, ¿qué haces aquí? -pregunté, sin poder ocultar mi sorpresa.
Ella me miró fijamente a los ojos y dijo con determinación: -Sé lo que pasó con los vándalos, Archie. Y quiero ayudarte a protegerte.
Me quedé boquiabierto, sin poder creer lo que estaba escuchando. ¿Cómo sabía Ari lo que había sucedido? ¿Acaso mi madre le había contado todo? O tal vez, como siempre, había tenido...
-¿Cómo lo sabes? -pregunté, intentando entender la situación.
Ella sonrió con confianza y respondió:
-Lo vi en mis visiones.
-Lo suponía.
-Pero no te preocupes, tengo un plan. Ken, mi hermano, es un espía cibernético. Podemos usar sus habilidades para vigilar a los vándalos a través de cámaras de seguridad. Te prometo que estaremos un paso adelante de ellos, ¡incluso la NASA estaría celosa de nuestras tácticas!
Recuerdo que Ken fue de mucha ayuda cuando la época de Retro Silencio, sólo así pudimos detener a los bandidos estos. Apuesto que ahora también.
Me quedé impresionado por la determinación y la solidaridad de Ari. A pesar de todo lo que había pasado entre nosotros, ella estaba dispuesta a ayudarme en mi momento de necesidad.
-Gracias, Ari. Gracias por estar aquí por mí, -dije con gratitud, sintiendo que una pesada carga se levantaba de mis hombros.
Ella me abrazó con fuerza y me susurró al oído:
-Siempre estaré aquí para ti, Archie. Somos amigos, somos hermanos ¿recuerdas? Y los hermanos se cuidan y se protegen mutuamente.
Rápido se despegó del abrazo.
-Ari, necesito un favor más.
-Dime.
-No les digas... a los demás, no le digas a Emma. No quiero involucrarlos. Cuando pase entonces todo esto, le diremos. Digo, si quieren escucharme.
-Vale.
Me sentí reconfortado por sus palabras y su presencia. Con Ari a mi lado, sabía que juntos podríamos enfrentar cualquier desafío.

Archibald Connor. Los secretos de la luz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora