Archibald Connor. Los secretos de la luz.

Capítulo Cuarenta y Seis

Corrí lo más rápido que pude. Félix estaba justo detrás de mí, agarrando una moto de color negro como si fuera su salvación. No tuve tiempo de preguntarle nada, solo sabía que necesitábamos alejarnos lo más pronto posible de la pelea en la fiesta.
-Corre, corre, -le grité mientras avanzábamos a toda velocidad por las calles desiertas.
Félix manejaba la moto con destreza, esquivando obstáculos y haciendo giros bruscos para despistar a cualquiera que pudiera seguirnos.
En medio de la huida, Félix rompió el silencio.
-Supongo que no te opones a que hoy robe una moto, -me dijo con una sonrisa nerviosa. Tenía razón, en circunstancias normales no habría estado de acuerdo, pero en ese momento la urgencia de la situación superaba cualquier pensamiento ético.
-No hoy, no, -le respondí con firmeza.
Después de unos minutos de frenética carrera, dejamos la moto estacionada en un callejón cercano a mi casa. Ayudé a Félix, quien estaba todo golpeado por la pelea, a levantarse y caminamos juntos hasta llegar a mi hogar.
Mientras subíamos las escaleras de mi casa, pude sentir mi corazón aún latiendo con fuerza.
Abrí la puerta con las manos trémulas. Encendí la luz. Nos sentamos en el sofá y ambos suspiramos aliviados por haber escapado de aquella situación tan complicada.
-Fue una locura, -comenté, intentando asimilar todo lo que acababa de suceder.

Félix asintió, con una sonrisa cansada en su rostro.
-Pero al menos estamos a salvo, -añadió.
-¿Qué harás con la moto?
-Venderla y con el dinero comprar una igual a la de mi hermano para reemplazarla.
-No estoy de acuerdo, pero no puedo hacer nada al respecto, así que...
-No te preocupes, Archie, yo sé bien lo que hago.
-Mientras no me lo digas, vale. Prefiero no saber nada.
-Vale.