Capítulo Cincuenta y Cuatro

2 1 0
                                    

El teléfono sonó varias veces antes de que finalmente contestara. Su voz sonaba nerviosa al otro lado de la línea.
"Archie, ¿qué pasa?" -me preguntó con cierta preocupación.
"Nicolle, necesito que me cuentes todo sobre Eric. Sé que ha pasado algo y ya no puedo seguir en esta incertidumbre", -le dije con la voz entrecortada por la preocupación.
Hubo un silencio incómodo antes de que finalmente Nicolle comenzara a contarme lo sucedido.
"Eric sufrió un accidente hace dos meses y aún sigue en coma.
En ese momento sentí un nudo en la garganta y la rabia comenzó a apoderarse de mí.
"¿Por qué no me lo dijiste antes? ¿Por qué ocultaron todo esto?" -le pregunté, tratando de controlar mi voz para no estallar en cólera.
Nicolle intentó disculparse.
-Mi familia decidió mantenerlo en secreto para evitar que la prensa se entere. El nombre de la familia está en juego y no podemos arriesgar a que se difunda la noticia.
Me sentí traicionado. Habían decidido mantenerme al margen de algo tan importante como la salud de mi novio a distancia.
"Estoy muy decepcionado, Nicolle. No puedo creer que hayas ocultado algo así de mí", -le reproché con un tono de desaprobación.
Ella continuó explicándome más detalles sobre el accidente, tratando de justificar la decisión tomada. Pero en ese momento, ya no quería escuchar más. La ira y la angustia me invadían por completo.
Después de colgar el teléfono, me quedé sentado en silencio por un largo rato, tratando de asimilar toda la información que acababa de recibir. Sabía que debía mantener la calma y buscar una forma de ayudar a Eric, pero la sensación de impotencia me consumía.
No obstante, no pretendía quedarme de brazos cruzados.
Entré al edificio de Mega Shane con determinación, sin importarme lo que pudieran decir o lo que mi madre pensara. Sabía lo que tenía que hacer y no iba a dejar que nada ni nadie me detuviera.
Al llegar a la oficina de mi madre, la vi sorprenderse al verme acompañado de la recepcionista. Me miró con sorpresa antes de que la recepcionista saliera de la habitación, dejándonos a solas.
-¿Qué estás haciendo aquí, Archie? -preguntó mi madre con una mezcla de asombro y preocupación en su voz.
-Lo sé, mamá. Sé lo que pasó con Eric y me lo ocultaron, -le dije seriamente, mirándola fijo a los ojos.
Mi madre suspiró y se sentó detrás de su escritorio. Me miró con tristeza antes de comenzar a contarme la verdad sobre el accidente de Eric.
-Teníamos que ocultarlo, hijo. Nicolle nos explicó las consecuencias que eso traería para su familia, días antes de su visita. Además si te lo decíamos, te preocuparías, o caerías en depresión, o algo nuevo de lo que estamos acostumbrados contigo. No queremos que reaparezca el TLP.
Me explicó sus motivos para no decírmelo antes, pero yo no quería escuchar excusas.
-¿Cómo pudiste ocultármelo, mamá? Eric es mi... Eric es... -suspiré-. Tenía derecho a saberlo, -le reproché.
Discutimos acaloradamente.
Finalmente, me levanté de mi silla y le dije que me iba a París a ver a Eric y nadie me iba a detener.
-No puedes ir solo, Archie. Es peligroso y no sabes lo que te puedes encontrar, -me advirtió mi madre con preocupación.
-No me importa, mamá. Eric necesita mi ayuda y voy a estar ahí para él, pase lo que pase, -le dije con determinación antes de dar media vuelta y salir de la oficina.
Caminé por los pasillos de la sucursal de Mega Shane, sintiendo la mirada preocupada de mi madre en mi espalda. Sabía que no estaba de acuerdo con mi decisión, pero no iba a dejar que eso me detuviera. Eric era mi novio y estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para ayudarlo. Y nadie, ni siquiera mi propia madre, iba a detenerme.
Salí del trabajo de mi madre con el corazón latiendo furiosamente en mi pecho. El aire frío de la calle apenas logró calmar el ardor que se acumulaba dentro de mí. La noticia del accidente de Eric me había dejado más que sorprendido; me sentía traicionado por un mundo que parecía girar a su alrededor mientras yo era un mero espectador en la oscuridad.
Me dirigí a casa de Nina, sin pensar en nada más que en el consuelo de su presencia. Cuando llegué, apenas toqué la puerta y, al abrir, la vi ahí, esperándome con esa sonrisa apacible que siempre me había calmado. Pero hoy, nada podría hacerlo.
-Archie, ¿qué te pasa? -preguntó con preocupación al notar mi rostro desencajado.
-¡Todo el mundo lo sabía menos yo! -exclamé, dejando escapar la frustración que había estado acumulando-. ¡Eric está en coma, Nina! ¡En coma!
Nina dio un paso hacia mí, su mirada llena de comprensión. -No lo sabía, Archie. Alex tampoco tenía idea.
-¿Cómo no? -mi voz sonó desgarrada-. ¿Cómo es que nadie me dijo nada?
Su expresión se tornó seria. -No lo sé, cariño. Pero yo te habría dicho algo si hubiera sabido. Esto no es fácil para ninguno de nosotros.
Fui incapaz de despedirme del control que intentaba mantener. La rabia burbujeaba dentro de mí, sentí un desgarrador deseo de ver a Eric, de sentir que aún había algo de vida en él.
-Necesito ir a ver a Eric -musité, más para mí que para ella.
Nina me miró con una mezcla de tristeza y cariño. -No puedes simplemente ir, Archie. Eso no es así.
-Pero, ¿por qué no? -insistí, sintiendo la desesperación arrasar mis argumentos-. Solo quiero verlo. Solo quiero asegurarme de que esté bien.
Ella suspiró, su rostro ablandándose ante mi súplica. -¿Sabes que Alex puede ayudarte?
Mi mente se aferró a esa idea. -¡Sí! ¡Alex! Si le pido que me lleve a París, tal vez lo entienda.
Nina asintió, aunque su mirada no estaba completamente convencida. -Solo ten cuidado con lo que le dices. Él también se preocupa por ti, Archie.
Sin esperar más, me dirigí hacia el teléfono y marqué rápidamente el número de Alex. La tensión en mi pecho era palpable, como un cable eléctrico a punto de romperse.
-¿Hola? -respondió su voz grave al otro lado.
-Alex, por favor, escúchame, necesito hablar contigo -siempre había admirado la forma en que se tomaba la vida, pero ahora solo le veía como una tabla de salvación.
-¿De qué se trata, Archie? Siento que estás alterado.
-Es sobre Eric -contesté, luchando por mantener la voz firme-. Necesito ir a París a verlo. Solo necesito verlo, ni siquiera es para quedarme.
Hubo un silencio que se sintió eterno. Finalmente, Alex habló. -¿Y qué piensas hacer? ¿Llevarte a París y regresar?
-Sí. No le causará problemas a nadie. Solo... por favor, llévame. Esto es importante para mí.
-Está bien, Archie, haré lo posible para ayudarte -respondió con un tono de solidaridad que me llenó de esperanza-. Pero debes prometerme que serás cuidadoso. La situación es delicada.
No pude evitar soltar una risa amarga. -Soy consciente de eso. Solo... necesito ver.
No podía quedarme quieto. La angustia me golpeaba como una ola imparable, arrastrándome hacia la desesperación. Ni siquiera el sofá de Nina pudo ofrecerme un momento de tranquilidad. Así que, en un impulso irrefrenable, decidí ir a casa de Ari. Sabía que romper las reglas de seguridad era un riesgo, pero no me importaba; necesitaba a alguien que pudiera entenderme, y ella era la única que podía.
Al llegar a su casa, el aire fresco de la noche me golpeó con fuerza. Toqué la puerta con impaciencia, casi sin poder esperar a que me abrieran. Cuando finalmente vi a Ari, su mirada de sorpresa fue un consuelo fugaz.
-Archie, ¿qué haces aquí? -preguntó, entrecerrando los ojos, como si intentara escudriñar mi estado emocional.
-Necesito hablar contigo, Ari. Es sobre Eric -dije, sintiendo que las palabras se acumulaban en mi garganta.
Su expresión se endureció.
-¿Qué pasó? -susurró, dando un paso atrás para dejarme entrar.
Dentro de su casa, la calidez era reconfortante, pero no podía olvidarme del frío que llevaba dentro.
-Tuve que enterarme de que está en coma. Un accidente -me salió de los labios en un torrente. Ari se quedó en silencio, sus ojos brillaron con preocupación.
-¿Cómo lo supiste? -preguntó, su voz apenas un murmullo.

-¡Todo el mundo lo sabía menos yo! No puedo creer que me hayan mantenido alejado de esto. Necesito ir a París, Ari, necesito verlo. ¿Acaso tú lo sabías también? ¿Sabes qué?, ya no me importa, solo necesito ayuda.
Ella frunció el ceño, dejando caer sus brazos a los lados.
-Archie, sabes que no es seguro que regreses a París después de lo que pasó. Te deportaron por una razón.
-Lo sé, pero no me importa -respondí, sintiéndome desesperado-. Estoy dispuesto a arriesgarlo todo. Solo quiero ayudarlo.
En ese momento, su madre, Kim Yuna, apareció en la cocina, con una taza de té en las manos. Al escuchar mi voz, se acercó.
-¿Qué ocurre, Archie? -preguntó, su mirada era de preocupación genuina.
-Es sobre Eric, Kim. Necesito ir a ayudarlo, y Ari no quiere que lo haga.
Kim tomó mis manos con suavidad, su toque era una mezcla de firmeza y calidez.
-Escucha, Archie. Eres una persona muy especial -dijo, y su tono me hizo sentir como si el peso del mundo se aligerara un poco-. Debes mantener la calma. Recuerda todo lo que has aprendido sobre la meditación, el budismo y el Reiki. Todos los secretos están ahí, en la palma de tus manos. Sabes cómo usarlos.
La elocuencia de su voz me dio un respiro momentáneo. Era cierto, había estado aprendiendo a encontrar la paz dentro de mí mismo. Pero ahora, esa paz parecía haber desaparecido, y lo único que podía sentir era la urgencia de actuar.
-No puedo quedarme de brazos cruzados mientras él sufre -dije con voz temblorosa.
-Pero debes hacerlo con precaución, Archie. No estás solo en esto -Kim pronunció, manteniéndome conectado por su mirada tranquilizadora-. Y estaré aquí para apoyarte.
Ari se acercó, su mirada decidida.
-Si insistes en hacerlo, iré contigo. Te protegeré. No voy a dejar que hagas esto solo.

Archibald Connor. Los secretos de la luz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora