Salí a buscar las respuestas. No sé, solo quería salir a buscar algo, porque todo el mundo está buscando algo.
Caminé lentamente por las calles vacías, con la brisa del verano acariciando mi rostro. Al pasar frente a mi antigua escuela cerrada, un escalofrío recorrió mi espalda al recordar aquella noche que cambió mi vida para siempre. La noche de la violencia.
Llegar a la escuela para varones GOLDENMY en Londres fue como adentrarse en un mundo completamente nuevo y desconocido para mí. Las imponentes paredes de piedra y los jardines cuidadosamente diseñados creaban una atmósfera de prestigio y tradición que se sentía en cada rincón del lugar. Sin embargo, detrás de esa fachada de elegancia se escondían las sombras de un pasado tormentoso que marcarían mi experiencia en esa institución.
Desde el primer día, me di cuenta de que no encajaba en ese ambiente elitista y competitivo. Mis compañeros de clase, con sus ropas de diseño y actitudes altivas, no tardaron en señalar mis diferencias y convertirme en el blanco de sus burlas y desprecios. El bullying se convirtió en una parte inevitable de mi día a día, minando mi autoestima y haciéndome sentir como si no perteneciera a ese lugar. Todo por mi daltonismo y por ser el empollón. Las cosas mejoraron cuando conocí a Brandon, quién me defendió y nos hicimos buenos amigos. De igual forma las cosas empeoraron cuando Félix dijo que yo era gay, para limpiarse de sus culpas.
Pero las desgracias no se limitaron al acoso escolar. La presión académica y las expectativas de excelencia pesaban sobre mis hombros, empujándome al borde del agotamiento físico y mental. Las noches en vela estudiando para exámenes imposibles se convirtieron en una rutina agotadora, mientras luchaba por mantenerme a flote en un mar de competencia despiadada.Sin embargo, nada de eso se comparaba a la fatídica noche del asalto. No lo quiero decir... no lo quiero recordar. La violencia que siguió fue brutal y despiadada, dejando cicatrices físicas y emocionales que tardarán en sanar.
GOLDENMY fue para mí un campo de batalla, un lugar donde aprendí duras lecciones sobre la crueldad humana y la importancia de la empatía y la bondad. A pesar de las desgracias y los momentos oscuros que viví allí, también encontré amistades verdaderas y apoyo inesperado que me ayudaron a mantener la esperanza en medio de la tormenta.
No sé, me sentí mal. Pero no tenía deseos de llorar por eso. Nunca más. Sólo buscaba respuestas.
Continué caminando, cavilando y me detuve frente a la residencia de los Masson. No sé por qué terminé aquí. La casa de Ari, es un encantador hogar. A pesar de que la familia Masson proviene de Japón, han logrado crear un espacio que combina elementos de la cultura japonesa con el estilo británico.
La casa cuenta con una fachada tradicional de ladrillo "rojo", típica de las casas londinenses.
-¿Estás bien? -preguntó una voz detrás de mí.
Me giré sorprendido y vi a Ari, parada en la entrada de su casa. Con sus pintas góticas y sus ojos reflejaban preocupación mientras me observaba detenidamente.
Yo estaba muy distraído como para ver que ella estaba ahí.
-No lo sé -respondí honestamente- Solo estaba recordando algunas cosas del pasado.
Ari se acercó lentamente y puso una mano reconfortante en mi hombro.
-Si necesitas hablar sobre ello, estoy aquí para escucharte.
Sus palabras fueron como un bálsamo para mis heridas emocionales. Me senté en los escalones de su casa y le conté todo lo que sentía. No la historia de siempre. Sólo como mi vida volvió a cambiar después que me deportaran de Francia y tuviera que readaptarme a esta nueva vida sin Eric. Ari me escuchaba atentamente, sin interrumpirme ni juzgarme.
Más que todo eso, Ari podía ver mi aura emocional.
Pensé que me iba a dar un consejo, pero entonces recordé que estaba hablando con ella, Ari no es de consejos.
-Han pasado tres meses, es como si el tiempo se alargara. Ya no estoy en Francia, el Bois de Vincennes no está y tampoco Eric. Parece como si el pasado se hubiera quedado atrás y se hubiera llevado todo lo mejor que me pasó.
Aunque hables cada día con una persona por internet, nada se compara con sentir la conexión visual, cuerpo a cuerpo, piel a piel en un saludo. Y eso es lo que necesito, una conexión física. Las respuestas a mis inquietudes, las respuestas de mis correos, están en una conexión física.
-Necesito una conexión física -concluí.
Al terminar de hablar, solté un suspiro profundo y miré fijamente al horizonte. La presencia reconfortante de Ari me daba fuerzas para seguir adelante.
-Gracias por estar ahí para mí y al menos escucharme -le dije sinceramente.
-No tienes que enfrentar tus demonios solo. Estoy aquí siempre que me necesites.
-Lo sé, son las cosas que no puedo conversar con nadie más.
-Sé lo que necesitas. Sígueme si puedes.
-¿A dónde?
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Archibald Connor. Los secretos de la luz.
SpiritualeEn este cautivador libro espiritual, "Archibald Connor. Los secretos de la luz", nos sumergimos en la vida de Archibald Connor (Archie) durante sus vacaciones de verano. Con el deseo ardiente de encontrar la verdadera felicidad, Archie decide embarc...