once

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Kaia se da vuelta asustada, parecía que JungKook siempre llegaría en el momento menos esperado, y en el que más la dejaba en evidencia de que estaba sintiendo cosas por alguien. No sabía si la vida quería reírse de ella o en realidad le estaba mandando señales de que debía decirle pero Kaia se hacía la idiota. Carraspeó mientras volvía a barrer lo poco que le quedaba, debía juntarlo en una pala y llevarlo a la basura, pero JungKook estaba en el medio, vistiendo una camisa negra al igual que sus pantalones de vestir. Dios, era tan jodidamente precioso que Kaia sentía su corazón derritiéndose, y ver la sonrisa de lado que le mostraba, cosa que la hacía mal interpretar mucho porque hasta parecía estar coqueteándole de forma silenciosa, hacía que sus bragas quieran bajar hasta sus tobillos, pero esto último sólo ella lo sabría. Rezaba para que Dios, o Jesús, no pudiera leer los pensamientos, sino ya tendría un lugar asegurado en el infierno.

⎯ Eh...nadie.⎯ mintió rascando su nariz, el tabique que formaba una linda curva en su rostro. JungKook asintió y lentamente empezó a acercarse a ella, ¿ahora era cuando la besaba y le confesaba que quería hacerle de todo, incluyendo llevarla a una cita?⎯ Me gusta hablar sola y crear historias.

Se dió cuenta de que podía sonar como una perfecta trastornada por eso, según escuchó por fuentes muy confiables, Tik Tok, las personas que se creaban historias en la cabeza era porque estaban inconformes con la vida que les había tocado. Ella solo pensaba que eran personas con imaginación, y con un talento oculto para poder escribir, no había nada de malo con imaginar siempre y cuando se mantenga ese punto medio para no caer en la locura. Kaia nunca fue de esas, desde pequeña tuvo los pies sobre la tierra, a los siete años su madre le contó que era adoptada, y desde entonces se dio cuenta de que no debía esperar a conocer a sus verdaderos padres porque por algún motivo la habían abandonado. Lo mismo con todo lo demás, todavía recuerda cuando Seulgi lloraba porque su mejor amiga le bajaba las ilusiones de que un príncipe azul vaya a rescatarla y la haga su reina, inclusive una vez quiso besar un sapo para que se convierta en el gran Príncipe Naveen, por suerte llegó a detenerla, sino hubiera contraído una infección. Kaia sabía que ningún príncipe iría a buscarlas a uno de los pueblos más pobres de Daegu, porque los príncipes tampoco existían, y si un hombre llegaba a rescatarlas, en realidad era alguien con oscuras intenciones como meterlas en el tráfico de personas.

Prefería quedarse en su aburrido cuento de vida antes que sufrir eso.

⎯ Esa canción que estabas cantando, es la de La Sirenita, ¿no es así?⎯ preguntó estando cerca. El recuerdo de su madre golpeó su mente; cuando JiMin era bebé le costaba mucho dormir, por algún motivo, y la madre de ellos siempre le cantaba mientras lo mecía en sus brazos, y JungKook estaba recostado en su cama, disfrutando también del suave cantar de su madre hasta caer dormido. Ella generalmente le cantaba cualquier canción que se le viniera a la cabeza, pero después del éxito de la secuela de La Sirenita, película que había visto con sus hijos y el mayor de cinco años había quedado encantado, les cantaba la misma canción que Ariel le cantó a Melody, parecía magia, porque sus hijos dormían al instante. Kaia asintió ante sus palabras y respondió:

⎯ Sí, me encantan las películas de Disney. La Sirenita y La Princesa y el sapo son mis películas favoritas.

Kaia se sentía identificada con Tiana, ella también había tenido que trabajar desde joven, y aunque no perdió a su padre, por lo menos no a uno que la quisiera, sentía que ella era igual de obstinada que la camarera que luego se convirtió en princesa. Es más, hasta Seulgi entraba en el papel de Charlotte, solo que...sin dinero, y con un padre adicto al alcohol y cigarros, pero a fin de cuentas no fue un mal hombre, solo alguien despechado por haber sido abandonado por su mujer. Sentía que esa película podía llegar a ser la más realista en las princesas, quitando la parte en la que un sapo se convierte en príncipe, era una mujer que debía trabajar para ganarse la vida, y que encima lo hacía para cumplir sus sueños, no quería que un hombre le pague las cosas. Pero a fin de cuentas seguía siendo una película infantil, con el final feliz que todas esperan y nunca llega, la que deja las expectativas por el cielo hasta que conoces a un hombre y se bajan hasta lo más profundo de la tierra.

Dear Lord| jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora