diecisiete

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JungKook regresó frustrado a casa, después de la pelea con Esperanza no se sentía con ánimos para soportar a Lila y sus dramas de niña adinerada que no le importa más que las cosas materiales, pero lamentablemente esa seguía siendo su casa, una en la que invirtió dinero y tenía sus pertenencias, así que le guste o no, iría a dormir ahí, tampoco podía empezar a vivir en el convento solo por no soportar a su cuñada. Por desgracia, tanto él como JiMin habían pagado la casa, antes de que su hermano conociera a quién es su esposa en la actualidad, y estuvieron bien ese tiempo, JungKook tuvo que soportar las veces que llevaba mujeres para follar cuando él estaba deprimido por haber sido engañado y que su matrimonio se haya arruinado aún si no lo habían consumido, así que JiMin no tenía que pedirle permiso para llevar a vivir a Lila con ellos, pero no iba a negar que le molestó, más cuando ella intentó seducirlo.

¡A su propio cuñado!

Estaba segurísimo que si él no hubiera puesto límites cuando Lila intentó besarlo, bajo la estúpida excusa de que estaba ebria, posiblemente él hubiera sido uno más en su cama, y no se lo podía permitir cuando ella era la esposa de su hermano, además de que estaba lo suficientemente deprimido como para pensar en tener sexo. Algunos, cuando están dolidos por una ruptura y demás, lo primero que hacían era buscar consuelo en otras personas, ya sea intentando reemplazar a las parejas que los dejaron o teniendo sexo sin sentimientos, y después estaban los otros que se arrepentían de haber salido de su zona de confort y volvían a la misma, siendo casi unos retraídos para la sociedad; JungKook entraba en ese segundo grupo. No le importaba en lo más mínimo tener sexo con otra mujer, fingir que estaba bien para coquetear con alguna persona, o ilusionar a alguien cuando él no podía sacarse de su cabeza a su ex prometida. Lo único que hizo durante esos cuatro años fue sanar, llorar, regañarse a sí mismo por confiar en alguien, volver a llorar, jurar que jamás volvería a enamorarse, y llorar. Pero nunca dañar a una persona que no tenía la culpa de nada.

Ingresó a casa y pasó la mano por su rostro, frustrado, no solo por lo de Esperanza, sino que el día había sido cansador en sí; había bautizado sos preciosos bebés, y una niña que se recibía de la comunión, lo habían invitado a la pequeña fiesta y él no pudo decir que no, así que por ese motivo volvió a casa pasadas las nueve de la noche. Notó que JiMin se levantó del sofá al escuchar el sonido de alguien caminando por el piso de parqué, pero después puso una mueca desilusionada al ver que no era a quien estaba esperando, JungKook suponía que esperaba a Lila. Ya se podía dar una idea de lo que estaba sucediendo, volvieron a discutir y ella desapareció con algún hombre que la acompañe a pasar la noche, realmente le sorprendía la confianza que ella le ponía a desconocidos como para dormir juntos cuando estaba peleada con su marido, ¿acaso nunca se le cruzó por la cabeza que podía estar compartiendo cama con un maniático que podía asesinarla a mitad de la noche?

Dios la cuide.

⎯ ¿Todo bien?⎯ preguntó dirigiéndose a la cocina para prepararse un té, había consumido muchas cosas en la celebración con niños pequeños, incluso un pastel que estaba delicioso, así que no tenía hambre, solo un poco de frío por la noche primaveral.

⎯ Todo va para la mierda, Kook.⎯ escuchó a su hermano menor quejándose, aún estando de espaldas sabía que JiMin estaría refregando sus ojos por debajo de los anteojos que utilizaba cuando pasaba muchas horas en frente de la computadora, la cual ahora tenía en sus muslos.⎯ Lila decidió desaparecer y la empresa esta teniendo pérdidas que no sé de dónde carajo provienen. Detesto a papá por darme la puta empresa a mí, ahora lo tengo como un grano en el culo aun si él está jubilado y se supone que no debe meterse en estos asuntos.

JungKook se ahorró el comentario de suponer que Lila podía llegar a tener algo que ver, pues no tenía pruebas en sí, pero que su cuñada aparezca con una cartera nueva todas las semanas, ropa de marca, y cada quince días se haga la manicura, no eran cosas gratis, pero tampoco podía inculparla cuando no sabía si era JiMin quien le daba las tarjetas o su propio padre. Con su taza en mano se dirigió al sofá continuo en el que estaba su hermano, no podía hacer mucho para ayudarlo, si quisiera meter sus manos en el asunto de la empresa, con números, recibos, pagos y recibimientos, posiblemente haría un desastre y la empresa terminaría peor de lo que ya estaba, si es que acaso estaba en un punto tan malo, JiMin a veces tendía a ser algo exagerado con las cosas, quizá habían perdido sólo dos dólares y él pensaba que ya estaban en quiebra. Una vez lo encontró llorando porque un empleado renunció y él debía pagarle lo que le debía, por esa estupidez se había puesto de tan mal humor como para querer mandar todo a la mierda.

Dear Lord| jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora