diecinueve

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El ambiente se sentía denso, pesado, y sabía que era porque ambos estaban pensando en lo mismo; en lo sexual e íntimo que se veía, y sentía, aquella posición. JungKook se controlaba demasiado, no porque quisiera actuar como un animal primitivo lanzándose a ella y follándola ahí, pero hablando en serio, tenía una mujer encima suyo después de muchos años, una muy guapa, con sus pezones casi perforando la tela de la camiseta, y para peor, a centímetros de su rostro. Que sea Obispo no significaba que nunca más sentiría atracción sexual, pero por su propia comodidad, y la de Esperanza, que era quien más podía sentir si algo se removía allí abajo, pensaba en otra cosa que sea diferente a cualquier ámbito sexual. Y por parte de ella...pues el enojo se había marchitado como por arte de magia, aún si quería actuar como molesta por lo sucedido horas atrás, le era imposible cuando estaba sentada en su regazo y con las manos de JungKook en sus piernas, simplemente ahí apoyadas, pero mandándole un escalofrío por todo el cuerpo.

Maldita tensión sexual que solucionaba todo.

Carraspeó incómoda, ni siquiera podía removerse porque podría provocar algo, que aunque lo deseara, no iba a obligar a JungKook a hacer algo, y tampoco tomaría la iniciativa cuando podía quedar todo muy tenso entre ellos, estando en esas paredes y tensos sería muy incómodo, porque de alguna u otra forma estaban obligados a permanecer juntos hasta el amanecer, hasta que alguien vaya en su rescate. Sus brazos se mantenían cruzados sobre su torso, ocultando lo más que podía sus pechos, era realmente extraña la situación, casi que parecía haber sido sacada de algún libro, posiblemente ahora los personajes follarían a lo bestia en el suelo, pero cómo está era la realidad, Kaia tendría que conformarse con hablar como dos simples amigos, ignorando el hecho de que si se mueve podría sentir su miembro duro. Dios, sería muy difícil ignorarlo cuando estaba debajo de ella, habían unos centímetros que los separaban, pero eran tan pocos que su autocontrol estaba en un fino hilo.

⎯ ¿Cómo era tu madre?

Escucha de JungKook y abre los ojos sorprendida, a los pocos minutos sonríe con dulzura mientras la recuerda. Su madre lo era todo en el mundo, trabajadora, luchadora, y feliz, sobre todas las cosas, logró serlo después de haber pasado por tanta mierda desde pequeña. Kaia admiraba muchísimo a su madre, lo era todo para ella, siempre volvería a elegirla, si es que acaso aquello era posible, le gustaba pensar que en todo tipo de universos ellas eran madre e hija, esperaba que en alguno de ellos su madre tuviera un final mejor, no falleció sufriendo, pero de igual manera un cáncer de estómago pasaba factura, no era fácil, y vio la desilusión marcada en sus ojos cuando les dijeron el precio del tratamiento para que pueda vivir unos años más. Desde ese momento ambas sabían que no estarían para siempre juntas, y Kaia todavía recuerda el nudo en su garganta y como lloraba en silencio para no preocuparla, suficiente tenía ya.

⎯ Le gustaba mucho ver la televisión. También era muy organizada, más que nada en el trabajo.⎯ comenta con una sonrisa, la extrañaba demasiado, en serio. Siempre supo que ningún hijo se siente listo para dejar ir a sus padres, no importaba cuántos años tengan, iba a doler siempre, y nadie los prepara para eso. Lamentablemente ese es el orden de la vida; los hijos ven morir a los padres, y aunque hay excepciones, seguía siendo igual de doloroso. Todos saben que nadie es eterno, pero... si imaginar ese último momento dolía, cuando se perdía de verdad a la persona era mucho peor.⎯ Muy valiente, la mujer más valiente que conocí en mi vida. Le gustaba hablar con todo el mundo, también regañarme por haber sido algo rebelde.⎯ ríe un poco, de reojo ve la sonrisa que está en el rostro de JungKook, una muy tierna.⎯ Siempre buscaba gente que me cuide para cuando ella no esté, pero al final solo tengo a mi mejor amiga, y tampoco es muy buena cuidadora que digamos.

Ella ríe al recordar todas esas veces que fue ella la que cuidó de Seulgi, porque a pesar de que su madre hablaba con las vecinas y demás, sabia que ninguna de esas mujeres podría ocupar en su vida el lugar de madre o alguien cercano como su mejor amiga. Además, siempre lo consideró tonto, pues ya era alguien mayor, pero ahora que pensaba con más detenimiento la situación, que caía en cuenta de porqué su madre estaba tan terca en buscarle alguien para que la cuide, podía comprenderla. No quería que aquellos prestamistas le hagan algo a su única hija, sabía lo que se avecinaba después de su muerte. Kaia creía que siempre uno tenía que saber cuidarse a sí mismo, sí, una ayuda extra nunca viene mal, pero al fin y al cabo uno viene solo al mundo, y se va solo de igual manera, sin contar que si estaban en una situación de riesgo el sistema de supervivencia actuaba al instante, por mucho que la quieran cuidar, no se permitirían atrapar una bala para que no le dé a ella. Y lo entendía, realmente lo hacía, ella no daba la vida por nadie que no sea su madre, ni siquiera por Seulgi, no porque no la quiera, sino porque ella era lo suficientemente inteligente como para esquivar la bala y protegerse a sí misma.

Dear Lord| jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora