cinco

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Kaia se quedó pasmada en su lugar al escuchar la voz de Beatrice, pensando en si correr sería una buena idea, era una señora con problemas en sus rodillas por lo que no la alcanzaría jamás, pero también se sentiría muy culpable si hace eso, nunca le gustó burlarse de las personas mayores, algunos ancianos hasta le daban lástima porque sus familiares los abandonaban, pero definitivamente Beatrice era de esas viejas cascarrabias que no podían ver feliz a nadie que no sea ella misma. Era una Monja, y por lo que tenía entendido estaba hace muchos años ya en el convento, según le contó JiHye, una vez la escuchó diciéndole a su amiga, Myeong, que quería el puesto de la Madre Superiora, y parecía que estaba muy propuesta a conseguirlo, aún si eso tenía que elegirlo Minah y el Padre Jeon que ahora era el Obispo oficial del convento. Beatrice era una mujer adulta que tenía de punto a Kaia, y parecía ser que siempre agarraba a la nueva Novicia como punto para molestar, así que hasta que no venga una nueva ella tendría que soportarla.

Y tampoco es que tuviera mucha paciencia.

Abrió los ojos sorprendida cuando Beatrice tomó su teléfono, ese Samsung J7 que ya ni recibía actualizaciones pero por lo menos podría llamar a gente y mandar mensajes, le pedía un cambio urgente, la batería ya iba de 70 a 13 en menos de cinco minutos, pero tampoco es que tuviera el dinero para comprarse un teléfono nuevo, menos cuando el más barato que podían venderle salía lo mismo que tres meses de alimento no perecedero, si viviera sola. Kaia también tomó el teléfono, y de repente ambas estaban luchando por tener el aparato, como si Beatrice tuviera el derecho a tomarlo cuando no era algo suyo, pero es que ese no era su objetivo, sino que era llevárselo a la Madre Superiora para delatar a Kaia y que la echen del convento, o por lo menos le pongan un castigo como limpiar el campanario o algo así. Realmente odiaba a esa mocosa mal educada, como la había apodado desde que llegó tarde a la primera misa que tuvieron.

⎯ Dámelo.⎯ exigió la señora. Kaia, obviamente, no iba a dejarse vencer, esperaba que todas esas veces que se fue a los golpes jugando con Seulgi le hayan servido de algo para tener su teléfono.

Obvio que sabía que estaba prohibido tener un teléfono en el convento, aunque no sabía bien el motivo, pero ella tampoco es que estaba siendo Novicia por elección, por ende pensó que quizá, si la Madre Superiora se enterara de lo que sucedía, le permitiría quedarse con una de sus pertenencias para seguir teniendo comunicación con sus amigos en Daegu. Hace días que no hablaba con Seulgi, y la extrañaba un montón, por eso ahora que la había llamado quería tener aunque sea una pequeña charla, pero llegó Beatrice a arruinar todo. Ambas tiraban del teléfono como si fueran dos niñas pequeñas con una muñeca en sus manos, y el tonto juego comenzaba a cansar a Kaia, ¿tanto la detestaba como para delatarla por un celular de mierda? Por Dios, ¿qué acaso no había un versículo en la biblia sobre ser considerado con el prójimo?

⎯ No.

⎯ Lo tiraré a la basura.⎯ amenazó y Kaia apretó sus dientes entre sí, posiblemente desde otra perspectiva se verían muy graciosas, además de ridículas. Una señora de 53 años y una chica de 26 peleando por un teléfono, quién lo diría.

⎯ No te lo daré.

⎯ ¡Esperanza dame ese teléfono!

⎯ ¡Te dije que no!⎯ gritó, y con eso miró a su costado al ver de reojo dos figuras azules acercarse. Notó que eran JiHye y Sarah, quienes miraban confundidas la situación, y aunque ellas le cayeran bien, no podía revelar su secreto de que estaba ahí por ocultarse. Beatrice también había disminuido la fuerza al ver a la Novicia y Monja mirándolas confundidas, y Kaia aprovechó para arrancarlo de sus manos.⎯ No...se lo llevaré yo a la Madre Superiora.⎯ mintió.

Guardó el teléfono en su bolsillo y comenzó a caminar hacia el lado contrario del comedor, ignorando que Beatrice cuestionaba a sus compañeras de cuarto y las acusaba de complot con ella para que se quede con el teléfono, y Kaia no pudo evitar rodar los ojos, pensando en lo ridícula que era esa señora. Entendía las ganas que pudiera tener por ocupar el lugar de la Madre Superiora, porque desde kilómetros se veía que quería robarle el puesto, que todas las noches rezaba para que Minah se jubilara y Beatrice consiguiera el puesto para mandar en el convento, posiblemente se convertiría en una especie de cárcel o reformatorio, y así terminarían yéndose todas las Monjas y Novicias, pero qué más daba, dudaba de que Minah le diera el lugar a Beatrice cuando se llevaba mucho mejor con Stella, aunque no trataba de algo de amistad, sino de poder de liderazgo, de ser buena persona, y de poder salvar a las personas cuando pensaban que la vida tenía fin.

Dear Lord| jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora