Capitulo 16

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Gabriel no estaba seguro que hacer con su nuevo estado matrimonial, pasaron de ser personas viviendo en la misma casa a personas durmiendo en la misma cama. Debía admitir que era feliz con la mujer que la vida lo había unido y aunque quisiera negarlo sentía cosas por ella que jamas había sentido por nada, ni nadie. Quería mentirse diciendo que aquello solo era físico, pero aunque intento rehuir varias veces no podía resistirse a envolverla en brazos en las noches después de hacerla suya. Le gustaba pasar sus manos por los rizos rojizos mientras ella le contaba sobre los vestidos en los que estaba trabajando, los progresos de Lucas en la escritura o cualquier historia de su niñez cuando su madre estaba con vida hasta que se quedaban dormidos abrazados.

No podría ponerle un nombre a eso pero desde que ellos comenzaron su extraña vida de marido y mujer no quería siquiera salir de casa por mucho tiempo. Cuando hacía una diligencia estaba deseando volver a y cada vez que volvía quería verla, sentirla, escucharla. Bridgett era un deleite para todo sus sentidos, como estar sumergido en un sueño, bajo el hechizo de esa diosa que tenía por esposa.

Ese día quería tener el primer gesto verdadero con Bridgett como una disculpa por su actitud irracional en sus primeros dos meses de matrimonio. Reconocía que se había dejado llevar por lo que le pareció obvio y prefirió creer que ella era capaz de... nisiquiera quería pensarlo.

Cuando ella regresó de el paseo matutino que la señora Fayse combenientemente sugirió él espero en el cuarto de costura con todo preparado. Le compró una mesa de trabajo, utensilios, telas, dos maniquíes, cintas de medición, alfileres y otras tantas cosas que la modista le había dicho era lo mínimo para dedicarse a esa profesión.

–Señora Fayse, tenemos que comenzar a trabajar en...

Gabriel sonrió al ver como su esposa se quedaba sin palabras viendo su nuevo espacio de trabajo. Pudo jurar que sus ojos azules se cristalizaron y la vio tragar en seco. Ella Caminó alrededor pasando las manos por la mesa, las telas, los utensilios en completo silencio. Estaba como en un transe viendo todas las cosas nuevas, y él había caído preso del mismo hechizo siguiendo cada uno de sus movimientos.

–Gracias– dijo acercándose a él para apretarlo en un abrazo, permaneciendo con el rostro escondido en su pecho por un largo rato.

–Espero sea de tu gusto dulzura. Haría lo que fuera para ver esa sonrisa.

–No se que decir, no esperaba algo así– dijo aun enredada en sus brazos separándose apenas lo justo para verlo a los ojos.

–Quiero que comencemos de nuevo– aquello era cierto quería enmedar errores, quería aferrarse a esa nueva felicidad que hacia tiempo no sentía

–¿A que se refiere?– le preguntó ella soltando una risita cuando sus comenzaron a acariciar su espalda.

–Empezamos de una manera poco convencional. Yo no estaba preparado, no sabía lo que realmente significaba el compromiso que realizamos esa día en la posada y cuando los celos me cegaron no supe escuchar– confesó con un nudo en la garganta.

–¿Qué me está proponiendo milord?– preguntó ella poniéndose repentinamente sería.

Bridgett nunca había recibido un gesto como el que su esposo acaba de tener con ella. Sentía una inmensa gratitud y no sabía como nunca le pagaría a Gabriel todo lo que había hecho por ella. Esas semanas habían sido maravillosas pero jamás se habían mencionado sentimientos o promesas y ella creía que quizá era lo mejor.

Esperar que Gabriel fuera solo suyo era algo que no quería y sabía quizá nunca tendría. No quería hacerse ilusiones, su corazón había sido lastimado demasiadas veces en tan poco tiempo por el mismo hombre que ahora le sacaba sonrisas y no quería ponerse a su merced nuevamente. No al menos sin tener un rumbo claro.

–Quiero que actuemos como verdaderos esposos. Quiero que sea solo mía Bridgett Cavinish– respondió al fin el hombre viéndola con una intensidad que hizo que un escalofrio la recorriera.

–¿Y yo que recibo a cambio?– preguntó perspicaz. Quería escuchar lo que su esposo estaba dispuesto a ceder si iba a arriesgarse a ser lastimada de nuevo quería que valiera la pena.

–To ofrezco lo mismo dulzura, prometo ser completa y exclusivamente tuyo– la seguridad en sus palabras las estremecieron y su respiración comenzó agitarse.

–¿Como sé que es verdad? ¿Como sé que cuando se aburra no regresara a los brazos de su amante?

–Bridgett escúchame bien no hay una sola mujer a la que desee tener entre mis brazos que no seas tu. Desde nuestra boda confieso haber besado a otra mujer en una situación comprometedora, pero nada más sucedió y después de esa única vez nunca busqué otra compañía femenina. Estaba en mis peores momentos pensando lo peor. Soy un hombre con muchos demonios, ángel y lo lamento por arrastrarte a esto.

Tan rápido como las palabras salieron de su boca se arrepintió de haberle confesado el episodio en la fiesta clandestina. Pero si quería comenzar su nueva vida como correspondía, debía ser honesto, no quería que sorpresas llegarán a arruinar su nueva calma.

–Gabriel... necesito pensarlo, dame tiempo, han pasado demasiadas cosas en menos de dos meses.

–¿Qué hay que pensar? Eres mía y yo soy tuyo, ante la ley de Dios y los hombres, ángel.

–No quiero ser lastimada -ella tomo una pausa antes de retomar sus pensamientos –Me lastimaste más de una vez Gabriel con tus actitudes y palabras.

–Estaba confundido. Te aseguro que nada de eso sucederá de nuevo. Pero si es lo que quieres te daré espacio.

Ella asintió alejandose de él y su corazón se estrujó al sentir el vacío en sus brazos. Bridgett tenía sus reservas y era lo justo. El tema de Dominic había sacado su peor lado y traído sentimientos que creía estaban ya enterrados. Decidía creerle y pensar que ella jamás se acercó a su hermano, aunque la espina de duda no lo dejaba tranquilo del todo. Pero bastaba verla a los ojos y con eso toda duda se esfumaba aún cuando años cargando viejos rencores le impedían dejar el tema de manera más definitiva.

Bridgett vio a Gabriel salir y estuvo a punto de pedirle que regresara pero se contuvo al último segundo sentándose en su nueva mesa de trabajo. Lo cierto esque estaba confundida, aun le dolía la forma en la que la trató y aunque disfrutaba su tiempo juntos ponerle nombre solo hacia que todo fuera más... real.

No sabía cuales eran sus sentimientos reales hacia Gabriel. Quizá era solo agradecimiento y pasión. No estaba segura de nada.

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Entró al carruaje molesta por tener que rebajarse a esas tácticas cuando sabía que todo era un parapeto innecesario, pero al menos el hombre que la cito parecía tener una buena razón y si se había atrevido a escribirle era por algo.

–Entre– escuchó la voz demandar de manera asertiva.

Ella obedeció guiada más por la curiosidad que otra cosa, pues el tono autoritario del hombre no le gustaba para nada.

–¿Me dirá de que se trata esto milord?– preguntó cruzándose de brazos consciente que esos solo remarcaba su escote. Teniendo la reacción esperaba cuando el hombre bajo la vista a su pecho.

–Me han contado que usted es la amante del bastardo de Rutland.

–Era– lo corrigió molesta.

–Eso pensé, si quiere recuperarlo siga mis instrucciones, ya verá que pronto no querrá saber nada de la muerta de hambre de su esposa.

–¿Qué tengo que hacer?

–Solo asegurarse que Lord Gabriel llegue al lugar indicado del resto me encargo yo.

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HOLAAA

No se si han tenido la oportunidad de leer pero recién terminé el primer libro de la saga Club anti-libertinos. Se llama Silenciosa Promesa y lo pueden encontrar en mi perfil.

También el prólogo de la siguiente novela (Inesperada Promesa) de la misma saga está publicado y pronto comenzaré a actualizar.

Lamentablemente no puedo escribir 2 novelas a la vez. Así que Pausare esta historia y cuando termine Inesperada Promesa retomaré esta.

Gracias por leer

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⏰ Última actualización: Apr 12 ⏰

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Escapando Al Amor [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora