capítulo 8 (parte II)

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El resto del día pasó como cualquier otro, cuando bajo a tomar el desayuno, o más bien almuerzo, ya no habían rastros de señor de la casa y ella tampoco quiso indagar en su ausencia, por alguna razón tenerlo cerca le generaba un cierto desazón, sentía que en cualquier momento la bestia dormida despertaría y le pediría marcharse.

Lo único que logró animarla fue la lección con su pupilo que la acompañaba incondicionalmente y la confección del vestido que iba viento en popa, las telas llegaron por la tarde y en cuanto recibió los bocetos e instrucciones se puso manos a la obra. La señora Fayse le ayudó a despejar uno de los cuartos de invitados que estaba desprovisto de algunos muebles, nadie nunca lo había ocupado, el único que en ocasiones le daba uso era Lucas cuando jugaba por la casa. El ama de llaves al igual que ella se había entusiasmado con el proyecto, la mujer resultó tener un gusto particular por la confección y según pudo ver se le daba bastante bien.

Cerró la puerta detrás de ella sintiendo un dolor en la espalda baja por el esfuerzo, la noche ya había caído sobre Londres hacia un par de horas y la mansión estaba en completo silencio, camino despacio intentando no romper con la paz del lugar, no quería de ninguna manera incomodar a su esposo, aunque había perdido tanto la noción del tiempo que ya no estaba segura si él estaba en su estudio o ya había llegado su hora de ir a hacer su vida nocturna.

No es que ella tuviera algo que opinar al respecto, de todos modos.

Pero una parte de si misma, no podía sentirse tan tranquila como le gustaría y solo para satisfacer su inquietante curiosidad se acercó hasta el estudio de su esposo. Podía ver las luces de las velas encendidas,  indicando que estaba dentro del estudio, aunque no podía escuchar ni un solo ruido, porque estaba posiblemente solo.

Dio media vuelta sabiendo que no era bienvenida, aunque le hubiese gustado colarse un rato y hacerle compañía, por muy ridículo que sonará solo estar en silencio con él, sin reproches ni dobles intenciones le hubiese ayudado a liberar esa incertidumbre que la mantenía en un estado de ánimo variante y sin apetito.

Escuchó la puerta abrirse a su espalda y se preparó para dar una elaborada disculpa, una excusa o ambas. Su espalda estaba tan recta que sentía que en cualquier momento se iba quebrar y su respiración era incapaz de permanecer controlada y acompasada.

-Milady, no es lo que parece- dijo Lord Granby levantando las manos cuando reunió el valor de girarse y encarar al que creía era su esposo.

-Estaba en el estudio de mi esposo sin que el se encuentre en casa ¿Qué explicación existe para eso Milord?- preguntó levantando una ceja y cruzandose de brazos, no esperaba ver al marques de nuevo en su casa y mucho menos actuando como un vil ladrón, ya suficientes problemas había causado su presencia.

-Necesito hablar con Gabriel pero el acceso a La Casa de la Fortuna se me ha sido negado, las misivas que le he enviado las ha regresado sin abrir y estaba desesperado, Gabriel bajo presión puede ser impulsivo e irresponsable- explicó el Marqués visiblemente afectado por la situación.

-Esta no me parece tampoco una medida muy inteligente, su hermano entrará en razón por el mismo y sino al menos dele espacio para que pueda calmarse.

Bridgett se dejó llevar por la intuición al pronunciar esas palabras, quizá lo de Gabriel Lowelace era mucho más profundo, lo sospechaba porque la única persona que lo frecuentaba era el marques de Worcester y porque en su improvisada boda no incluyó a ninguno de sus parientes, nisiquiera porque estaban en la misma ciudad o por mera cortesía.

Nuevamente esos no eran sus asuntos pero mientras más entraba al mundo de Gabriel, mas sentía que daba vueltas en una nube de incertidumbre donde ella misma se podría perder intentado encontrar una respuesta al enigma que resultaba su esposo.

Escapando Al Amor [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora