Los días se pasaban rápido mientras trabajaba en el vestido para Lady Sophia. Su esposo había tenido a bien respetar su espacio y mantener la distancia, no coincidían para las comidas y rara vez estaba en casa. Ella prefería ahorrarse el disgusto y no indagar su paradero, imaginaba que ya se había reencontrado con alguna amante o decidido mudarse de forma permanente a La Casa de la Fortuna. Aferrarse a ese deseo primitivo de supervivencia y mirar hacia otro lado, ese era su nuevo plan, de todas formas la que estaba en deuda era ella y no al contrario. Tenía un techo, comida caliente, una casa con personal más que dispuestos a ayudarla, eso era más de lo que nunca pudo imaginar.
Puso el vestido terminado dentro de la caja y se colocó uno de sus vestidos que no estaban tan deslucidos para su visita a la casa de Madame Brunnet. Ese era el día de la gran revelación, esperaba que su trabajo fuese del agrado de la Madame y también Lady Sophia. El baile era en un par de días días y ella también asistiría por lo que tenía esperanza de ver de primera mano como la señorita lucia su vestido.
Se terminó el pedazo del pie que la señora Fayse preparó especialmente para ella, deteniéndose en el enorme espejo que tenía frente a ella, su reflejo le devolvía una sonrisa, que a pesar de no ser del todo honesta, era mejor que ese fantasma de tristeza que la acompañaba unos antes. Tenía la oportunidad de reivindicar su camino y así lo haría.
Los golpecitos en la puerta la hicieron fruncir el ceño, alzo la voz preguntando la identidad de la persona detrás de la puerta imaginando que podría tratarse de Lucas o la señora Fayse. Sin embargo el silencio del otro lado comenzaba a ponerla nerviosa. Con el corazón extrañamente agitado se dirigió a la puerta para descubrir la identidad de la persona que tocó la puerta preguntándose si lo había imaginado.
La figura de su esposo paralizado en la entrada la hizo tragar saliva y retroceder unos pasos para tomar distancia. Lo tenía cerca después de casi una semana sin saber de él. La fragancia masculina le llegó a las fosas nasales al instante, trayendole recuerdos molestos del día en el que sus vidas se cruzaron. Ahora ese tiempo le parecía tan lejano... pero no había pasado tanto tiempo como le parecía, apenas iban a cumplir un mes y medio de matrimonio.
-Perdone que le interrumpa Milady, verá, El señor Devereux nos ha invitado a una cena a su casa esta noche y me gustaría que me acompañe- dijo él algo incómodo, pero directo. La sonrisa de medio lado que siempre esbozaba era solo un recuerdo el hombre frente a ella era formalmente correcto y muy poco expresivo.
-Espero que milord no se moleste pero no tengo vestuario adecuado para asistir a una cena- dijo sin temor a lo que él pudiera pensar, no esque la tuviera totalmente sin cuidado. Solo estaba siendo honesta.
-Pero ha asistido a la modista milady- dijo él contrariado.
-Estoy trabajando en un vestido milord, no pienso vivir de su caridad eternamente- respondió posicionándose frente al espejo para sujetar su cabello que aún seguía suelto. Podía pedir ayuda a una doncella pero nunca lo necesitó antes y ahora no tenía porqué ser diferente.
Gabriel vió a su esposa alejarse y solo quiso acercarse a ella un poco más. Sus palabras le había caído como un golpe en el estómago pero no podía decirle nada al respecto. Eso al menos aclaraba su afición por estar en la habitación que no estaba completamente amueblada. Una parte de él estaba decepcionado al saber que ella no estaba confeccionando un vestido para el baile al que irían juntos. Aunque ahora que lo pensaba sino tenía vestimenta para la cena tampoco la tendría para el baile.
Quizo preguntarle porque nunca le dijo nada de eso, pero no sabía si le agradaría la respuesta. Después de la visita de Lady Bonnie, había hecho lo posible por permanecer lejos de casa. No quería a esa mujer rondando cerca de Bridgett. No porque le guardara respeto y fidelidad, sino porque ella no merecía los ataques de una mujer despechada y rencorosa, bien sabía él que las damas podían ser vengativas cuando así se lo proponían.
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Escapando Al Amor [PAUSADA]
RandomBridgett nunca confió en la buena o mala suerte, siempre supo que las riendas de su destino reposaban únicamente en sus manos (o eso quería creer) por lo que cuando se ve al borde del abismo, decide huir, escapando no solo de un terrible matrimonio...