Bridgett no sabía como afrontar esta nueva cercanía entre ella y su esposo pero de lo que estaba segura esque intentaría no arruinarlo de ninguna manera. Ella nunca se había sentido tan bella como cuando Gabriel la miraba con total admiración y algo más que todavía no podía ponerle nombre. Estando con él no se sentía ella misma, era otra mujer, una hermosa y digna de todas las atenciones y cuidados que Gabriel pudiera darle, una mujer que merecía ser feliz y recibir todo lo que su esposo pudiera ofrecer. Gabriel le daba otro significado a su existencia, le agregaba algo que antes no sabía que necesitaba, un tipo de alegría diferente a cualquier otra que hubiese sentido antes.
-Es como un sueño señora Fayse- exclamó geniunamente feliz mientras su doncella acomodaba su cabello en un recogido casual pero bonito.
Se sentía perfecta sin importarle estar utilizando uno de sus vestidos remendados. Tenía las mejillas sonrojadas y sus ojos brillaban más que nunca. Llevaba puestas las perlas que su esposo le había regalado, su semblante que antes parecía pálido y falto de vida había tomado un nuevo color a pesar de no haber podido probar bocado del desayuno.
-Nunca había visto a milord tan feliz, esta casa tomó tanta vida con su llegada. Gracias- la señora Fayse sostenía sus manos con cariño y aunque aquello era bastante impropio abrazó a él ama de llaves haciendo el trabajo de terminar su recogido toda una misión para su doncella.
-Yo no he cambiado tantas cosas, solo un par de detalles sin importancia...
-Usted le da mucho más significado a nuestro trabajo milady, tenerla acá hace valer nuestros esfuerzos.
Bridgett no replicó conteniendo el nudo que se le había formado en la garganta. Ella no era una persona emocional o fácil de quebrar. Antes de casarse podía contar con los dedos de las manos las veces que había llorado, nisiquiera cuando su padre era un completo cretino y la golpeaba por mínima cosa. Esos momentos de su vida tan amargos no la habían visto derramar tantas lágrimas como en ese tiempo viviendo con Gabriel, sentía sus emociones a flor de piel, era todo tan nuevo que parecía un sueño, aveces se sentía una expectadora de sus propios movimientos por alguna razón no se sentía ella misma, había algo diferente, algo que no podía explicar.
Salieron en la dirección que Gabriel con bastante secretismo le indico al cochero aunque por la cesta con comida que su esposo tenia preparada se imaginaba que iban a tener un día de campo. Y vaya que no estaba equivocada, cuando llegaron a la hermosa mansión bastante retirada de la ciudad lo primero que hicieron fue caminar hacia el lago tomados de la mano, eran después de todo esposos y habían hecho muchas más cosas que solo tomarse la mano antes, pero irónicamente sentio sus mejillas tornarse rojas haciendo juego con su cabello.
–Acá es Milady, un picnic solo usted y yo y después un paseo en bote.
–Gracias– respondió ayudándolo a tender la manta para comenzar a comer las delicias que tenía en la cesta.
Sin pedirle permiso puso una fresa en su boca con delicadeza, siguiendo cada uno de sus movimientos con cuidado. La forma tan profunda en que sus ojos azul claro la observaban le causaba un escalofrío que le recorria todo el cuerpo, siendo víctima del efecto que solo Gabriel lograba causar en ella. Su esposo era sin duda un enigma que aún no terminaba de descifrar pero ese día quería darse un tiempo libre de preguntas y fantasmas del pasado que de esos ella conservaba demasiados.
El sol brillaba como pocas veces y a pesar que a lo lejos se miraban nubes de lluvia el clima estaba agradable, ni muy cálido ni muy frío. Aunque su buen ánimo la acompañaba, los recuerdos de la casa de campo de su padre no tardaron en atormentarla era ver el cielo y pensar en esos días donde genuinamente sentía que su madre la escuchaba.
–¿Qué pasa?– preguntó su esposo al notaría perdida en sus pensamientos.
–Todo esta perfecto, es verdaderamente maravilloso, jamás pensé en tener algo como esto– dijo ella sintiendo sus ojos empañarse.
Ahí estaba ese sentimentalismo absurdo molestandola nuevamente, no quería arruinar ese momento para ambos pero le era imposible no sentir unas extrañas ganas de llorar mucho más cuando sin que ella lo pidiera Gabriel la rodeaba entre sus brazos fuertes y cálidos.
–¿Te ha molestado algo? ¿Hice algo para ofenderte?– sus preguntas llenas de preocupación la hacían sentirse más vulnerable por razones desconocidas, pero después de respirar profundo se convenció de no arruinar esa tarde que pintaba para ser perfecta.
–Todo es perfecto es solo que nunca me habían sorprendido de esta forma, Gracias.
Comieron, pasearon en bote, conversaron y en algun punto la ropa resultó sobrando. En medio de la naturaleza en el pasto, sintiendo la irregularidad del terreno debajo de la manta, Brigett se dio cuenta que no podía pensar en un momento de su vida donde se sintiera más plena más feliz. Gabriel era un hombre maravilloso con un corazón noble y sentimientos puros ante sus ojos. Agradecía hacerlo encontrado en su camino sabiendo que no existía mejor recompensa que él, después de la vida en su casa.
Esa noche volvió a invitarla a su cuarto, contándole sus aventuras de su tiempo en Oxford, como Dominik los reprendió constantemente y como la duquesa lo consentía cuando estaban de regreso en las vacaciones. Cada pedazo de su vida que compartía con ella lo hacía con la más pura tristeza al saberse rechazado por su progenitor y por consecuente el resto de la familia. Ella al menos tenía el consuelo de saber que su madre lo amo, pero a Gabriel lo había dejado a su merced. Tenía la suerte de ser Lady Rutland un ser de luz y amor, y eso se lo había transmitido a Gabriel.
Pasaron al menos dos semanas en esa rutina donde en el día se dedicaba a realizar encargos de la boutique, pues al Lady Browning había solicitado más vestidos del mismo estilo en colores y cortes diferentes y por las noches compartía la cena con su esposo y hablaban aveces en su despacho, otras en la alcoba o el comedor pero siempre durmian juntos. Era como si no pudiera ser de otra forma como si siempre hubieran estado juntos de esa manera, pensar en dormir en su habitación ya le resultaba ajeno.
Lastimosamente la calma no podía ser eterna y mientras ellos disfrutaban una nueva etapa en su relación, una dama con naturaleza caprichosa y un padre con raíces de odio y orgullo herido se juntaban por esas desgracias del destino para interferir en la vida de la feliz pareja.
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Escapando Al Amor [PAUSADA]
De TodoBridgett nunca confió en la buena o mala suerte, siempre supo que las riendas de su destino reposaban únicamente en sus manos (o eso quería creer) por lo que cuando se ve al borde del abismo, decide huir, escapando no solo de un terrible matrimonio...