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Capítulo 14

Es doloroso. Realmente escuece.

Vanesa no tiene derecho a estar enfadada, que es lo que sigue diciéndose a sí misma durante la reunión. Mónica es soltera y heterosexual, se recuerda a sí misma, y tendrá hombres compitiendo por salir con ella en cuanto esté preparada para ello. Y no puede reprocharle a Antonio que se haya enamorado de Mónica, por supuesto. Por hacer lo mismo que ha hecho ella.

Puede que, en secreto, envidie el hecho de que él tenga una oportunidad con ella de una forma que Vanesa nunca tendrá. Pero ella es sólo un maldito humano.

Lleva mucho tiempo queriendo que Antonio encuentre a alguien, porque sabe que su hermano realmente quiere tener esa familia completa. Y se merece encontrar a alguien bueno. Había pasado de ser un fiestero irresponsable que apenas podía mantener un trabajo a un adulto responsable

Y Mónica es... bueno, piensa en lo increíble que es Mónica y en lo mucho que se merece todo el tiempo. Cada vez que la ve.

Su hermano quiere esa familia completa, vuelve a pensar, pero... ¿tiene que ser esta familia?

Su familia, parece decir su corazón mientras le duele en el pecho, lo que no hace más que empeorarlo todo con lo falso que es.

                                          ***

Finalmente, Vanesa consigue preguntarle a Mónica al respecto una semana y media después, justo antes de un juntada durante los primeros días de julio en su apartamento.

Es la única de su familia que tiene acceso a una piscina subterránea. Con dos de ellas en el patio de su complejo de condominios, puede pagar para reservar la piscina privada para ocasiones especiales. Cuesta un ojo de la cara hacerlo en vacaciones, pero a todos los niños les encanta.

Sus ojos, como de costumbre, están clavados en Mónica, que llegó una hora antes para ayudarla a sacar la comida y las bebidas.

Abbie se quedó a dormir con Norah para que Antonio pudiera llevarlas a las dos con él a la fiesta de hoy. Lo que significa que Mónica había visto a Antonio anoche, y eso es todo lo que ha estado dando vueltas en su mente desde que Mónica llegó.

No ha sido capaz de sacar el tema en los últimos doce días, a pesar de que ha visto a Mónica varias veces. No hay nada raro en ella. No parece que tenga un arrebato de nuevo romanticismo y, sobre todo, no le ha dicho nada a Vanesa sobre salir con Antonio.

Pero es algo que pesa mucho en su mente mientras ella y Mónica hacen su segundo viaje al exterior. Mónica camina delante de ella hacia la mesa de picnic, con una bandeja de aperitivos en las manos, mientras Vanesa la sigue, arrastrando una pesada nevera. Los ojos de Vanesa se clavan en las piernas de Mónica, tan largas y en short.

—¿Antonio te invitó a salir? –mientras mira fijamente, le sale sin querer.

Mónica ya ha llegado a la mesa y está reordenando la comida mientras Vanesa se esfuerza: ¿por qué no cargó esta estúpida nevera llena de bebidas cuando ya estaba fuera? Pero deja de ordenar la comida y se vuelve para mirar a Vanesa.

—No sabía que había hablado contigo de eso. –Sus cejas se levantan sorprendidas.

Oh, joder. Lo había hecho de verdad. La sensación en su estómago, como si le estuvieran dando un puñetazo, vuelve con toda su fuerza.

—Sólo me preguntó algunas cosas. –se obligó a aclararse la garganta, dejando caer la mirada de Mónica mientras reajustaba su agarre y daba unos pasos más hacia delante.

Cuando menos te lo esperasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora